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miércoles, 30 de octubre de 2019

La nueva física


            Hace unos días tuve acceso a un libro del Fritjof Capra, El punto crucial. Ciencia, sociedad y cultura naciente (1992) del que me parece interesante escribir en esta “entrada”, porque, como se indica en el prólogo, se refiere al “dramático cambio de conceptos e ideas que tuvo lugar en el campo de la física en el primeras décadas de este siglo (siglo XX)  y que aún se puede advertir en el desarrollo de nuestras actuales teorías sobre la materia”.
Según él, “Los nuevos conceptos de la física han ocasionado un profundo cambio en nuestra visión del mundo, determinando el paso de una concepción mecanicista-cartesiana y newtoniana, a una visión holística y ecológica”. Y añade, “La nueva visión del universo físico no fue en absoluto fácil de adoptar para los científicos de comienzos de siglo. La exploración del mundo atómico y subatómico les hizo entrar en contacto con una realidad extraña e inesperada que parecía desafiar cualquier explicación coherente. En sus esfuerzos por comprender esta nueva realidad, los científicos se dieron cuenta –muy a su pesar- de que sus conceptos básicos, su lenguaje y toda su manera de pensar eran inadecuados para describir los fenómenos atómicos. Estos problemas no eran simplemente intelectuales, sino que comportaban una intensa crisis emocional y, por decirlo así, hasta existencial. Los hombres de ciencia necesitaron mucho tiempo para superar esta crisis, pero al final se vieron premiados con un conocimiento profundo de la naturaleza de la materia y de sus relaciones con la mente humana”.
Para Capra la crisis en la que,actualmente, se encuentra la humanidad, es semejante a la crisis por la que pasó la física en los años veinte: es consecuencia de intentar “aplicar los conceptos de una visón anticuada del mundo –la mecanicista visión del mundo de la ciencia newtoniano-cartesiana- a una realidad que ya no puede comprenderse desde ese punto de vista”. “Para describir este mundo de manera adecuada, necesitamos una perspectiva ecológica que la concepción cartesiana del mundo no nos puede ofrecer”. La concepción cartesiana del mundo no nos puede dar la perspectiva ecológica que necesitamos, pero, según él, tampoco la física moderna es compatible con nuestra sociedad actual, pues no es capaz de reflejar las relaciones armoniosas e interdependientes que observamos en la naturaleza. Para alcanzar “este estado de equilibrio dinámico –dice-se necesitará una estructura económica y social radicalmente diferente: una revolución cultural en el verdadero sentido de la palabra”. Necesitamos un nuevo “paradigma”. “La supervivencia de toda nuestra civilización podría depender de nuestra capacidad para efectuar este cambio”.
En ese libro, Capra dedica un capítulo a lo que llama “Los dos paradigmas” (La máquina newtoniana del mundo y la nueva física), otro a “La influencia del pensamiento cartesiano-newtoniano” y otro a “La nueva visión de la realidad” en el que incluye “La transición a la era solar”.
Llegado a ese punto, me pareció conveniente buscar, en Internet, algún dato biográfico de Fritjol Capra. He encontrado que consagró 20 años a la física de partículas antes de centrar su interés en otras ramas de investigación. Según él para contribuir significativamente al gran desafío de generar un futuro sostenible, los físicos necesitarán reconocer que su ciencia solo será una de las muchas disciplinas científicas necesarias para comprender las dimensiones biológica, ecológica, cognitiva y social de la vida.
Se define a sí mismo como un educador y un ecologista militante. Es director y fundador del Center for Ecoliteray de Berkeley (California) que promueve la reflexión sobre la ecología y los sistemas en la enseñanza primaria y secundaria.
Cuando, en una entrevista, (https://www.tendencias21.net/Fritjof-Capra-la-ciencia-fisica-es-la-base-de-una-vida-sostenible_a1577.html) le preguntaron  cómo se involucró en ese Centro contestó: “Durante los pasados 30 años, he trabajado como científico y divulgador, y también como educador y activista medioambiental. En 1995, algunos colegas y yo fundamos este centro para promover la ecología y la filosofía de sistemas en las escuelas públicas. Durante los últimos 10 años, hemos desarrollado una pedagogía especial, la educación para una vida sostenible. Crear comunidades humanas sostenibles significa, en primer lugar, comprender la habilidad inherente a la naturaleza de sustentar la vida, para después rediseñar nuestras estructuras físicas, tecnológicas y las instituciones sociales en concordancia con esa comprensión. Eso es lo que queremos decir con ecológicamente culto".
"Me siento feliz de poder decir que nuestro trabajo ha recibido una gran respuesta  por parte de los educadores. Hay un intenso debate sobre los estándares y las reformas educativos, pero basado en la creencia de que el objetivo de la educación es preparar a los jóvenes solo para competir en el entorno de la creencia de que el objetivo de la economía global. El hecho es que esta economía no sirve para preservar la vida sino para destruirla se ignora normalmente, y de ahí el verdadero desafío efucativo de nuestro tiempo. [...] Nuestra pedagogía, la educación para una vida sostenible es experimental, sistémica y multidisciplinar. Convierte los colegios en comunidades de aprendizaje, a los jóvenes en ecológicamente cultos y les aporta una visión ética del mundo y de las posibilidades de vivir  de vivir como personas completas".

