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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Empoderamiento de los ciudadanos

     Según el diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo, empoderamiento es el "proceso por el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven". La Real Academia de la Lengua ha introducido en su última edición (vigésimo tercera) las palabras "empoderar" y "empoderamiento". "Empoderar" significa, según ese diccionario, "hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo".

     ¿Necesitamos los ciudadanos europeos ser empoderados?  ¿Por qué?

     Porque, en las últimas décadas, a los ciudadanos se les ha indicado que los gobiernos y los mercados resolverían sus problemas. Por una parte, los gobiernos -democráticos- proporcionarían a todos, dentro de un concepto de equidad,  los servicios más necesarios: servicios públicos. Por otra parte, los mercados permitirían tener dinero -no importaba a qué precio- para satisfacer sus necesidades y, con frecuencia, sus caprichos. Y, al final, ha resultado que se ha convertido la democracia en un sistema feudal, se han incumplido todas las promesas realizadas, se ignoran las potencialidades del ser humano y las características del planeta Tierra, etc.etc.

     Ese empoderamiento ciudadano pasa por no esperar a que los gobiernos y los mercados -en este momento, solo los mercados porque los gobiernos han decidido obedecer las indicaciones de éstos renunciando a ejercer lo que eran sus obligaciones- resuelvan todos sus problemas.

     La ciudadanía necesita ser empoderada, para que se sienta capaz de pensar, de organizarse, y hacer uso de las características que tiene como miembro de la especie humana, en definitiva, ser consciente de su fortaleza y sabiduría para dejar de pertenecer al modelo de elección racional en favor del modelo de elección pública.

      Ello supone, lo que indica Jeremy Rifkin en su libro El fin del trabajo como solución al aumento de desempleados  debido a un uso intensivo de las Técnicas de la Información y la Comunicación: fortalecer el tercero  y cuarto sectores sociales, este último base de lo que se llama  economía social.

     A tenor de lo que he leído en un periódico, son cada vez más las personas que empiezan a, como decía Josep Ramoneda, "sentirse partícipe de proyectos que ilusionen y no solo carne de cañón de la impotencia política frente al dinero". Sin embargo, no hay que menospreciar la presión, que los mercados y las instituciones, que los avalan, son capaces de ejerce para que, después de la crisis, volver a imponer el tipo de economía y sociedad que tantos beneficios económicos les ha proporcionado hasta ahora. Por esa razón es tan importante llevar a cabo un empoderamiento que conduzca a un cambio de mentalidad.
    

     

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Cambio de mentalidad

     Como se ha indicado en la entrada anterior, el sociólogo Enrique Gil Calvo sugiere como modelos de participación ciudadana dos tipos de movilización, la convencional y la no convencional e incluye dentro de la primera, entre otras cosas, la participación, directa o indirecta, en reuniones o debates. ¿Por qué se dice que, además de modificar algunos comportamientos de los gobiernos que se consideran injustos e inadecuados, este tipo de movilización puede conducir a un cambio de mentalidad? ¿Es necesario un cambio de mentalidad?

    En un libro titulado El cambio de mentalidad. La promesa del siglo XXI (Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, 2001), su autor Willis Harman,  indica que "estamos inmersos en una de las transformaciones más críticas de la humanidad: el cambio del sistema de valores de la sociedad occidental" y señala la importancia del diálogo, a través de reuniones y debates.

     Willis Harman empieza el libro analizando el cambio de paradigma que, en astronomía, tuvo lugar gracias a las ideas de Copérnico, para, a continuación, recordar un pequeño libro de Lewis Mumford publicado en 1956, The Transformations of Man, en el que éste, tildado de "último humanista del siglo XX" y "erudito entre los eruditos", señala que "obviamente, siempre están sucediendo pequeños cambios y, sin embargo, parece que en la historia hay determinados períodos en los que la sociedad atraviesa un cambio más fundamental, que involucra a todas las instituciones e incluso a los aspectos más básicos de la cultura", y recuerda que no ha habido más de cuatro o cinco "transformaciones" de este tipo a lo largo de toda la historia de la civilización. La más reciente es la que marcó el final de la Edad Media.

