Como su nombre indica los recursos naturales no renovables
son aquellos que no se pueden regenerar con la suficiente velocidad para
satisfacer el consumo humano. Estos recursos se deben cuidar para sacarles el
máximo provecho y duren el mayor tiempo posible. Un uso desenfrenado puede
llevar a su extinción, de forma que las generaciones futuras no podrán
disfrutar de ellos Son recursos no renovables, por ejemplo, el petróleo, el gas
natural, los minerales y los metales.
En el planeta en que vivimos, estos recursos están
distribuidos de forma irregular: en algunos lugares existen en gran cantidad y
en otros hay poco o nada. Es como si la Naturaleza nos indicara que, una vez
alcanzada la globalización, para poder sobrevivir los seres humanos deberíamos,
en términos de la teoría de juegos, practicar
juegos de suma cero, es decir, como un solo equipo, dispuesto a ganar,
es decir, conseguir que toda la humanidad viva lo mejor posible. ¿Cuántas veces
se ha dicho que la naturaleza es sabia?
Estamos en un momento crítico de
la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro. Para
seguir adelante debemos reconocer que, en medio de la magnífica diversidad de
culturas y formas de vida, somos una sola familia humana. Debemos
unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia
la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una
cultura de paz. En torno a este fin, es imperativo que nosotros, los pueblos de
la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran
comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras. (Fuente. “Carta de la
Tierra”)
Todo esto viene a cuento de una serie de noticias acerca de
unos recursos no renovables necesarios
para el desarrollo de las nuevas tecnologías: el coltán, el rodio y el litio.
Al coltán ya he dedicado una “entrada”;
las noticias no son buenas. Hablé de “la maldición de los recursos
naturales”. El rodio es necesario para
fabricar los catalizadores, una pieza del sistema de escape de los coches, que
ayuda a reducir algunos de los gases
dañinos que producen los coches. Estos aparatos, los catalizadores, tienen en
su interior una especie de panal de
abeja impregnada con una resina que contiene una pequeña cantidad de minerales
preciosos: platino, paladio y rodio. Este último es sumamente codiciado; su
precio se ha multiplicado casi por cuatro en los dos últimos dos años,
convirtiéndose así en el metal más caro del planeta. “Es 1.000 veces más caro
que el oro”. “Su valor en el largo plazo podría achicarse si se da un
descenso fuerte en la demanda de los
coches de gasolina y diésel. Pero para ello aún falta un trecho por recorrer”.
(El País, suplemento Negocios, 23 de
septiembre de 2018).
Otro recurso no renovable, en estos momentos, muy
codiciado es el litio, clave para
desarrollar las baterías de los coches eléctricos. ”Impulsadas por la transformación
de la industria del automóvil, se estima que las ventas de litio en el mundo
aumentarán de los 2.000 millones de 2016 a 7.700 millones en 2022”. (El País, suplemento Negocios, 22 de
abril de 2018).
Cuando comenté el caso del coltán indiqué la afirmación de
Paul Collier, expuesta en su libro El
club de la miseria. Qué falla en los países más pobres del mundo (2009,
Madrid, Turner Ediciones), acerca de la
dificultad de salir del club de la pobreza para aquellos países ricos en
recursos naturales. Guillermo de la
Dehesa, presidente honorario del Centre for Economic Policy Research (CEPR) de Londres, es autor de un
texto titulado ”La maldición de los
recursos naturales” (El País, suplemento
Negocios, 11 de noviembre de 2018) menciona, por una parte, el caso de
Venezuela y sus reservas de petróleo y,
por otra parte. lo que está sucediendo en la República Democrática del
Congo debido a que posee las mayores
reservas de coltán.
Hay que tener en cuenta la “Carta de los Recursos Naturales”. una propuesta emanada de un
grupo internacional de académicos y otros expertos en materias de recursos
naturales y desarrollo (entre ellos el Premio Nobel, Michael Spencer y Paul
Collier, como ya he dicho en alguna ocasión, director del Centro para el Estudio de las Economías
Africanas) y dirigida a gobiernos y
ciudadanos, con la intención de sugerir posibles maneras aprovechar todas las
oportunidades de desarrollo, creadas por los recursos naturales, bienes
públicos.
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