sábado, 26 de octubre de 2019

Física y crisis de valores


Hace siete días – el 4 de octubre- presenté la opinión de estudiosos de varias ramas del saber acerca las crisis financiera, ecológica y de valores en que la humanidad de encuentra en estos momentos y presenté la opinión de Claudio Magris sobre la exigencia de que escrutemos el mundo hasta el fondo, “El mal radical, la radical insensatez con que se presenta el mundo, exige que lo escrutemos hasta el fondo, para poderlo afrontar con la esperanza de superarlo”. “El mal radical, la radical insensatez con que se presenta el mundo, exige que lo escrutemos hasta el fondo, para poderlo afrontar con la esperanza de superarlo”.
En ese escrutinio voy a empezar por el libro de Willis  Harman El cambio de mentalidad. La promesa del Siglo XXI (1998, Centro de Estudios Ramón Areces). Willis Arman fue un ingeniero futurista y autor estadounidense asociado con el movimiento del potencial humano. Estaba convencido de que la revolución industrial tardía se iba a enfrentar a un período de gran crisis cultural que exigiría una profunda transformación de la conciencia humana. Para Harman todas las sociedades se apoyan en algún conjunto de supuestos básicos, tácitos en su mayor parte, sobre quiénes somos, en qué tipo de universo estamos y qué es, en última instancia, lo que es importante para nosotros. Algunos de estos conjuntos de supuestos los encontramos subyacentes a las instituciones y tradiciones, patrones de ideas y sistemas de valores, que caracterizan a una sociedad. Normalmente, no se formulan ni se enseñan porque no hay necesidad de hacerlo; cada persona nacida en esa sociedad los absorbe, como por ósmosis. Se aceptan como dadas, como obviamente ciertas. A lo largo de la historia, apenas han sido cuestionadas por la mayoría.  Por eso es necesario analizar nuestro sistema de valores. Y, según él,  “La historia nos enseña que los cambios verdaderamente fundamentales en las sociedades no han sido provocados al dictado de los gobiernos o de los resultados de las batallas, sino a través de una multitud de personas anónimas que han cambiado su mentalidad, y en ocasiones solamente en una pequeña parte”.
En la contraportada del libro citado se puede leer: “Vivimos inmersos en una de las transiciones más críticas de la historia de la humanidad: el cambio de sistema de valores de la sociedad occidental. Ni el poder político, ni el económico, ni el militar pueden compararse al poder de un cambio de mentalidad. Al cambiar, deliberadamente, sus imágenes de la realidad, los seres humanos transformamos el mundo. […] Algo tan moderado y tranquilo como el cambio  de mentalidad emerge de la profundidades del inconsciente y se extiende a lo largo y ancho del mundo cambiando todo”.
María Novo, Directora de la cátedra UNESCO de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED, España), dedica el primer capítulo de su libro El desarrollo sostenible. Su dimensión ambiental y educativa (2006, Pearson Educación) a que analizar la forma cómo el modelo científico dominante en Occidente, en la época de la Modernidad, ha llevado el mundo a las crisis ambiental y de valores del presente.
María Novo nos muestra, en este capítulo, los pilares de la Modernidad a  través de, principalmente, Descartes, Bacon, Galileo y Newton. En la doctrina de estas personas es en donde se encuentra “el conjunto de los supuestos básicos” sobre los que se apoya nuestro actual sistema económico-social: “quienes somos, en qué tipo de universo estamos, qué es, en última instancia, lo qué es importante para nosotros”. En ellos se encuentran las bases sobre las que se asienta la conducta occidental de los últimos siglos en relación con la naturaleza y el ser humano.
El pensamiento cartesiano plantea una visión matemática de la realidad física. Las matemáticas representan para Descartes el orden total. La economía es o debe ser una ciencia  social y, sin embargo, en nuestro sistema la economía es una ciencia matemática que resuelve prácticamente todos los problemas mediante la utilización de hojas de cálculo.
Según la noticia “El FMI plantea a España una rebaja de sueldos de hasta un 10% para crear empleo” (El País, 2 de agosto de 2013), “los técnicos del fondo han metido la rebaja de sueldos del 10%, junto con otras medidas, en sus hojas de cálculo y el resultado que les da es que se impulsaría el crecimiento, se crearía empleo y se reduciría el déficit”.
