A continuación, un cuento que considero puede ser útil para ilustrar lo absurdo, prepotente y peligroso de que Occidente se considere la "civilización por excelencia" y se crea con derecho de arrasar todas las sociedades no industriales.
En este cuento un grupo de ciegos intentan describirse, unos a otros, cómo es un elefante. Un ciego toca la trompa del elefante y dice que este animal es como una serpiente. Otro toca una pata y describe el elefante como una columna. Un tercero pone las manos en un costado del elefante y concluye que es más bien como una pared.
Cada una de nuestras culturas es sólo una parte de la totalidad; necesitamos escuchar y aprender unos de otros. Es importante resaltar los valores comunes y básicos que, seguro, comparten todas las culturas. Es la primera premisa para empezar a jugar un juego de suma no cero -el único que puede hacer que la especie humana sobreviva-; es importante dejar a un lado los sentimientos de "nosotros" y "ellos": todos somos seres humanos, todos estamos hechos de la misma materia, todos podemos y debemos ser miembros de un mismo equipo dispuesto a ganar: a hacer amable y verdaderamente humana la vida de todos.
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