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domingo, 16 de febrero de 2020

Comunidades de transición


En la “entrada” de fecha 14 de enero de 2020 empecé a comentar el artículo de Miguel Ángel García Vega sobre la necesidad de repensar la economía liberal. Posteriormente, el 14 de enero, me referí a economistas, que según Garcia Vega, habían presentado alguna reforma al capitalismo. Ahora debo confesar mi extrañeza ante la ausencia de alguna propuesta de la sociedad civil, sobre todo después de haber leído lo que ha dicho Joseph Stiglitz acerca de que la verdadera fuente de riqueza de una nación es la creatividad y la innovación de su gente.
Para poner de manifiesto la creatividad y la innovación del ser humano y, por tanto, de los ciudadanos, prometo exponer las alternativas al capitalismo, que conozco, diseñadas por ciudadanos. Hoy voy a empezar por las “comunidades de transición”.
El capitalismo siempre ha funcionado ignorando que los combustibles fósiles son un recurso natural no renovable  y que, en algún momento, no estarían a nuestra disposición.  Se denomina  cénit de petróleo al momento en el cual se alcanza la tasa máxima de extracción de petróleo global y tras el cual la tasa de producción entra en un declive terminal. Aunque algunos gobiernos están permitiendo que se extraiga combustibles fósiles después de que, en ese yacimiento, se ha llegado al cenit, no tendremos más remedio que diseñar un mundo sin esos recursos, incluso aunque los gases procedentes de su combustión no fueran tan dañinos como lo son.  Porque esos gases son los culpables del cambio climático, la transición de un mundo con combustibles fósiles a otro sin combustibles fósiles, la debemos que realizar lo antes posible: somos responsables de dejar a las generaciones futuras un mundo donde sea posible  la vida del ser humano. 
El ambientalista Rob Hopkins, docente de una escuela de adultos en la Universidad de Kinsale (Irlanda) en 2005,  abordó, junto con sus alumnos, el problema de cómo la sociedad podía funcionar sin necesidad de petróleo. De ese trabajo surgieron las llamadas “comunidades (pueblos o ciudades) de transición”
El objetivo principal del proyecto de las comunidades de transición es animar a crear un modo de vida sin combustibles fósiles. Se anima a las comunidades a buscar métodos de bajo consumo de energía, así como aumentar su propia autosuficiencia. Una comunidad de transición no es una comuna, ya que cada uno tiene su trabajo y sus bienes, pero sí que es un pacto de cooperación en el que cada uno está dispuesto a ayudar a su vecino cuando tenga algún problema, con la seguridad que los demás harán lo mismo el día que los problemas tengan su propia cara.  Su modo de hacer está muy relacionado con la economía colaborativa: empresas de intercambio de residuos, reparación y reciclaje de objetos antiguos en lugar de tirarlos a la basura, etc. 
Una faceta importante de las “comunidades de transición” es la sustitución del verbo “competir” por los de “colaborar” y “compartir”. Aunque el objetivo inicial fue diseñar una forma de vida sin petróleo, ahora es crear un mundo mejor para nosotros  y nuestros descendientes: poner de manifiesto la posibilidad de una vida más alegre y satisfactoria que la actual cambiando nuestra mentalidad, rechazando el modo de vida eslavo que conduce la cultura del consumo construida por el actual sistema económico-social, obsesionado por un crecimiento económico ilimitado, en un planeta limitado.
El concepto se ha difundido rápidamente.  Es muy difícil saber cuántas ciudades y pueblos han suscrito un plan de comunidad de transición. Parece que en septiembre de 2008 ya eran cientos los pueblos y ciudades reconocidos oficialmente como comunidades de transición en Reino Unido, Irlanda, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Italia e, incluso, en Chile. Barrios de grandes ciudades han empezado a organizarse como comunidades de transición. En España, este movimiento es todavía incipiente, sin embargo, últimamente parece estar cogiendo mucha fuerza, junto con la economía colaborativa
Si bien el enfoque y los objetivos siguen siendo los mismos, los método utilizados para lograrlo esos objetivos varían. Por ejemplo en algunas partes se ha introducido una moneda local.
Existen bastantes páginas web creadas para hacer fácil la creación de comunidades de transición, ayudar a insertarse en red y/o intercambiar proyectos, ideas y actividades.
Se puede afirmar que las comunidades de transición, como el resto de alternativas ciudadanas al actual sistema económico-social,  son consecuencia de que cada vez más ciudadanos han tomado conciencia de que pertenecen a la especie humana y, como tales, se sienten responsables del bienestar de las generaciones futuras.