En noviembre de 2010, Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la Comunidad, en la inauguración de XX Encuentro Financiero Internacional de Caja Madrid, dijo que los mercados financieros “están gobernados por leyes tan insobornables como las leyes de la física, la química y la biología. Quienes hablan de la dictadura del mercado no se dan cuenta de que cometen el mismo error que los que pretenden abolir por decreto la ley de la gravedad”.
Soledad Gallego, en La gran evasión como daño colateral (El País, 15 de febrero de 2015) recuerda el papel de las matemáticas en el imperante sistema económico-social y señala “a las matemáticas no se les pide moral y trasmiten a los profanos una rotunda sensación de cosa inapelable”. Debido a que a las “matemáticas no se les pide moral”, en nuestro sistema económico la ética se considera una interferencia en el funcionamiento de los mercados.
Alfredo Pastor, que fue profesor del Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE) y con una gran experiencia docente en aulas de varias universidades, escribió un libro titulado La ciencia humilde. Economía para ciudadanos en el que, según él, pretendía demostrar cómo la economía está al servicio del ciudadano”. Evitando las demostraciones difíciles y prescindiendo de muchos detalles, este profesor hace que el lector vea “más fácilmente cuáles son los límites de la economía” y da a entender que “el vasallo es la economía y el señor el ciudadano”, de hecho, Pastor, inicialmente, había pensado en otro título: El buen vasallo.
Como indiqué el día 17 de este mes, la Academia Sueca, a la hora de conceder el Premio Nobel de Economía 2019, mostró su rechazo a la consideración de que la economía era una ciencia matemática.
Si nos fijamos en Descartes, encontramos una visión del mundo en la que lo verdaderamente importante es lo que haga nuestra mente a través de operaciones intelectuales que han quedado desprovistas del influyo de las emociones y los sentimientos. De acuerdo con esa visión del ser humano, el vigente sistema económico-social supone que el ser humano se comporta como una “máquina de calcular”, Homo economicus. Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, en un libro titulado Los tontos racionales. Una crítica sobre los fundamentos conductivistas de la teoría económica, sostiene que los principios de este Homo economicus son los de “un imbécil social, un tonto sin sentimientos, un ente ficticio sin moral, dignidad, inquietudes, sin compromisos”. ¿Dónde han quedado los resultados de las investigaciones en Psicología y Neurociencia? ¿Dónde las neuronas espejo? El Homo economicus carece de solidaridad, de empatía, de ética, …
En cuanto los animales, según Descartes, son una especie de autómatas que funcionan simplemente por reacción mecánica a los estímulos, del modo que lo haría una máquina. Consecuentemente, el conocimiento matemático  de los mecanismos de funcionamiento de estas “máquinas”  por parte de los seres humanos daría a estos la posibilidad de manejar a todo lo vivo a su alcance. De aquí la poco, o nula, preocupación por el medio ambiente.
“En el año 1727 moría Newton, reconocido y venerado por todo el mundo científico. En esos momentos, de forma generalizada y especialmente en Inglaterra, sus planteamientos desbordaban ya el propio ámbito de la Ciencia y eran considerados como una evidencia que bien podía guiar la visión general del mundo. La mayor parte de los científicos y filósofos que le sucedieron siguieron defendiendo, en líneas generales, su visón mecanicista y la consideración de la naturaleza como una máquina”. “Pero, como la historia nos demuestra, las ideas científicas no se convierten en visones del mundo, salvo cuando encuentran acogida en los procesos sociales y políticos. […] Esto ocurrió con los planteamientos cartesianos, con el empirismo y con el reduccionismo mecanicista. Su extensión se hizo efectiva cuando atravesaron las barreras de la filosofía y de la ciencia y fueron bien acogidos en los territorios de la sociología y de la economía”. (M. Novo, 2006:13)
Se explica así el lento avance en alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es urgente cambiar de mentalidad si queremos dejar a nuestros descendientes un planeta habitable.

