El 6 de febrero último, la ministra de Defensa, María Dolores
de Cospedal, firmó un convenio con la asociación de centros de enseñanza
privados (ACADE) para “para llevar la cultura de defensa a las aulas y facilitar
que profesores y alumnos conozcan la labor y los valores de las Fuerzas
Armadas”. ¿Valores de las Fuerzas Armadas? Según el Diccionario de la Lengua
Española (DEL) “valor” es el “grado de utilidad o aptitud de las cosas que
satisfacen las necesidades o proporcionan bienestar o deleite”. ¿Qué
necesidades satisfacen o que bienestar a deleite proporcionan las Fuerzas
Armadas? Desde mi punto de vista, las Fuerzas Armadas solo son útiles o aptas para
la guerra, y la guerra no proporciona ni bienestar ni deleite.
Durante la sesión de control al Gobierno en el senado,
Cospedal enumeró los principios que, a su juicio, “motivan el trabajo de los militares,
como la solidaridad, la defensa del país, el trabajo en equipo, la
responsabilidad, la libertad o la defensa de los valores constitucionales”.
¿Cómo puede decirse que la solidaridad, la responsabilidad, la libertad y la
defensa de los valores constitucionales pueden motivar el trabajo de los
militares? ¿Cuál es el trabajo de los militares?
¿Cómo es posible que en el siglo XXI y después de la Primera
y Segunda Guerras Mundiales y la Guerra Fría alguien piense en fortalecer las
Fuerzas Armadas? Terminada la Segunda Guerra Mundial se creó la Organización de
Naciones Unidas cuyo documento fundacional comienza así: “Nosotros, los
pueblos, hemos decidido evitar a las generaciones futuras el horror de la
guerra”. Debemos, en oposición a lo que está
haciendo Cospedal, instaurar una cultura de paz para evitar el horror de la
guerra. Una cultura de paz y no de violencia.
Una condición imprescindible para vivir en paz es que
desaparezcan los ejércitos y la fabricación de armas. Sin duda, esto es muy
difícil, debido al poder que las grandes empresas armamentísticas tienen sobre
los gobiernos. De todas formas, según Emmanuel Kant, puesto que quien sufre las
consecuencias de una lucha armada son los ciudadanos, no el presidente o jefe
de Estado, en una auténtica democracia no es posible una declaración de guerra.
¿Es realmente democrático nuestro gobierno?
Conviene recordar que la Unión Europea nació para evitar
futuras guerras entre naciones. Son muchos los especialistas que considera
necesaria la instauración de una federación de Estados libres.
El Premio Nobel Joseph E. Stiglitz, en su libro El molestar en la globalización (2002:17),
escribe: “Constituimos una comunidad global y como todas las comunidades
debemos de cumplir una serie de reglas para convivir. Estas reglas deben ser –y
deben parecer- equitativas y justas, deben atender a los pobres y a los
poderosos, y reflejar un sentimiento básico de decencia y de justicia social”.
Cospedal habla de defensa del país. Vistas las consecuencias del
sistema económico en el que estamos inmersos –globalización- ¿alguien piensa en
que todo se puede resolver fortaleciendo las Fuerzas Armadas? De los que urge
defendernos, en estos momentos, son los fondos de inversión de alto riesgo que
han desembarcado en nuestro país para hacer negocio con la vivienda, la sanidad
y las residencias de ancianos provocando nefastos efectos en la vida de las
personas, y de las grandes corporaciones que se están apropiando de nuestros bienes
comunes, bienes comunes de la humanidad. En la actualidad, esos son los retos
más importantes a los que se enfrentan todos los países –no solo España-, y
ninguno de ellos puede ser afrontado por unas Fuerzas Armadas, pero sí por una comunidad global a través de una cultura
de paz. Si todos somos habitantes del mismo planeta y todos
los problemas son de todos, no parece aceptable sentirse miembro de un país.
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