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miércoles, 29 de mayo de 2019

Alternativas al PIB


“Nueva Zelanda será el primer del país del mundo con un presupuesto que se medirá no por el crecimiento económico (PIB) sino por el bienestar de su ciudadanía”, así empieza un artículo de opinión, “Lección desde las antípodas”, publicado en el periódico El País del día 17 de mayo de 2019.  En él,  su autora, Cristina Manzano, dice: ”Uno de sus objetivo es que el presupuesto esté, también, al servicio de los que se ha quedado atrás; de los que, pese a vivir en uno de los países más desarrollados del mundo, no pueden disfrutar de su prosperidad”.
“El de sustituir el PIB como única vara de medir el existo  es un debate que viene de lejos. Aunque es la primera vez que un país organiza su presupuesto –su principal herramienta política- en torno a esa idea”.  
No es la primera vez que un país organiza todo su presupuesto sin tener en cuenta el PIB como única vara de medir su éxito. He recordado el caso de Bután, situado en la región del Himalaya, entre China e India. Cuenta con una población de unos 700.000 habitantes y un territorio similar en extensión a Suiza. Las autoridades de ese país decidieron, en un momento determinado sustituir el Producto Nacional Bruto (PNB) por la Felicidad Nacional Bruta (FNB). 
Jeffrey D. Sachs, director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia y profesor en esa misma universidad, escribió un trabajo publicado en ese mismo periódico el 4 de septiembre de 2011 bajo el título "La economía de la felicidad", en el que señala que decenas de expertos se reunieron en la capital de Bután, Thimphu, para analizar la experiencia del país. "Nos reunimos tras una declaración de la Asamblea General de Naciones Unidas del mes de julio que instó a los países a examinar de qué manera las políticas nacionales pueden promover la felicidad en sus sociedades". En ese trabajo, Sachs señala las conclusiones a las que llegó acerca de qué manera puede reordenarse la vida económica "para crear una sensación de comunidad, confianza y sostenibilidad ambiental".  Según él, no deberíamos denigrar el valor del progreso económico, porque alivia la pobreza, un paso vital para fomentar la felicidad. Cuando la gente tiene hambre, carece de las necesidades básicas, como agua potable, atención médica y educación, y no tiene un empleo digno, sufre. Progreso económico, pero no olvidando que la búsqueda inquebrantable del PIB ha llevado a grandes desigualdades en materia de riqueza y poder, ha alimentado el crecimiento de una vasta subclase, ha sumergido a millones de niños en la pobreza y ha causado una seria degradación ambiental.
Por su parte, Cristina Manzano indica, en el artículo mencionado: “Detrás de todo ello está la necesidad, acuciante, de buscar alternativas a la vorágine de consumo y destrucción del planeta en la que estamos inmersos”.  Como ejemplo, recuerda El informe Los límites al crecimiento, del Club de Roma de 1972, que “alertaba del colapso de los recursos naturales al que nos abocaba un crecimiento económico y demográfico desbocado”.
 Y para terminar recuerda un artículo, “Un declive sin precedentes” (El País, 14 de mayo de 2019) en el que Joaquín Estefanía reclamaba “la alineación del presupuesto español con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible”. “Agenda 2030, una especie de nuevo contrato social global de valores ciudadanos que desborda al producto interior bruto (PIB)   como la fórmula de medición más idónea del bienestar de los individuos y los países. La Agenda 2030 ha sido definida como una visión compartida del desarrollo; un desarrollo que no puede basarse solo en el crecimiento económico, sino que  ha de sustentarse en una economía ética (no sería un oxímoron) que favorezca sociedades inclusivas y que respete el medio ambiente: el desarrollo será sostenible o no será, dicen los promotores de la agenda”.
Con ocasión de las Elecciones Europeas, Frans Timmermans, candidato a presidir la Comisión europea, en uno de sus viajes a España dijo: “La UE no sobrevivirá si no regulamos la nueva economía”. (El País, 24 de mayo de 2019).