jueves, 17 de octubre de 2019

Premio Nobel de Economía


La Academia Sueca ha concedido el Premio Nobel de Economía a Abhijit  Banrjee, Esther Duflo y Michael Kremer, “por su aproximación experimental al alivio de la población global”. Los dos primeros son profesores en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Estados Unidos, y el tercero posee una plaza en la Universidad de Harvard.
En la concesión de este Premio hay que distinguir dos aspectos, ambos  de gran importancia, uno, el objeto de estudio,  la pobreza y otro, la forma cómo se ha llevado a cabo ese estudio.
Reducir la pobreza es un reto descomunal y de gran importancia. “A  pesar de la mejora en los estándares de vida, más de 700 millones de personas todavía subsisten con ingresos extremadamente  bajos. Cada año, unos cinco millones de niños menores de cinco años fallecen por enfermedades que podrían a menudo ser prevenidas o curadas con tratamientos baratos. La mitad de los niños del mundo todavía abandona la escuela con unas capacidades básicas de lectura y aritmética”, recalca la nota de la Academia Sueca.
En cuanto la forma cómo se ha llevado a cabo el estudio, la Academia Sueca señala que los galardonados han introducido una nueva forma de dar respuestas fiables a esos problemas. Básicamente, se hacen preguntas sobre cuestiones concretas que pueden responder con experimentos concretos. En otras palabras, han tenido en cuenta que la economía es una ciencia social y no matemática.   El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha tomado gran parte de las decisiones durante la crisis financiera de 2008 utilizando hojas de cálculo. Más recientemente, en el informe anual del FMI 2018 se indica que “está elaborando hojas de cálculo para indicar de qué forma cada país puede mitigar los efectos del cambio climático”.  En este caso, las personas a las que se  ha concedido el Nobel de economía  no han empleado ninguna hoja de cálculo, sino experimentos de campo. Como dijo Esther Duflo en una entrevista telefónica: “se trata de llevar a cabo el laboratorio a la realidad para ver qué acciones públicas son las que funcionan, evaluándolas una a una de forma exhaustiva para luego analizar cómo pueden funcionar de forma combinada”.
Santiago Carbó, en un artículo de opinión publicado en la misma página en la que se indica a quienes se han concedido el Nobel de Economía (El País, 15 de octubre de 2019), señala:  “La ciencia económica dio un paso de gigante desde finales del siglo pasado cuando abrazó la psicología y los entornos experimentales. […] Los Nobel de Economía son, cada vez más signo de nuestro tiempo” La Economía es una ciencia social, no una rama de la matemática, como ya he dicho.” En la economía hay variables que no suelen estar en los modelos econométricos, como la dignidad y la esperanza”.
Según el jurado, durante los últimos 20 años, “sus hallazgos –los hallazgos de estos investigadores- han mejorado dramáticamente la capacidad práctica para combatir la pobreza”. Se indica en la noticia que “en unos experimentos en Kenia con una ONG, Kremer (uno de los investigadores premiados) empezó comprobando que los libros de texto y las comidas gratis no ayudaban a mejorar los resultados escolares. En cambio, Banerjee y Duflo (los otros dos investigadores) concluyeron que lo más efectivo eran programas de apoyo a estudiantes, ayudantes para los profesores y centrarse en los niños con más necesidades”.
“Gracias al trabajo de Banerjee y Duflo, las tutorías de refuerzo se han extendido a 100.000 escuelas en la India, beneficiando a más de cinco millones de alumnos. Y estas investigaciones se han prodigado en áreas como la sanidad, el acceso al crédito 0 la adopción de técnicas agrícolas. En general, sus estudios certifican que ampliar el acceso a agua potable es una de las inversiones más rentables para los países en desarrollo”.
“Según sus conclusiones, poner más recursos o recortar el número de estudiantes por profesor tiene un impacto limitado en la educación. Por el contrario,  funciona mucho mejor si se establecen los incentivos adecuados para los profesores. […] Entre sus descubrimientos está que los microcréditos apenas sirven para aumentar la inversión o el consumo”.
Duflo destacó que “esta ciencia también debería aplicarse para la pobreza del mundo desarrollado, en especial tras la Gran Recesión”.

