El contenido de este blog se ha cedido al dominio público: puede ser copiado, parcial o totalmente, sin previo permiso de la autora.


sábado, 24 de agosto de 2019

Proteger nuestros bosques


Proteger nuestros bosques para protegernos a nosotros mismos.   Los bosques son complejos ecosistemas gracias a los cuales se regula el clima, disminuye  la contaminación y se filtra el agua. Además, albergan el 75% de la biodiversidad del planeta y proporcionan sustento y cobijo a millones de personas. En definitiva, los bosques son imprescindibles para la vida en el planeta Tierra. La mala noticia es que los bosques están desapareciendo a gran velocidad. En los últimos 25 años ha desaparecido una superficie forestal equivalente al territorio de Sudáfrica.  
En la Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas (ONU) el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 15 es “promover el uso sostenible  de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y frenar la pérdida de la diversidad biológica”.
Siendo imprescindibles para un desarrollo sostenible ¿por qué, en los últimos años, ha desaparecido tantos bosques?  Los bosques están desapareciendo debido a la acción de algunos seres humanos, autores de fenómenos de deforestación, explotación desmesurada  e incendios. La deforestación es consecuencia de una explotación desmesurada de uso de las tierras que inicialmente ocupaban los bosques, principalmente su conversión en terrenos agrícolas. En cuanto a los incendios, en general, estos se deben a una inadecuada o, en muchas ocasiones, ausente,  gestión forestal.
Para lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 15 es necesario promover la gestión sostenible de todos los tipos de bosques, poner fin a la deforestación, recuperar los bosques degradados e incrementar la forestación y la reforestación a nivel mundial.
Sin embargo, alcanzar este objetivo no es cosa fácil dentro del vigente sistema económico-social, para el cual el crecimiento económico (el PIB) es lo más importante y trata como mercancías tanto los derechos humanos como los bienes comunes de la humanidad (los bosques son bienes comunes de la humanidad).  
En distintas “entradas” a este blog  he ido indicando cómo el capitalismo conduce a la desaparición de los bienes comunes de la humanidad y he descrito el comportamiento de las grandes empresas multinacionales en busca de las máximas ganancias económicas posibles.  
En este, como en casi todos los temas, tiene un importante papel los ciudadanos; al fin y al cabo son ellos los principales perjudicados en caso de no alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible que conforman la Agenda 2030.  Reforestar las zonas desbastadas por la deforestación y poblar nuestras ciudades con árboles son iniciativas de los ciudadanos, que nos aportan muchos beneficios. También  son responsabilidad de los ciudadanos elegir bien la madera de con que se han construido sus muebles (en España, el sistema de certificación de madera más común es Madera Justa);  reciclar el papel y el cartón; reducir el consumo de productos que contengan aceite de palma, cuya producción está asociada, en la actualidad, a la deforestación de algunos bosques; aprender a cocinar sin carne, porque una gran parte de la deforestación es causada, por las grandes empresas, al convertir los bosques en tierras para el ganado. Una cosa diferente, que no forma parte de la actividad de las grandes empresas, es la utilización de los rebaños de ovejas o cabras para prevenir incendios forestales. Según la Interprofesional Agroalimentaria del Ovino y Caprino (Interovoc), cuando pastan las cabras y ovejas adultas ingieren entre 1,5 y 3 kilos de materia seca al día, “un manto de combustible listo para arder  cuando llegan las altas temperaturas y falta de precipitaciones propias del estío”. Indica Ana G. Moreno (El País Semanal) “Alemania, Francia o EE. UU. (California) han montado rebaños de ovejas con la idea explícita de que actúen como cuerpos de bomberos”.
En relación con la necesidad de reforestar, hasta donde sea posible, se debe mencionar que en el último informe del IPCC –el grupo  de expertos designado por la ONU para la elaboración de los estudios de referencia en materia de cambio climático- se apuntaba a que los bosques son una herramienta clave contra el calentamiento. “La reforestación puede convertirse en una de las estrategias más efectivas  para combatir el cambio climático y mitigar el aumento de las temperaturas”. Según la revista Science, se han identificado hasta 900 millones de hectáreas de tierras que pueden convertirse en cubierta vegetal. “Esta masa forestal recuperada serviría para almacenar hasta 205 gigatoneladas de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero.  La actividad del ser humano causa emisiones anuales de alrededor de 40 gigatoneladas; la mitad se concentra en la atmósfera y contribuye al calentamiento global; el otro 50% es absorbido y almacenado por océanos y bosques. Lo que persigue este estudio es intentar aumentar la cantidad de dióxido de carbono que capturan los bosques e identificar, a través de imagines por satélite, las áreas susceptibles de ser reforestadas en el planeta”.
“El estudio subraya que estos millones de hectáreas de potencial recuperación no son tierras de cultivo o urbanas, aunque sí reconocen que, al no poder saber cuánta de esa tierra es pública o privada, no es posible conocer la cantidad realmente disponible.  El estudio demuestra que “es posible cumplir el objetivo del IPCC y que tendría un impacto local muy importante para el uso del agua, combatir la erosión, mejorar el clima ocal, y para la biodiversidad y la creación de empleos rurales”. Además, sostiene que esa reforestación ofrecería un colchón temporal al ser humano –de unos 20 años- para que maduren las tecnologías  que pretendan desprenderse de los combustibles fósiles. (El País, “Reforestar 900 millones de hectáreas se abre paso como arma efectiva ante el calentamiento”, 6 de julio de 2019).