     Aunque, en un principio, pueda parecer producto de la prepotencia que, generalmente, exhibe Occidente, la afirmación de Willis Harmam de que estamos "inmersos en una de las transiciones más críticas de la humanidad", puede ser cierta.

     Muchos estudiosos, entre ellos el profesor Gil Calvo, indican que la actual crisis no es solo financiera, sino, además,  ecológica y moral. Es decir, que no solo afecta al sector financiero, sino a aspectos básicos de nuestra cultura como es la consideración de que la economía es una actividad humana a la que no incumbe la ética o el desconocimiento de las neuronas espejo (crisis de valores) y la obsesión por ignorar las limitaciones que impone el carácter cerrado de nuestro planeta (crisis ecológica). Puesto que solo se puede hacer frente a estas crisis involucrando a "todas las instituciones" y a "los aspectos más básicos de la cultura", quizás estemos atravesando un "cambio fundamental".

     Fundamental o no fundamental, la historia de la vida del ser humano es la historia de una continua evolución hacia distintas formas de hacer y de pensar cada vez más humanas; evolución, desde luego, no lineal, sino jalonada de importantes y peligrosos retrocesos. Sea o no necesario un "cambiofundamental, no es aventurado decir que estamos en uno de esos períodos de retroceso, no hace falta nada más que observar el desprecio que, principalmente en la actividad económica, se hace de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

     Según Willis Harman, una de las mejores formas de llevar a cabo un cambio de mentalidad es, como ya se ha dicho, el modo de participación que Gil Calvo califica de convencional.

     Nota de optimismo. Willis Harman subraya que "ni el poder político, ni el económico, no el militar puede compararse al poder de un cambio de mentalidad".


domingo, 16 de septiembre de 2012

Tipos de movilización

     Indica el sociólogo Enrique Gil Calvo que "en el campo de la sociología política, hay consenso en torno a la idea de que el modelo español de participación cívica es de tipo bipolar. Somos una de las democracias europeas con niveles más bajos de movilización convencional (medida por los índices de asociación, afiliación, pago de cuotas, aportación de trabajo voluntario, asistencia regular a reuniones, etc.) mientras que en cambio exhibimos los índices más elevados de movilización no convencional: manifestaciones callejeras, protestas populares, boicot al consumo...".

     Aceptada la existencia de estos dos tipos de participación ciudadana, debo señalar que cuando, en estos últimos días, insistía en la necesidad de movilizarse me refería a la movilización que el profesor Gil Calvo califica de convencional: asociación, realización de trabajo voluntario, asistencia regular a reuniones, etc., actividades todas ellas que llevan implícito un intento de buscar soluciones mediante el conocimiento y pensamiento crítico y creativo. Lo que se ha calificado de necesario cambio de paradigma no es posible mediante -en la nomenclatura empleada por Gil Calvo- movilizaciones no convencionales.

     ¿Para qué sirven, entonces, las movilizaciones no convencionales?  En algunas ocasiones las movilizaciones no convencionales son necesarias porque "es la mejor y aún la única forma de sacudir a la vez tanto la pereza intelectual de los medios informativos como la propensión al escepticismo del escarmentado público español". Pero nada más.

     Estamos en una crisis provocada por los mercados financieros, pero que, según muchos estudiosos, ha sacado a la luz dos importantes crisis, más o menos en estado de hibernación: una crisis ecológica y una crisis moral. Tres crisis consecuencia de un sistema obsesionado, entre otras cosas, por la no regulación y la competitividad.

     ¿Solución? Se acepta que la mejor solución, por ahora algo utópica, es "la de convertir la actual crisis de los mercados en una verdadera crisis del sistema, eventualmente capaz de dar a luz un nuevo modelo de sociedad. Una sociedad sostenible y ya no basada en el depredador capitalismo neoliberal, que de ciclo a ciclo y de burbuja en burbuja está conduciendo al planeta a un inminente colapso como el de la isla de Pascua ahora masivamente amplificado a escala global". Esa solución solo es posible mediante una fuerte movilización convencional que conduzca a un cambio de mentalidad.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Democracia

     Según el preámbulo de nuestra Constitución, la Nación española "en uso de su soberanía, proclama su voluntad de (...) establecer una sociedad democrática avanzada", y en el Art. 1.2 dice que "la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado".  No obstante, no hace falta una gran inteligencia y sabiduría para llegar a la conclusión de que no estamos en una "sociedad democrática".