sábado, 25 de mayo de 2019

El agua


Hace unos años se nos aconsejó sustituir la bañera por la ducha para ahorrar agua. El agua es un recurso natural renovable, es un bien común de la humanidad, es de todos y no es de nadie; estará a disposición de la humanidad siempre que respetemos el tiempo necesario para su renovación, a través del ciclo natural correspondiente.
Dadas estas características no es de extrañar que en la Agenda 2030 se incluya un Objetivo (ODS 6) que consiste en “garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”. La FAO  recuerda que la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial, una cifra alarmante que probablemente crezca con el aumento de las temperaturas globales producto del cambio climático. A pesar de los avances, la decreciente disponibilidad de agua potable de calidad es un problema importante que aqueja a todos los continentes.
Por otra parte, es muy importante tener en cuenta que si queremos migar la escasez de agua es fundamental proteger y recuperar los ecosistemas relacionados con este recurso, como los bosques, montañas, humedales y ríos. También se requiere más cooperación internacional para estimular la eficiencia hídrica y apoyar tecnologías de tratamiento en los países en desarrollo. Todo lo anterior forma parte de los ODS 12 y 15.
¿Por qué se me ha ocurrido hablar hoy de este tema? Porque aunque con un poco de retraso, ha leído una noticia publicada en El País, Planeta Futuro el día 1 de este mes. La noticia gira en tono a las consecuencias de la actividad minera en busca de oro y plata en la región de Aysén, en el parque nacional de la Patagonia. Estos trabajos afectarán de forma grave a una gran superficie que, aparte de valores paisajísticos, arqueológicos y humanos, tiene un lago que constituye una de las principales reseras de agua dulce de Chile y del planeta. ”El lago General Carrrera es un escenario natural asombroso rodeado de cumbres eternamente nevadas. Se alimenta de los glaciares del Campo de Hielo norte. Una de las grandes reservas de agua dulce del planeta. La zona, además, posee un importante patrimonio geológico y arqueológico”.
¿No es posible prohibir a una empresa multinacional  que destruya las reservas de un bien común de la humanidad?  O de otra manera  ¿no tiene autoridad suficiente un gobierno nacional para rechazar la oferta de realización de un trabajo cuyas consecuencias afectan a todo el mundo?
Daniel Innerarity , filósofo, en las últimas elecciones, candidato a las Europeas, en una entrevista publicada en El País (21 de mayo de 2019) indica: “Se ha producido muchas transformaciones que observamos con diagnósticos y conceptos obsoletos. ¿Estamos capacitados para entender la complejidad de las cosas? Caminamos hacia sociedades cosmopolitas, abiertas, integradoras”. Hablando de la Unión Europea, señala la dificultad debida a que los Estados se “resisen a ceder soberanía”. “De lo que hay que hablar es de cómo se comparte la soberanía. La humanidad ha vivido sin estados  lo seguirá haciendo en el futuro”. Una de esas transformaciones está relacionada con el proceso de globalización, la consideración de los bienes comunes de la humanidad como mercancía, y el nacimiento de  grandes corporaciones, dominadoras del planeta. Si para estas últimas no existen barreras, los problemas que planteen solo se podrán resolver mediante un gobierno mundial. 
Paul Collier, Director del Centro de Estudios de Economías Africanas, en su libro El club de la miseria. Qué falta en los países más pobres del mundo (2009, Turner Ediciones), después de explicar cuáles son las razones por las que algunos países pertenecen al club de la miseria, aborda el tema de cómo resolver ese problema. Una de las “trampas” por las que algunos países, ahora, pertenecen al club de la miseria es la “trampa de los recursos naturales”; en este caso,  la existencia en su suelo de oro y plata. En relación con la trampa de los recursos naturales, indica: “Nuestra inacción política no significa que el mundo rico sea pasivo; significa que las poderosas fuerzas de la globalización seguirán poniéndose de parte de los políticos corruptos y desaprensivos de esas sociedades”.
En el último capítulo,” Un plan de acción”, Collier afirma que “la solución del club de la miseria beneficiaría a todo el mundo”, y propone la “promulgación de normativas internacionales”. Tras confesar su creencia de la imposibilidad de conseguir, a corto plazo un gobierno mundial, analiza las ventajas y los inconvenientes de instituciones ya existentes, una de ellas, la Comisión Europa, para terminar diciendo: “Lo que hace falta son nuevos clubes pequeños formados por países afines que adopten normas que los distingan del resto, pero que adopten normas que los distingan del resto, pero que al mismo tiempo sean capaces de expandirse; en dos palabras, clubes de libre acceso que observen normativas”.
“Tengo un hijo de seis años y no quiero que crezca en un mundo que tiene una enorme herida abierta: mil millones de personas sumidas en la desesperación mientras el resto del mundo disfruta de una prosperidad sin límites”,  confiesa Paul Collier.

