Hace aproximadamente cincuenta años cuando, junto a dos ingenieros industriales, la junta de Castilla y León me concedió una subvención para analizar la mejor manera de aprovechar la energía solar en la Comunidad. Contamos con la ayuda del Consejo Superior de investigaciones Científicas (CSIC), que nos construyó dos prototipos de placas solares. Al margen de este trabajo, construí un invernadero y un destilador de agua que, únicamente, utilizaban energía solar.
La energía solar es un recurso inagotable, cuyo uso no da lugar a ningún tipo de contaminación, ya sea térmica (calentamiento global) o atmosférica (gases producidos en la combustión de los combustibles fósiles).
Hace cincuenta años, existían muchos procedimientos para aprovechar la energía que diariamente recibimos del Sol. Todos los países desarrollados contaban con centros de investigación y desarrollo en energía solar. En Estados Unidos, Canadá y Australia se aprobaron leyes que obligaban, en determinadas zonas de estos países, a construir viviendas teniendo en cuenta la aplicación de paneles solares. Mediante este tipo de paneles, la Compañía ítalo-española "Patentes Simplex" realizó ensayos dirigidos a proporcionar calefacción a una casa de 24 viviendas, situadas a unos 8 kilómetros de Zaragoza; y, en octubre de 1975, Philips anunció que en colaboración, entre otros, con el Ministerio de Investigación de Alemania Federal, había construido una casa experimental en Aquisgrán, en la que todo el sistema de calefacción, refrigeración y agua caliente funcionaba utilizando energía solar.
Por otra parte, Australia presentó, en el Congreso Internacional "El Sol al servicio del hombre", un trabajo-resumen de las investigaciones realizadas para la obtención de agua potable empleando energía solar.
Otra importante línea de investigación era la relacionada con el diseño y utilización de dispositivos capaces de concentrar la energía solar. En China y Países Africanos empezaron a usarse cocinas solares. Uno de los mayores hornos solares era el de Odeillo (Francia). Estos hornos se utilizaban, entre otras cosas, para extraer agua de las rocas y estudiar el comportamiento de los materiales refractarios.
Además, hace cincuenta años, era posible la transformación de la energía mecánica y eléctrica. La transformación en energía mecánica tenía lugar en motores solares, de los que, hace cincuenta años, se construyeron de distintos tipos, según el trabajo a que se destinaban. En la universidad de Dakar, se utilizaban este tipo de motores para elevar el agua de un nivel a otro; la energía potencial, así conseguida, se transformaba en energía eléctrica a través de una Central Hidroeléctrica.
Los franceses, en 1962, presentaron un primer estudio de cómo debería ser un acumulador de energía solar para mover una turbina, acoplada a un alternador como en una Central Termoeléctrica convencional. La presentación tuvo lugar en la Conferencia de COMPLES (Asociación de países del Mediterráneo para el estudio conjunto de las distintas maneras de aprovechar la energía solar) que tuvo lugar en Milán. Empleando este tipo de captadores solares, Francia e Italia pusieron en funcionamiento la primera Central, en la estación solar de St. Hilario de Narvi (Génova) en verano de 1965 con la ayuda de la CNRS y la NATO. Pronto empezaron a ponerse en funcionamiento otras centrales análogas.
Hace cincuenta años existían procedimientos para transformar la energía solar en energía eléctrica sin pasar por la etapa intermedia de la energía mecánica. Uno de ellos se basa en el efecto fotoeléctrico, y otro en que cuando un metal se calienta, emite electrones que pueden ser captados por otro electrodo con la consiguiente producción de una corriente eléctrica a través de un circuito externo. En esos años, en el Institut für Energiewandlung und Elektrischie Autribe se estaban llevando a cabo interesantes trabajos en este sentido.
El hidrógeno estaba considerado como el combustible ideal para el futuro, porque se podía obtener a partir de dos materias primas inagotables: el agua y la energía solar. En distintos centros de investigación y desarrollo se había encontrado un económico método para la descomposición térmica del agua. No es necesario pensar en un dispositivo de almacenamiento de energía; el hidrógeno podía utilizarse cuando y donde hiciera falta para generar electricidad para calefacción o para cualquier otro uso.
¿Por qué no se ha hecho uso de estos adelantos científico-técnicos? La razón está en la insaciable búsqueda de ganancias económicas por parte de las grandes empresas; búsqueda que sus dirigentes colocan por encima de las personas y el medio ambiente.
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