     El Premio Nobel de Economía Amartya Sen, dice en su reciente libro La idea de la justicia (Taurus, 2010): "La democracia debe juzgarse no solo por las instituciones formalmente existentes sino también por el punto hasta el cual pueden ser realmente escuchadas voces diferentes de sectores distintos del pueblo".

     Una vez que  España se ha incorporado a la Unión Europea, habría que analizar en qué medida los ciudadanos tienen capacidad para influir en las políticas que emanan de Europa. De momento, lo único que vemos los ciudadanos es que las reformas institucionales que está adoptando la Unión Europea, se centran casi exclusivamente en limitar el margen de maniobra de los gobiernos, llegando en alguna ocasión, a su sustitución sin contar con los ciudadanos, y no en la dirección de fortalecer la participación democrática en la toma de decisiones y de los mecanismos de control democrático.

     En lugar de buscar la participación democrática a la hora de buscar una solución a la crisis, la Unión Europea se "ha echado en brazos" del Fondo Monetario Internacional (FMI), una institución multilateral que, aunque funciona con dinero de los ciudadanos, es ademocrática y totalmente opaca, y que, a pesar de los resultados obtenidos en otras ocasiones, solo tiene una receta: austeridad y privatizaciones, mezcla de mala economía e ideología, en palabras de Josep E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía.(Véase entradas anteriores en las que se analizan algunas de las consecuencias en los países subdesarrollados).  Desde el principio, esta institución ha estado acompañada por el Banco Central Europeo.

     Lo anterior, además de suponer un atentado a la Constitución, suficiente para una protesta ciudadana, ha conducido a una creciente desigualdad estructural en el seno de la sociedad, desigualdad que, en muchos casos, es superior incluso a la de los años anteriores a la Gran Depresión. Mientras que las clases bajas y medias se han empobrecido, las élites tienen a veces ganancias inimaginables desde el punto de vista de la razón.

     Puesto que una desigualdad tan extrema solo puede ser origen de disturbios, ¿por qué los gobiernos no reaccionan y dejan de empeñarse en promulgar leyes que, incluso, van en contra de la Declaración Universal de los Derechos Humanos? (El caso más reciente en España lo constituye el Real Decreto Ley 16/2012, de 24 de abril). ¿Ambición personal, por coincidencia ideológica acompañada o integrismo?  Una cosa es cierta: nuestro Gobierno está olvidado que es imposible mentir muchas veces a muchas personas, sin que éstas no se den cuenta de ello (no recuerdo quien lo dijo) y olvidando que la época del feudalismo ya pasó a la historia. Es obligación de los ciudadanos recordárselo por dignidad, por empatía y por solidaridad.

     Amartya Sen defiende, en el libro ya citado, que la democracia, más allá de la representación política y el respecto a la regla de la mayoría, implica la protección de los derechos y libertades de los individuos, el acceso a las prestaciones sociales y el derecho de acceder a la información, así como participar activamente en la deliberación pública.
    

martes, 11 de septiembre de 2012

Recapitulando

     Después de algo más de un año aquí, siento la necesidad de hacer un alto en el camino para ordenar las ideas expuestas: en ese tiempo, he aprendido muchas cosas que desconocía y que he compartido con ustedes de una forma, quizás, algo desordenada. Para llevar a cabo esta recapitulación, he agrupado los temas tratados en dos grandes grupos: mercados e instituciones multilaterales. Dedicaré esta entrada al primer gran grupo, porque considero que es el que más necesita ser ordenado.

     El sistema económico vigente es el conocido como "economía de mercado". En este sistema, hay, por un lado, vendedores que ofrecen sus mercancías a cambio de dinero y, por otro, compradores que, conociendo perfectamente las características de las distintas mercancías, eligen las que consideran más convenientes. Los compradores, con su elección, determinarían los productos o mercancías que se deben producir. Es el llamado "mercado de competencia perfecta", en cuyo funcionamiento no debería intervenir el Gobierno.