lunes, 20 de mayo de 2019

Responsabilidades. Cambio climático


En su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua Española (año 1973), Miguel Delibes señaló la angustia que experimentaba por el futuro de una Tierra sometida a una intensa explotación a causa de las exigencias de la era tecnológica. Demostración de esa angustia, es el libro que escribió, más de treinta años después en colaboración con su hijo, el eminente biólogo, Miguel Delibes de Castro,  La Tierra herida ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos? (2005, ed. Destino para Círculo de Lectores)   En este libro, se analizan en profundidad las principales cuestiones climáticas y ecológicas que están en el centro de los problemas actuales, desde un gran rigor científico y una gran sensibilidad.
Hablando del cambio climático Miguel Delibes-hijo indica que “los ciudadanos tenemos que desempeñar un papel importante forzando a las empresas y a los gobernantes a cambiar. Si no lo hacemos, ocurrirá lo que ya está ocurriendo, que unos por otros dejaremos la casa sin barrer”.
Unas líneas más tarde a la pregunta de su padre acerca de si “en este conflicto no hay intereses egoístas, problemas éticos?”. Miguel Delibes-hijo, contesta: ”Hay intereses poderosos y bien conocidos detrás de los que pretenden que las cosas sigan igual.[…]  El lobby más poderoso de aquel país –los Estados Unidos-, hoy por hoy, es el de las empresas del petróleo y el gas. […] Este lobby capaz de encender guerras, de sufragar gastos militares para garantizarse el petróleo de Oriente Próximo a mayor precio del que cuesta el propio petróleo, de proponer la descatalogación del refugio natural más importante de Alaska para explotar sus yacimientos de crudo, ¿cómo va a ratificar el Protocolo de Kioto? ¿De verdad podemos creer que le preocupa más el futuro de la humanidad que sus propios intereses?”. Como ejemplo: “En abril de 2002, el director desde hace años del Grupo de Expertos de la ONU sobre cambio climático, el doctor Watson, representante de Estados Unidos y sinceramente preocupado por su misión, fue cesado tras una fuerte campaña diplomática en su contra. Poco antes se había filtrado un informe de varias empresas petroleras que proponían a la administración de Bush la estrategia a seguir para conseguir que Watson fuera sustituido por otra persona más amistosa”. 
A continuación, Miguel Delibes-hijo indica: “Suele atribuirse el desinterés por el futuro de medioambiente a la ausencia de una ética intergeneracional. En otras palabras, se supone que, aunque casi nunca lo hagamos, deberíamos adoptar las decisiones de hoy teniendo en cuenta las condiciones en que vamos a dejar el mundo para los hombres de mañana. Probablemente, sin embargo, este discurso se ha quedado, al menos en parte, anticuado, puesto que las decisiones de hoy ya están haciendo sufrir  a las generaciones de hoy. Ya estamos purgando nuestros pecados. No hay que discutir, por tanto, los pros y los contras de una ética intergeneracional aparentemente contrapuesta a otra ética intrageneracional. Hay que hablar solo de ética, para todos y para todo tiempo”.
Sin embargo, ante la aparente poca preocupación por los graves problemas con que van a enfrentarse nuestros hijos a causa de algo que hemos realizado nosotros y, sobre todo, por los reproches de los jóvenes, han empezado a proliferar los textos sobre   la ética intergeneracional. A continuación, solo un ejemplo.
En https://www.efeverde.com/blog/creadoresdeopinion/juventud-clima-responsabilidad-intergeneracional/, el 13 de marzo de 2019  Jesús Marcos Gamero publicó un artículo “¿Qué les importa más a los jubilados, sus pensiones o el cambio climático?, al que pertenecen los siguientes párrafos: “El colectivo de mayores y pensionistas está muy movilizado debido a las dudas que se ciernen sobre el futuro y sostenibilidad del sistema de pensiones. Pero, ¿qué responsabilidad tienen ante el cambio climático y las generaciones más jóvenes, estos mayores que de forma justa se manifiestan por el mantenimiento y mejora de sus pensiones?
A la larga, ¿que será más importante para ellos? ¿El poder disfrutar de una pensión digna hasta el resto de sus días, o pensar que sus descendientes van a poder disfrutar de un entorno y unas condiciones de vida adecuadas?
Nuestros mayores no pueden limitar sus demandas al futuro de sus pensiones, ni dejar  para los más jóvenes la gestión de un problema que se entiende que les va a afectar en menor medida a su tiempo vital. Sería una forma moralmente repudiable de eludir y postergar una responsabilidad que evidentemente recae en mayor medida sobre los más mayores que sobre los jóvenes. Además, eludir esa responsabilidad intergeneracional sería una forma de ignorar el problema del cambio climático”.
Los despreciaba, porque pudiendo hacer tanto se atrevieron tan poco
Albert Camus

