El periódico El País
se ha asociado a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura (FAO) para presentar una
colección de once libros, Estado del
planeta, en la que se aborda desde
una perspectiva divulgativa los retos a los que se enfrenta la humanidad en las
próximas décadas. ¿Por qué es importante estudiar en qué estado se encuentra el
planeta?
El planeta en que vivimos nos ofrece una cantidad limitada de
bienes, recursos, unos renovables y otro no renovables. Sin embargo, el actual
sistema económico-social necesita, para su funcionamiento, un consumo cada vez
mayor de materias primas y, como consecuencia, es de prever un agotamiento de
los recursos humanos y una desaparición de múltiples
ecosistemas y especies animales que, de algún modo, podrían también como
recursos no renovables.
El ser humano, desde hace unos años, no solo
sobreexplota el planeta, sino que reparte de manera desequilibrada los
beneficios y provoca una contaminación desmedida. Todo ello está
llevando al planeta y sus habitantes al colapso. Es imprescindible que los
ciudadanos tomen conciencia y adopten un sistema de desarrollo sostenible. Este es objetivo de la colección El estado del sistema, en el que, junto
a la descripción de los retos contra los que se está enfrentado la humanidad,
se presentan los Objetivos de Desarrollo
Sostenible, aprobados por la Asamblea General de Naciones Unidas. Puesto que en uno de esos Objetivos se señala
la necesidad de “poner freno a la pérdida de la diversidad biológica”, considero
oportuno hablar, en esta entrada, de las abejas.
¿Para qué sirven las abejas? Se atribuye a Einstein la
siguiente afirmación: “ Si las abejas desaparecieran de la Tierra, al hombre
solo le quedaría cuatro años de vida. Sin abejas no hay polinización, ni
hierbas, ni animales, ni hombres”.
En el libro La biodiversidad de la colección indicada se dice: “Las abejas polinizan 70 de
los aproximadamente 100 cultivos que alimentan al 90% del planeta. Si
desaparecieran podríamos perder todas las plantas polinizadas, después todos
los animales que se alimentan de esas plantas, y así más y más arriba en la cadena
alimentaria. Hasta el hombre”.
El 27 de abril último la Unión Europea prohibió totalmente el
uso en agricultura de compuestos a base de nicotina por el daño constatado que
causan a las abejas, tanto las domésticas como las silvestres. Un informe
presentado al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en marzo de
2017 negaba el “mito” de que fueran necesarios.
El camino para sacar estos compuestos de los ecosistemas ha sido largo. La medida
afecta a tres insecticidas comercializados
por las empresas: Bayer y Sygenta. Estas empresas multinacionales intentaron
demostrar que no era para tanto, hasta que llegó una demostración científica
por `parte de la Agencia de Seguridad alimentaria (EFSA) y tuvieron múltiples actos de presión por parte
de los ciudadanos. Nunca hay que minimizar “la movilización de los ciudadanos
del mundo para cerrar la brecha entre el mundo que tenemos y el mundo que la
mayoría de la gente quiere”
La desforestación por si sola nos está llevando a un callejón
sin salida, pero, por si eso fuera poco, según se informa en el indicado libro, la deforestación interrumpe la
polinización de las abejas.
Otro acontecimiento a las que se ven sometidas
las abejas es el cambio climático. El aumento de las temperaturas globales está
provocando un desequilibrio en muchas especies animales y vegetales en todo el
mundo, de forma que animales que vivían
en un lugar se trasladan a otro más favorable. Por ejemplo, debido al cambio
climático los avispones asesinos de
Japón han aumentado su área de distribución. Estas avispas causan la muerte de
las abejas, hasta tal punto que unos pocos de ellos pueden acabar con una
colmena entera.
Sin duda, estamos al borde del precipicio. Es urgente que los
ciudadanos tomemos conciencia de que, dadas las circunstancias, solo nosotros
podemos salvarnos y salvar a las generaciones futuras.
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