miércoles, 5 de febrero de 2020

"Los mercados" y el Foro Económico Mundial


En la noticia “Davos no teme el pacto con Iglesias" (El País, 23 de enero de 2020), se indica que Pedro Sánchez, asistió al Foro Económico Mundial y, entre otras actividades,  allí  mantuvo una reunión con un grupo de   inversores. “En el encuentro había representantes de Zurich Insurance, Soros Fund, BC Tartners, McKinsey, Dow Corporate, Citigroup, Bank of America o Salesforce”.
En esa reunión con inversores, y en otras con los máximos responsables de  Apple, Google, Renault o Arcelor Mittal, Sánchez se llevó a Nadia Calviño, la vicepresidenta económica, y a Teresa Rivera, la de transición ecológica, ambas elegidas por él y no por Iglesias, para mostrar que las decisiones clave del Ejecutivo en política económicas están en manos de las mismas personas que cuando el PSOE gobernaba en solitario.  Era importante convencer a algunos inversores que el grupo de Pablo Iglesias no jugaba un papel importante:    algunos  inversores  admitieron que el grupo de Pablo Iglesias había dicho, en el pasado, cosas  que no lo colocan como en un partido “market  friendly” [favorable a los mercados].
Al final,  el jefe de operaciones internacionales de Morgan Stanley, Frank Robert Petitgas, dijo: “El mercado ha comprobado bien este Gobierno, cree que va a ser razonable y responsable y hará una política seria”. El mensaje general fue que se confiaba en el Ejecutivo español.
Desde mi punto de vista, los inversores, los mercados, no deberían entrometerse en esas cosas.  Recuerdo ahora lo que escribió Joaquín Estefanía, licenciado en Ciencias Económicas y en Ciencias de la Información, siempre ha trabajado en El País,  en su libro Hij@, ¿qué es la globalización? La primera revolución del siglo XXI (Aguilar, 2002). Al final de su primer capítulo afirma que hay un desplazamiento de poder desde los gobiernos a los mercados. Y explica que cuando en el verano de 1997, una oleada sacudió a los países asiáticos, el primer ministro de Malasia declaraba impotente:  “En todos estos países hemos estado trabajando durante treinta o cuarenta años tratando de levantar nuestras economías. Y ahora viene un tipo que dispone de miles de millones de dólares [se refiere a Soros] y en un par de semanas deshace todo nuestro trabajo”.  A continuación, Estefanía comenta que el 1 de enero de 1999 tomó posesión por segunda vez de su cargo como presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso;  en su discurso de investidura afirmó desafiante: “No seré el gestor de la crisis. El pueblo me ha elegido para vencer”. Apenas quince días después, los mercados derrumbaban su proyecto mediante un formidable ataque especulativo que conseguía una fortísima devaluación del real, la moneda brasileña. La economía de ese país entraba en recesión.
Joaquín Estefanía termina este capítulo con el siguiente párrafo: “¿Para qué votar, nos podríamos peguntar en el extremo, si la política de un Gobierno libremente elegido no es tan determinante para el bienestar de los ciudadanos de ese país como la acción de un grupo de operadores anónimos (los famosos mercados), que actúan como epicentro de un terremoto financiero a miles de kilómetros de donde su decisión va a tener efecto?”.

lunes, 3 de febrero de 2020

Foro Económico Mundial


Hace unos días se celebró la 50ª edición del Foro Económico Mundial (WEF, por su siglas en inglés o Foro de Davos por el nombre de la ciudad en que tiene lugar. Habiendo tenido acceso al comunicado de las grandes empresas de EE.UU. reunidas en torno a la Business Roundtable  y lo que escribió en diciembre de 2019  Klaus  Schwab, fundador de Davos, es, a mi juicio, obligatorio conocer cómo transcurrió este año  el Foro Económico Mundial.
El fundador de Davos escribió en diciembre de 2019: “El capitalismo descuidó el hecho de que una empresa es un organismo social además de un ente con fines de lucro. Esto, sumado a las presiones ejercidas por el sector financiero con respecto a la obtención de resultados a corto plazo, hizo que estuviera desconectado de la economía real. Somos muchos los que hemos visto que esta forma de capitalismo ya no es sostenible”.
En el artículo “El Foro de Davos somete a examen el futuro del capitalismo” (El País 20 de enero de 2020) se recuerda ese texto de Klaus Schwab y se indica que el Foro de este año se va dedicar a lo que han denominado  “el capitalismo de los grupos de interés  (stakeholder capitalism), para apostar por  un modelo económico integrador  y sostenible que corrija los problemas que ha creado el propio capitalismo y que se han agudizado desde el estallido de la crisis que se inició en 2008”. A los empresarios que acudieron a Davos se les  planteó un nuevo manifiesto que establecía  la necesidad de “las firmas paguen un porcentaje equitativo de impuestos, tengan tolerancia cero a la corrupción, respeten los derechos humanos en sus cadenas de suministro y compitan en igualdad de condiciones”.  Es necesario   “reinventar el capitalismo en el siglo XXI para le gente, el planeta y la prosperidad”, dijo Arancha Gonzáles Laya, antes de ser nombrada ministra de Asuntos Exteriores.
En el citado artículo periodístico se indica que  Juan Costa, socio de EY Global - una de las más importantes firmas de servicios profesionales del mundo - había subrayado la necesidad de “cambiar el modelo de creación de valor y adaptarlo a las políticas públicas”, de forma que vaya más allá del PIB. Costa recordó que hay gobiernos, como el neozelandés, que ya han aprobado un “presupuesto del bienestar”.  
Para terminar, la periodista, autora de ese artículo indica que entre los puntos destacados del manifiesto se incluye “la necesidad de ajustar la remuneración en los niveles ejecutivos de las compañías, cuyos salarios se han disparado desde la década de los setenta”. Y expresa lo que parece su opinión:  No parece, sin embargo, que los visitantes habituales a Davos estén dispuestos a abordar ese debate por mucho que lo plantee el Foro Económico Mundial. Ni siquiera las personas con un patrimonio  superior a los 1.000 millones de dólares que acudirán hasta la estación de esquí suiza”.
No sé que pensar.