domingo, 19 de mayo de 2019

Economía del Bien Común


La Economía del Bien Común es, por ahora, la mejor vacuna  contra lo que el abogado José María Soroa denominaba "cáncer de la democracia", porque además de ser un sistema económico que gira alrededor de la cooperación y no de la competencia, pone un límite  a la propiedad privada, es decir a la máxima cantidad de posesiones que puede tener un ciudadano. 
 La Economía del Bien Común quiere convertirse en una palanca de cambio a nivel económico, político y social, un puente entre lo viejo y lo nuevo. Para ello apuesta por la creación de redes locales de empresas, organizaciones, municipios y ciudadanos, que fomenten y lleven a la práctica los valores de una economía más solidaria, digna, sostenible, justa y democrática.
Su promotor,  Christian Felberg nació en Salzburgo (Austria), empezó estudiando en Viena y Madrid Filología Hispánica, pronto se interesó por otras materias y desde el otoño de 2008 es profesor de Economía en la Universidad de Viena. Entre otros postulados, esta austriaco defiende sustituir el Producto Interior Bruto (PIB) como parámetro de medida de la riqueza por el Balance del Bien Común que prima valores como la solidaridad, la sostenibilidad ecológica, la justicia social, la participativa democrática  y la transparencia.
Felberg recuerda que Aristóteles diferenciaba dos formas de entender y practicar la economía. En la oikonomia, el fin es el bien común, la buena vida para para todos, para lo cual el dinero es un medio. Si el dinero se convierte en el fin, por definición no es economía, si no el arte de enriquecerse.  En este caso, “el éxito se mide de acuerdo con parámetro financieros y monetarios, como los beneficios y el PJB”.
La Economía del Bien Común se apoya en una serie de indicadores que se utilizan para conocer en qué medida la empresa colabora al bien común.    Cuanto más ecológica, democrática y solidaria sea la actividad de la empresa, mejor será el resultado del Balance del Bien Común. Si los indicadores son positivos, estas empresas tendrán ventajas, por ejemplo, en forma de créditos más baratos o privilegios en compras públicas y concursos públicos.
La implementación del modelo teórico tuvo lugar en octubre de 2010 con un grupo de empresas que voluntariamente cumplían una serie de requisitos.
La filósofa barcelonesa Victoria Camps,  en una entrevista publicada en El País (10 de agosto de 2014), a la pregunta ¿considera que está en cuestión el sistema capitalista?, contestó:  “Hay alternativas que habría que considerar. A mí la que más me convence hasta ahora es la llamada economía del bien común que promueve Christian Felber. Es una forma moderada de corregir los despropósitos del capitalismo e ir hacia un capitalismo de más cooperación que ponga por delante el bien común. No todos los beneficios de las empresas tienen que revertir en el interés corporativo, sino que hay que pensar en el bien de todos y establecerlo por ley”.
Además, Felber y su equipo han difundido el concepto de “municipio del bien común”, al cual, según datos de 2014, se han suscrito 20 municipios de Austria, Alemania e Italia; en España se empezó poniendo en marcha un municipio de la Comunidad Valenciana.
Para el diseño de un municipio del bien común, a través de participación ciudadana, se eligen de 10 a 20 factores que los ciudadanos de ese municipio consideren que determinan su calidad de vida. Sobre estos factores se realizan encuestas cada año; su evolución condiciona las políticas públicas a llevar a cabo.  Una de las principales funciones de un “municipio del bien común” es dar a conocer y promover los principios en los que se basa este movimiento, dando ejemplo con sus prácticas y favoreciendo a las empresas que más contribuyan al bien común. La Economía del Bien Común pretende convertirse  en un movimiento político que presiona al gobierno para que sus principios teóricos se plasmen definitivamente en leyes.  
En una entrevista, publicada en periódico El País (17 de enero de 2018), Felberg  indica, entre otras cosas, 1) Hay 500 empresas que ya aplican el balance del Bien Común. Pertenecen a todas las ramas y tienen todo tipo de formas legales: entidades privadas, sin ánimo de lucro y públicas, de distintos tamaños.   2) 50 municipios en Europa y algunos en Chile funcionan como municipios del Bien Común. 3) Unas 200 universidades están elaborando proyectos de investigación y enseñanza. Ya se ha creado la primera cátedra en la Universidad de Valencia y hay tres escuelas técnicas superiores en Austria y Alemania que han realizado el balance del Bien Común al igual que la Universidad de Barcelona. 4) En la Comunidad Valenciana se preparan dos leyes que buscan crear un registro con las empresas que  sigan los requisitos de la Economía del Bien Común.