sábado, 17 de agosto de 2019

Empatia y solidaridad


Estamos en un momento de la historia de la humanidad en el que lo primero que necesitamos es no olvidar que pertenecemos a la especie humana, tener conciencia de especie.  De este tema ya he hablado hace mucho tiempo. Ahora retomo este tema, porque considero urgente demostrar que es falsa la expresión de Juan Cruz: “La maldad somos nosotros. Se ha ido haciendo con la historia”.
Para entender mejor todo, conviene saber que para el vigente sistema económico-social, interpretando de forma un tanto sui generis la doctrina de Adam Smith, el comportamiento del ser humano responde a un previo cálculo de coste/beneficios. Los seres humanos son egoístas, naturalmente interesados en sí mismos, sus afectos y disposiciones son irreformables, y no cooperarán con los demás en tanto no tengan expectativas de un beneficio propio, o se vean obligados a ello por una fuerza externa. ¿Es por eso que Juan Cruz (El País, 26 de julio de 2019) dice:  “La maldad somos nosotros”. “La violencia, la guerra, la maldad. La huellas del mal está en nosotros”.
Sin embargo, esta idea del ser humano no ha sido avalada por ninguna de las investigaciones en Psicología y Neurociencia.  Es un tema que desde el principio me ha preocupado y al que he dedicado muchas “entradas”. Empecé mencionando el descubrimiento de las neuronas-espejo y mencionando que cuando existe una manipulación consciente y masiva por parte de la élite, se vuelve cada vez más difícil poner de manifiesto nuestra naturaleza empática. La cultura capitalista bloquea, de forma, intencionada nuestra  naturaleza empática.
En un momento determinado me referí a la unánime opinión de que solo podremos sobrevivir si se amplía nuestra empatía hasta que incluya a todos los seres humanos. Jeremy Rifkin, en su libro La civilización empática. La carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis (2010:13), escribe:
“Descubrimientos reciente en el estudio del cerebro y del desarrollo infantil nos obligan a replantear la antigua creencia de que el ser humano es agresivo, materialista, utilitarista, no interesado por naturaleza. La conciencia creciente de que somos una especie especialmente empática tiene consecuencias transcendentales para la sociedad”
“Esta nueva forma de contemplar la naturaleza humana abrir las puertas a una narración que no se ha contado hasta ahora”. “Quizá la cuestión más importante a la que se enfrenta la humanidad es si podemos lograr la empatía global a tiempo de salvar la  tierra y evitar el derrumbe de la civilización”.
En 2008, Gary Olsom, profesor de Ciencias Políticas, publicó un artículo titulado De las neuronas espejo a la neuropolítica moral, en el que intentaba explicar cómo después de que nuestra compresión de la empatía ha aumentado  no hemos sido capaces de producir un mundo más pacífico si no que seguimos en un mundo  colmado de violencia abierta y estructural. Llega a la conclusión de que desde pequeños se nos educa y se nos entretiene para evitar que nos enteremos, o que entendamos el dolor  de los demás. Y ello porque la exposición a determinadas nuevas verdades acerca de la empatía supone una amenaza directa a los intereses de las élites.
  Me pareció oportuno consultar el libro de Luis Rojas Marcos, psicolingüista  en la Universidad de Harvard, que mereció el Premio Espasa Ensayo 1995, titulado   Las semillas de la violencia (1995). En ese libro, Rojas Marcos indica que “el crimen florece allí donde reina el desequilibrio entre aspiraciones y oportunidades o existen marcadas desigualdades económicas;  recuerda a Erich Fromm cuando dice que “que “los hombres y las mujeres no pueden vivir como un mero objeto y sufren intensamente cuando se ven reducidos a una máquina que simplemente come y propaga”. 
Una parte importante de los seres humanos no solo  han sido reducidos, por el sistema capitalista, a simples máquinas, sino que, además, el mismo sistema les ha provisto de multitud de “juguetes” que les impide pensar.  Y como señala Juan Cruz en el texto indicado, “dejar de pensar nos vuelve inhumanos, decía Hannah Arendt.
Pertenezco al grupo de ciudadanos que cree que, a pesar de todo, la empatía y la solidaridad del ser humano, junto con su poder creador, pueden conducir a un paradigma económico distinto del actual. El único problema es que tenemos poco tiempo. Necesitamos que se tome conciencia de que nosotros, los seres humanos, no somos la maldad.

