La cumbre de Sevilla es realmente una cumbre de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo que se clausuro en Sevilla hace unos días.
En la declaración, los Estados asumen que se acaba el tiempo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030. Estos objetivos se aprobaron el 25 de septiembre de 2015; constituyen un plan a largo plazo “en favor de las personas, el planeta y la prosperidad”.
Los objetivos se llaman precisamente Objetivos de Desarrollo Sostenible porque el progreso debe estar guiado por el concepto de sostenibilidad, es decir, teniendo en cuenta las necesidades de las generaciones presentes y futuras. Son muchos los retos que tocan los ODS y todos muy ambiciosos: erradicar el hambre y la pobreza, garantizar una vida sana y una educación de calidad, lograr la igualdad de género, asegurar el acceso al agua, luchar contra el cambio climático, etc,
El documento establece que la brecha de financiación para hacer frente a estas metas asciende ya a cuatro billones de dólares, un nivel alarmante que equivale casi al PIB de algunos pocos países,
Aunque el Compromiso, pese a su nombre, no es vinculante ni con categoría de tratado internacional, al menos dota a los países de un marco de mínimos sobre lo que trabajar en los próximos años
Ahora que el mundo vuelve a apostar por el rearme y los gastos de defensa, el Gobierno español ha ratificado en esta cumbre su compromiso de destinar el 0,7% de PIB a cooperación como acordó con Naciones Unidas en 1970, algo que solo cumplen cuatro países: Dinamarca, Luxemburgo. Noruega y Suecia.
La cumbre de Sevilla plantea objetivos urgentes que solo podrán alcanzarse con una voluntad política que ahora no existe: evitar que la deuda de algunos países evite que su pobreza no termine. Basta un dato; hoy 3,400 millones de personas viven en ·Estados que dedican a pagar los intereses de deuda que a sanidad o educación. Es necesario buscar la manera de obtener ingresos anuales necesarios para alcanzar la metas de los ODS, indicados por la ONU, antes del año 2030.
NOTA. Este es el texto que envié a la revista Amanece Metropolis para su publicación
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