martes, 14 de mayo de 2019

Proteger a los ciudadanos


En el periódico del domingo 12 de mayo he leído que hay dos opiniones distintas sobre lo que debe ser la Unión Europea tras las elecciones del 26 de mayo: unos hablan del desarrollo de un proyecto común de defensa con la creación de un ejército europeo y otros afirman que la UE será social o no será.
Jaime Shea, exportavoz de la OTAN y analista, en una entrevista publicada en el citado periódico, con el título: “La UE solo puede  prosperar si logra proteger a sus ciudadanos“,  explica que los ingleses tienen una expresión que dice que “la necesidad es la madre de la inventiva”. “Proteger a los ciudadanos” es una necesidad, el problema reside en qué se entiende por “proteger a los ciudadanos” ¿crear un ejército? 
A lo largo de la entrevista deja claro que quiere proteger s los ciudadanos y, según sus palabras, “defender nuestros valores”, mediante la creación de un ejército europeo”. “No creo que la UE pueda prosperar  si no puede proteger a sus ciudadanos”. ¿Ha pensado en el dinero necesario para mantener un ejército? ¿Ha pensado seriamente que ese dinero permitiría, por ejemplo, terminar con la pobreza infantil o colaborar en hacer realidad los Objetivos de Desarrollo Sostenible? El gasto militar de la UE fue de 280, 2 miles de millones de dólares. (Fuente, el periódico citado). Pero lo importante no es el dinero, sino los inocentes que sufren la guerra. La guerra nunca la sufren quienes las de declaran.
¿A que “valores” se refiere? ¿no cree que la paz es el supremo valor de una sociedad democrática? ¿Qué opina del modelo social continental basado en el Estado de Bienestar que recuerda  Xavier Vidal-Folch en un trabajo publicado en el mismo periódico?. Este exportavoz de la OTAN termina la entrevista “Tenemos que competir si queremos defender nuestros valores”.  Queremos defender nuestros valores, pero para nosotros competir no es un valor.
Según el periódico, “No quieren una política fiscal común, pero sí un ejército, eso es contradictorio”, acusa un candidato socialista a la Comisión.
No cabe duda de que la mejor forma de proteger a los ciudadanos europeos es no tener un ejército.  
Por otra parte, Xavier Vidal-Folch indica: “Las finanzas públicas se han enderezado, de modo que el déficit presupuestario e los Veintiocho se ha reducido, desde la crisis. [...] Y se ha dejado atrás la penosa política de austeridad excesiva”. Recuerda que aún quedan millones de parados, la lentitud con que se recuperan los salarios, el exceso de trabajo temporal o a tiempo parcial indeseado. Xavier Vidal-Folch considera que habría que acelerar en especial en tres proyectos:
-          Salario mínimo. Solo rige, todavía, en 22 de los 28 Estados miembros.
-          Políticas activas de empleo: sobre todo, reforzar la Garantía juvenil y condicionar las ayudas a los éxitos logrados (nuestro país e un mal ejemplo)
-          Seguro de desempleo europeo, ligado al presupuesto de la eurozona. Se sudará para lograrlo, pero no es inalcanzable.
Porque Europa será social. O no será.
Repito. La mejor manera de proteger a los ciudadanos de un país es que ese país no tenga un ejército.