miércoles, 14 de agosto de 2019

Globalización y emigración


En el plano económico, el proceso de globalización se refiere a los movimientos de capitales, de bienes y servicios.   Si tantas son las ventajas de la libertad de movimientos, lo coherente sería que esa libertad se aplicara de igual forma a las personas que a las mercancías y  los capitales. Sabemos que no es así. No existen fronteras para los capitales ni para las empresas pero sí para las personas que no tengan suficiente poder adquisitivo, para las personas que vayan acompañadas, protegidas con suficiente dinero.
Muy interesante es el caso de los “visados de oro”.  “El llamado visado de oro o golden visa fue creado para traer extranjeros de fuera de la Unión Europea que, o bien compraran viviendas de alto nivel (un precio mínimo de 500.000 euros sin contar os impuestos o bien destinaran dos millones de euros a adquirir deuda pública o se hicieran con un millón de euros en acciones, así como para aquellos que impulsaran proyectos  empresariales”. (El País, 4 de marzo de 215, “El Gobierno  suaviza los requisitos de los visados concedidos a inversores”)
El conocido humorista gráfico, EL ROTO, escribió en una viñeta de El País de 9 de julio de 2016: “¡Si traen dinero, son inversores, acogedlos! ¡Si no lo traen, son invasores, expulsadlos!”  Quienes llegan en un barco de una ONG  como Open Arms, no llevan dinero, no son inversores, son personas que huyen de las bombas o de la miseria, “no dejarlos desembarcar”.  Sin embargo, son muy bien recibidos quienes llegan en un crucero, aunque, “según las informaciones que salen de lo diarios estos días, los cruceros contaminan muchísimo por la emisión de los gases SOX (óxidos de azufre). No se puede  cambiar salud por contaminación-riqueza”. (El País, Cartas a la Directora, 6 de agosto de 2019).
 Economistas sin Fronteras habla de una “globalización descompensada”. (30 de noviembre de 2016). A la globalización capitalista no le interesa la contaminación, sino el dinero.
Nacida en la segunda mitad del siglo XX, la actual globalización ha supuesto la “imposición” en todo el mundo de un determinado modelo económico: la cultura del libre mercado se ha convertido en la única cultura. El escritor Manuel  Vázquez Montalbán sostiene que la globalización “no es una abstracción, sino una manera de llamar a la fase actual de dominación del sistema capitalista” (Citado por Luis de Sebastián, nacido en1934 y fallecido en 2009, fue  entre otras cosas, catedrático de Economía en el ESADE de la Universidad Ramón Llull de Barcelona, en su libro Razones para la esperanza en un futuro imperfecto, 2003-33, Barcelona, Icaria editorial/Intermón Oxfam).
Antes de imponerse la actual globalización, a lo largo de la historia todos los humanos fuimos alguna vez emigrantes.  En estos momentos, impregnados de la cultura que ha impuesto la globalización, la mayor parte de los políticos  intentan convencernos de que debemos evitar la entrada de inmigrantes, a pesar de que existen múltiples estudios que demuestran  que el aporte neto de los inmigrantes  es positivo, tanto desde el punto de vista económico como social.
Un estudio de La Caixa de 2011 –cuando el porcentaje de habitantes nacidos en el extranjero había superado el 10%- reveló que los inmigrantes aportan a la economía más de lo que reciben. “Los inmigrantes reciben menos del Estado de lo que aportan a la Hacienda pública” sentencian los autores del estudio, elaborado por Francisco  Javier Moreno, del Instituto de Políticas Públicas de CSIC, y por María Bruquetas, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Amsterdam. (https://www.eldiario.es/desalambre/Espana-inmigracion-ventajas_0_783222076.html)
Puede resultar paradójico que en un país de emigrantes, como es España, haya calado un discurso que muestra a las migraciones, no como un fenómeno normal, sino como un problema que hay que regular, mantener o controlar, a menudo mediante métodos que violan los derechos humanos más básicos.