     Sobre esta base, es decir, sobre el supuesto de que en las operaciones de compra-venta, el comprador se comportaba como una "máquina de calcular", se empezó a "matematizar" la economía, es decir, se empezaron a utilizar las matemáticas para representar e, incluso, predecir la marcha de la economía.  Por una parte, la economía se asimiló a ciencias como la física y la química: y, por otra, surge el modelo sociológico de "elección racional".

     Sin embargo, en la realidad, no pueden darse las condiciones para la existencia de un mercado de competencia perfecta. La primera demostración de que no es posible un mercado perfecto fue aportada por dos premios Nobel, en 1982 y 1983; la segunda demostración fue consecuencia de diversos experimentos de la neurociencia, que pusieron de manifiesto que el ser humano, ni siquiera en las operaciones se comporta como una máquina de calcular. Para que los mercados funcionen bien son necesarias adecuadas intervenciones, normas reguladoras, del Estado.

     A pesar de todo, en estos momentos, dominan los integristas de mercado, personas que sin argumentos, pero llevados por la avaricia y el egoísmo, han llevado la teoría a sus extremos: no sólo reclaman la no intervención del Estado, sino que mandan sobre él y han extendido el mercado a ámbitos que no le pertenecen.

     Muy importante es señalar que para estos integristas de mercado -seres humanos que se califican de civilizados- no existe el concepto de democracia y, desde luego, ignoran la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A pesar de ello, en un ejercicio de tremenda hipocresía, imponen la democracia a otros y reclaman que los derechos humanos sean tenidos en cuenta por quienes no son ellos. Hasta tal punto estos integristas se niegan a desconocer la realidad, que niegan descubrimientos como el de las neuronas espejo.

     Consecuencias. La crisis que sufrimos e infinidad de problemas medioambientales y humanos que, aunque no tienen cabida en una recopilación, están ahí y afectarán a la vida de nuestros hijos y nietos.

     Ante esta situación ¿qué hacer? Desde mi punto de vista, primero, despertar (informarse) y, después, pensar y actuar: movilizarse, movilizarse y movilizarse. En caso contrario, mereceremos el desprecio de nuestros descendientes.

martes, 4 de septiembre de 2012

Aclaración

     Hasta ahora, he estado, continuamente, aludiendo a un sistema económico que, siempre, he calificado de injusto, inhumano e insostenible. En estos momentos, considero necesario explicar a qué sistema me refiero, para que quede claro que no hablo de ningún partido político en especial. Alguna vez he utilizado el calificativo "global" para referirme a ese vigente sistema económico; es algo que debía haber hecho desde el principio para evitar confusiones.

     ¿Qué sistema económico puede calificarse de "global"?  Más que sistema económico debería hablar de ideología económica, porque los que están entregados a ella "desatienden la realidad". (Véase en el diccionario de la RAE la definición de "ideólogo"). Ahora que se conocen los resultados del sistema, se hace patente el hecho de que sus defensores lo hacen por egoísmo o avaricia, motivos nada nobles. Sin embargo, hay que reconocer que han sabido hacerse con la voluntad de sus "sufridores", mediante una imperceptible anulación de su espíritu crítico, a pesar de que el espíritu crítico y creador es algo que solo tenemos los humanos.

     Es un sistema joven, pero ha conseguido convertirse en la ideología dominante en los gobiernos de muchos países, tanto ricos como pobres, democráticos como no democráticos. Se basa en la creencia de que la desregulación de la economía y mundialización de los mercados resolverían los grandes problemas de la humanidad.