lunes, 14 de octubre de 2019

Crisis. Siglo XXI


En un artículo periodístico (El País, 6 de enero de 2010) titulado “Las tres crisis”, el sociólogo francés, Alain Touraine indicó que, según estudiosos de distintas ramas del saber, la crisis financiera que tuvo lugar en 2008 no era la única crisis que debía preocupar; señalaban  una crisis ecológica y una crisis de derechos humanos, íntimamente relacionadas entre sí y todas mundiales, no locales.
Según Touraine, la crisis ecológica además de ser cada vez más apremiante, está en contradicción con el actual modelo económico  que gira en torno al crecimiento económico. A ello hay que añadir, como se ha indicado, una crisis de derechos humanos, derechos universales que son pisoteados, tanto en los países del Norte como en los países de. Sur.
Sin duda, para hacer frente a estas tres -que se refuerzan mutuamente- es necesario un cambio de mentalidad,
Alaine afirma en el artículo citado: ”En vez de soñar de manera irresponsable con una salida a la crisis , que suele definirse, demasiado alegremente, en función de la reanudación de los beneficios de los bancos, debemos tomar conciencia de la necesidad de renovar y transformar la vida política para que sea capaz de movilizar todas las energías posibles contra unas  amenazas que son mortales […] Se trata de defender al conjunto de la humanidad”.
A juicio de ese autor, no es el actual sistema económico-social el que puede abordar el problema, pues sus instituciones “están apoyadas por legiones de intereses que se oponen a un cambio fundamental”,  sino la acción de mujeres y hombres que están vislumbrando las enormes posibilidades que tienen  por el simple hecho de ser seres humanos y que por ello se sienten en la obligación de transformar el sistema económica transformando su modo de vivir. Es decir, solo los ciudadanos – esos “mujeres y hombres que están vislumbrando las posibilidades que tienen por el simple hecho de ser seres humanos- pueden hacer algo, en favor de las generaciones futuras.
Exactamente veinte días Touraine escribió en el mismo periódico otra artículo titulado “La crisis dentro de la crisis”, y del que hablaré en otra ocasión para no alargar demasiado este texto.  
En la actualidad, esas crisis se han reforzado y solo la Organización de Naciones Unidas intenta hacer frente a ellas, por una parte,  mediante reuniones que, como la que tuvo lugar recientemente, en la que buscaba que los gobiernos se comprometieran a actuar frente a la continua y cada vez más peligrosa elevación de la temperatura del planeta Tierra y, por otra, el diseño de la Agenda 2030 relacionada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible,
Más tarde, leí un artículo (“Performances”, El País, 8 de agosto de 2012) de Enrique Gil Calvo, sociólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, en el que, prácticamente, repetía lo indicado por Touraine  al indicar que estábamos en una crisis provocada por los mercados financieros, pero que, según muchos estudiosos, ha sacado a la luz dos importantes crisis, más o menos en hibernación:  una crisis ecológica y una crisis moral. Tres crisis –financiera, ecológica y moral- consecuencia de un sistema obsesionado, entre otras cosas, por la no regulación y la competencia, pilares sobre los que se asienta el actual sistema económico-social.
Según Enrique Gil Calvo, se acepta que la mejor solución, es “la de convertir la actual crisis de los mercados en una verdadera crisis del  sistema, eventualmente capaz de dar a luz un nuevo modelo de sociedad. Una sociedad sostenible y no basada en el depredador capitalismo  neoliberal que, de ciclo en ciclo y de burbuja en burbuja, está conduciendo al planeta a un inminente colapso, como el de la isla de Pascua, ahora masivamente amplificado a escala global”.  La solución, algo utópica, según él,  solo es posible mediante una fuerte movilización que conduzca a un cambio de mentalidad.
Claudio Magris, uno de los grandes intelectuales de nuestro tiempo, escritor italiano, traductor y profesor en la Universidad de Trieste,  en un ensayo  que tituló  Utopía y desencanto. Historias, esperanzas e ilusiones (Barcelona, Anagrama, 2004), escribió: “El mal radical, la radical insensatez con que se presenta el mundo, exige que lo escrutemos hasta el fondo, para poderlo afrontar con la esperanza de superarlo”.

Nota. “Las ayudas por la caída de Thomas Cook se elevan a 800 millones” El País, 12 de octubre de 2019. ¡Que necesario era ese dinero para paliar la pobreza infantil!