viernes, 9 de agosto de 2019

Armas sin control


En 1987 los presidentes Reagan y Gorbachov  firmaron el tratado conocido por las siglas INF (Intermediate Range Nuclear Forces), que supuso el final de la Guerra Fría, que nunca olvidaremos quienes vivimos esos años. El sábado último (3 de agosto de 2019) terminó la vigencia  del que se considera una de los mejores acuerdos internacionales del siglo XX.
Después de ese tratado se preé la desaparición de otros.  “Sin tratados limitativos, sin multilateralismo, sin controles mutuos y sin medidas de confianza, la seguridad de las superpotencias se fía de nuevo el crecimiento de los presupuestos de defensa, en la búsqueda de armas milagrosas y, finalmente, en la amenazadora escalada armamentística”. (“Armas sin control”, El País, 5 de agosto de 2019).
Y así estamos ahora. Armas sin control. Descontrolada fabricación, compra y venta de armas. El crecimiento económico de un país se mide por el Producto Interior Bruto (PIB). El PIB aumenta con la fabricación de armas. Para algunos dirigentes políticos, tan importante como el PIB es el concepto de “seguridad nacional”, aunque, en realidad, a lo que conducen las  armas es a la guerra con una multitud de “daños  colaterales”.  Son daños colaterales  la muerte de personas, entre ellas, niños y niñas inocentes.
Además, la fabricación de armas supone un gasto innecesario de recursos naturales  y de dinero que podría utilizarse para satisfacer las necesidades de sus ciudadanos; ello sin contar con la creación de problemas  de contaminación o contribución al cambio climático.
En la presentación  de un nuevo submarino nuclear, el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo: “Lo que se construye aquí es la independencia de Francia, nuestra soberanía, es nuestra libertad de acción, nuestra propia condición de gran potencia mundial”.  (“Francia refuerza su flota con un nuevo submarino nuclear”, El País, 13 de julio de 2019)
La ceremonia de presentación de ese nuevo submarino nuclear  “no fue más que la celebración del fin de la construcción del primero de los seis submarinos previstos en el programa Barracuda, que comenzó con tres años de retraso y de alto coste: en total, las seis unidades previstas costarán 9.100 millones de euros”.  ¿De dónde sacará el gobierno francés ese dinero? ¿No hay en Francia ninguna persona que carezca de lo que es imprescindible para llevar una vida digna?  ¿Son los submarinos nucleares  más importantes que las personas?
   En la misma página del periódico en el que se daba esa noticia figuraba otra que se titulaba “Cientos de sin papeles ocupan el Panteón de París”. En ella se indicaba que varios centenares de inmigrantes , es decir, seres humanos,  “fueron desalojados ayer (12 de julio) por la policía del Panteón de París, monumento que habían ocupado para reclamar su regularización, alojamiento  y un encuentro con el primer ministro, Édouard Philippe, para discutir sobre la política migratoria de Francia”. La acción coincidió con el anuncio, efectuado desde la otra orilla del Sena por la alcaldesa Anne Hidalgo, de que París condecorará a Caroline Rackete, capitana del barco Sea Eatch 3, convertida en símbolo de la lucha contra la política antinmigración del ministro del Interior italiano, Matteo Salvini.
“La decisión de ocupar la tumba de los grandes héroes de Francia se tomó para denunciar la existencia  de viviendas vacías en la capital francesa. Los manifestantes también protestan contra la retención de los migrantes en los centros que califican –igual que han hecho en las pasadas semanas numerosas asociaciones- de prisiones para los extranjeros”.
¿Recuerdan ustedes lo que decía el senegalés Felwine Sarr acerca de que la hospitalidad es un derecho?  (“África”, 19 de junio de 2019)

