¿Quiénes, para qué y por qué se ha empezado a
fabricar unas máquinas que dicen esta dotadas de lo que se ha dado en llamar “inteligencia
artificial”? ¿Qué diferencia existe
entre esa inteligencia y la inteligencia humana? ¿Cuál de las dos nos puede llevar a un mundo
sostenible?
El ser humano, Homo
sapiens, a través del proceso de humanización, ha ido desarrollando, a
diferencia del resto de seres vivos, sentimientos conscientes y manejables entre los que
destacan la solidaridad, el amor al prójimo, la empatía, el compromiso con determinadas
causas, etc. Se ha hecho cada vez más “humano”; ha ido construyendo lo que
denominamos “conciencia humana”, que nos va separando, cada vez más, del resto
de las especies animales y vegetales con las que compartimos el mundo. Si bien
el ser humano tiene también elementos negativos en su esencia; a diferencia del
resto de los seres vivos en que solo él puede manejarlos consciente y
racionalmente y ser cada vez más humano.
Numerosas personas, preocupadas por este tema,
señalan que en estos últimos años está teniendo lugar una importante pérdida de
humanidad. Los estudiosos preocupados
por este tema no se cansan de señalar que
es necesaria la activación del proceso de humanización para evitar un
suicidio colectivo. Es necesario distinguir entre inteligencia y sabiduría, y
empezar a actuar sabiamente.
¿Qué ha sucedido para que haya tenido lugar ese
inesperado retroceso en el proceso de humanización?
La razón por la cual, en la actualidad, en gran
número de personas, se ha detenido o retrocedido en el proceso de
humanización tiene su origen en la
sustitución del Homo sapiens por el Homo economicus. Homo
economicus es una expresión latina que se refiere a un modelo de comportamiento
utilizado en economía: el hombre económico es una persona racional que trata
obtener los mayores beneficios con un mínimo esfuerzo (Teoría de la elección
racional). Se adoptó este modelo
económico porque se “creyó” que la suma de intereses individuales coincidiría
con el interés social.
Para el Homo
economicus no existe la ética, ni la empatía, ni límites medioambientales,
ni derechos humanos, ni justicia social. Ni bienes comunes de la Humanidad, …
Todo lo anterior viene a cuento del tema de la inteligencia
artificial que están desarrollando grandes empresas tecnológicas dirigidas por Homo economicus, no por Homo
sapiens. La mayoría de los
científicos llaman la atención acerca de las consecuencias sobre los seres humanos. Todos coinciden en
que es urgente regularla antes de que quede bajo el control irreversible de
compañías gigantes o gobiernos autoritarios.
Es necesario poner coto a las grandes
corporaciones antes de que sea tarde. Distintos
expertos señalan la amenaza que supone la concentración de poder en un pequeño número
de gigantes tecnológicos, gigantes que
desconocen en qué consiste el proceso de humanización y el papel que puede
jugar en el desarrollo de un mundo sostenible.
Las máquinas carecen de sabiduría, facultad de las
personas para actuar con sensatez, prudencia y acierto: se limitan a hacer
aquello para lo que se han programado.
La solución se encuentra en el aumento del número de
personas que se están comportando como seres vivos Homo sapiens y que con su comportamiento están eclipsando el
capitalismo (expresión de Jeremy Rifkin, La
sociedad de coste marginal cero, 2014, Paidós) o caminando hacia un nuevo
futuro (en palabras de Paul Mason. Postcapitalismo.
2016. Paidós)