     Muy importante es el enorme peso político que en él tienen los dirigentes de los grandes grupos empresariales y financieros, como representantes de los mercados de bienes, servicios y capitales. Según ellos, y sin ningún fundamento científico, los mercados sin regular funcionan bien, mientras que los Estados funcionan mal, es decir, es un sistema político-económico que propugna la reducción de la intervención del Estado a un mínimo. Estos grupos venden como reformas lo que no que no son sino políticas movidas por sus propios intereses. (La política pierde autonomía. Estos grupos han conseguido capturar las políticas en su beneficio). Hay muchos ejemplos; el más reciente, la reforma sanitaria, que amputa el sistema público de salud, respondiendo a los intereses de grupos económicos. (Amputa el sistema público de salud sin tener en cuenta el dolor que producen y olvidando que la salud es un derecho humano).

     En los pocos años de vida del sistema, se ha demostrado no solo que no puede cumplir ninguna de las promesas anunciadas, sino también que los mercados sin regulación no funcionan bien; sobre todo, son tremendamente imperfectos los mercados financieros. (Esa imperfección da lugar a frecuentes crisis económicas)

     Este sistema económico es impulsado, principalmente, por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial de Comercio (OMC) que, en general, ejercen una gran presión política. Existen múltiples ejemplos de esta presión, tanto en los países pobres como en los países ricos. El más cercano está relacionado con la forma cómo se está resolviendo la actual crisis en Estados que se dicen democráticos, que están sometidos a indicaciones y vigilancia exteriores, sin contar con la ciudadanía, a la que solo queda la protesta.

     A este sistema me he referido siempre, desde que inauguré este blog.
    

domingo, 2 de septiembre de 2012

Desigualdad económica creciente

     Uno de los objetivos de la concesión de una ayuda económica a los padres que lleven sus hijos a la escuela infantil privada, tal como indiqué en la entrada anterior, sin duda está relacionada con el crecimiento económico. No es la primera vez que un gobierno prima a la clase alta con el objetivo de aumentar el consumo interno y, en consecuencia, el crecimiento económico.

     Pero, dadas las circunstancia, es posible que simultáneamente se pretenda desprestigiar a la enseñanza pública y, con ello, hacer más fácil la privatización de la educación.  El vigente sistema económico global aboga por la privatización de los servicios públicos. Esta noticia se refiere a la enseñanza pública, pero lo mismo se está haciendo con la sanidad pública.

     La privatización de los servicios públicos europeos -hasta ahora, protegidos por el Estado del Bienestar- es algo que llevan intentando los correspondientes lobbies, empujados por un incontenible deseo de hacer negocio. La crisis está proporcionando una excelente ocasión que los integristas del mercado del mercado no están dispuestos a perder. Lo peor son las desigualdades sociales y la degradación medioambiental a la que conduce esa carrera por el beneficio.

     Según el economista, premio Nobel, Paul Krugman, a medida que se incrementa el foso entre unos y otros ciudadanos, la política económica se preocupa cada vez más de la élite, mientras que los servicios públicos para la población en general (sobre todo, la educación pública) se ven privados de recursos. El actual sistema económico concentra la riqueza en cada vez menos manos y mayor amplitud. (Leído en http://elpais.com/diario/2003/06/15/domingo/1055647834_850215.html)

     Unos meses antes de que se publicase la decisión de la Comunidad de Madrid (indicada en la entrada anterior), otro periódico español señalaba, por una parte, la diferencia existente entre los sueldos de un directivo y sus empleados, y, por otra, las consecuencias de una creciente desigualdad económica.

     En relación con las consecuencias de una creciente desigualdad económica, en http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/16/economia/1331908847.html, se informaba de una conferencia que se debía impartir en España (Fundación Sistema) Richard Wilkinson, coautor junto a Kate Pickett, de un libro que "ha sacudido las conciencias de los políticos en Gran Bretaña": Desigualdad: un análisis de la (in)felicidad colectiva (título en inglés, The Spirit Level). Tras numerosos estudios, Wilkinson, especialista en epidemiología social, ha llegado al convencimiento de que las sociedades menos igualatorias son también menos saludables: tienen una menor esperanza de vida, unos mayores niveles de violencia, de adicción, de gente en la cárcel, de embarazos indeseados entre adolescentes, etc.

     En la misma noticia, se mencionaba el nacimiento en Gran Bretaña de un movimiento que se considera el germen de una "democracia económica".

     NOTA. La conferencia impartida por Richard Wilkinson puede verse en TED.