miércoles, 7 de agosto de 2019

Política migratoria


El 3 de octubre de 2013, 368 personas –niños, mujeres y hombres- perdieron la vida en un naufragio en la costa de Lampedusa, Italia. 
La plataforma Tu Mueves Europa quiere que Europa conmemore ese trágico aniversario cada año, para mostrar nuestra solidaridad con los inmigrantes. Se pide que ese día sea el Día Europeo de la Memoria y la Acogida. Esta plataforma quiere mostrar a nuestros representantes políticos que los ciudadanos europeos se solidarizan con los inmigrantes y no quiere más muertes en el Mediterráneo.
La tragedia en el Mediterráneo continúa. Un grupo de abogados internacionales denuncia la política migratoria de la Unión Europea por crímenes contra la Humanidad.(El País, 3 de junio de 2019).
En palabras de Céline Bardet, jurista internacional especialista en crímenes de guerra, “los migrantes siguen intentando huir en pateras y otras embarcaciones precarias, primero de sus países, y después de las atrocidades de los campos libios en los que les torturan, los matan de hambre y a menudo los violan”. La Unión Europea ha declarado oficialmente  que considera “la crisis migratoria prácticamente terminada”.  “Se felicita por haber traspasado el problema, en gran parte, a Estados como Turquía y Libia y haber entrenado a golpe de millones de euros a los guardacostas libios, lo que hace posible que la mayor parte de los migrantes que antes emprendían el viaje ahora ya no puedan hacerlo, pero, sobre todo, que los que lo emprenden sean interceptados y devueltos a Libia”.  
Escribe Céline Bardet que “sin embargo, la defensa de los derechos fundamentales por los que tanta gente lucha en el mundo  es lo único que salvará a la UE. (El País, “La fractura de Europa”, 2 de agosto de 2019).
 El 3 de octubre será un día para reflexionar sobre estas muertes; un día para revindicar políticas de acuerdo con nuestros valores  europeos; un día para recordar el pasado, para corregir el presente y para visualizar un futuro europeo de solidaridad y respeto para todas las vidas humanas.
En el documento preparado por la plataforma Tu Mueves Europa, se menciona a la organización Snapshote from Borders, un proyecto de 3 años cofinanciado por la Unión Europea dentro de la línea presupuestaria “EuropeAid DEAR”, integrado por 35 socios que son Autoridades locales fronterizas y organizaciones de la sociedad civil. El objetivo de Snapshote from Borders es mejorar la comprensión crítica de las decisiones políticas a nivel europeo, nacional y local, y de la opinión publica acerca de las interdependencias globales que determinan los flujos migratorios hacia las fronteras europeas, con la perspectiva de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en especial los objetivos 1 (fin de la pobreza), 5 (igualdad de género), 10 (reducción de las desigualdades), 11 (ciudades y comunidades sostenibles) y 16 (paz, justicia e instituciones sólidas). http://www.snapshotsfromtheborders.eu/spain-project/
En parecida línea trabaja Ashoka, entidad que organiza encuentros que atraen a empresarios sociales de todo el mundo para colaborar en temas que van desde el tráfico de personas a la resolución de conflictos. El proyecto “Hello Spain . La innovación social para la migración en España”  pretende aplicar en España el proyecto Hello Europa, una iniciativa creada en 2016 en respuesta a esta necesidad. El modelo, entonces creado, se ha probado con éxito en Alemania, Austria y Holanda.
¿No escucha Bruselas a una ciudadanía que se organiza y decide dejar de respetar la ley cuando se vuelve inmoral e injusta? El último ejemplo lo constituye el apoyo masivo a la capitana de Sea-Watch 3. ¿Qué decir de una sociedad cuando llega a ese punto? Diga lo que diga la UE, es evidente que no pueden aplicarse políticas migratorias restrictivas más que violando los derechos humanos. 
La jurista internacional, Célina Bardet, escribe que, entre otras cosas, “es necesario que la UE recupere su peso político respecto a los países en los que financia programas,  que imponga unas normas de respeto a los derechos humanos como condición para esa financiación. Y hay que abordar la situación en Libia”.  Según ella, “los inmigrantes pueden reforzar a la población activa, estimular  las inversiones e impulsar el crecimiento. Por eso, lo que debemos cambiar es el enfoque y el relato, para que quede claro que el flujo migratorio no es el drama que se vive hoy sino que puede   ser una solución para nosotros, los europeos”.