En el periódico
El País del 4 de octubre se publicó
una noticia titulada “El Gobierno destina 300 millones a paliar el cierre de
Thomas Cook”. Thomas Cook, es una touroperadora, de cuya quiebra se llevaba
unos días hablándose.
Según esa
noticia, “El Gobierno aprobara el próximo martes de octubre un real decreto ley con 13 medidas de choque,
por valor de unos 300 millones de euros, para apoyar a los afectados (empresas,
autónomos y trabajadores) por la quiebra del touroperador británico Thomas
Cook. Entre las medidas figura una rebaja de tasas aeroportuarias para los
vuelos a Canarias y Baleares, bonificaciones a las cotizaciones a la Seguridad
Social, aplazamientos de impuestos, líneas de crédito por 200 millones y medidas
para facilitar la recolocación de los que pierdan el empleo”.
Esa noticia
me ha recordado la crisis financiera de 2008. En ese caso, se echó la culpa a los
ciudadanos, intentando eludir algunas reflexiones muy necesarias sobre los
errores cometidos por las entidades financieras. Pero no fueron estas las que
tuvieron que pagar las consecuencias del desastre, sino los ciudadanos. Si no
estoy confundida, entonces se dijo, entonces, que lo que había sucedido era una
consecuencia normal de la ausencia de control de los flujos de capitales y la
consiguiente especulación salvaje.
Ahora el
problema es la quiebra de una gran empresa privada. El Estado ha decidido aplicar
unas medidas por valor de 300 millones de euros, procedentes del presupuesto público,
dinero muy necesario, por ejemplo, para solucionar el problema de la pobreza
infantil, la sanidad, la educación, etc.
El caso es
que leyendo noticas anteriores, he encontrado que, en el mismo periódico, se había
publicado el 25 de septiembre, una noticia que llevaba por título “Los
ejecutivos de Thomas Cook cobraron 40 millones en bonus antes del descalabro
del touroperador”.
“El gigante
turístico Thomas Cook se ha desmoronada, el Gobierno del Reino Unido intenta a
duras penas repatriar a cerca de 150.000
turistas abandonados por todo el mundo y
las arcas públicas deberán hacer frente a una operación de rescate que puede
superar los cien millones de euros. Y a nadie ha pasado desapercibido que los
ejecutivos de la compañía se embolsaron bonus millonarios gracias a sus
agresivas estrategias comerciales y a métodos contables cuya honestidad está
puesta en duda. […] Tres de los altos cargos que han estado al frente de la
compañía en los últimos 12 años se han embolsado casi 40 millones de euros,
según se ha conocido ahora”.
“Durante
años, los directivos de la compañía se embolsaron complementos salariales a
pesar de los crecientes temores surgidos en los últimos años de que el gigante
del turismo se dirigía hacia la quiebra. Manny Fontela-Novoa, quien puso en
marcha un proceso de expansión que dejó en la compañía un agujero de deuda de
más de 1000 millones, se embolsó en cuatro años más de 17 millones en bonus
extra”.
La noticia
termina diciendo: “La oposición laborista, a través de su portavoz económico,
John McDonnell, ha exigido este martes la devolución de todos esos pagos. El
Gobierno del Reino Unido ha puesto en marcha una investigación exprés de las
cuentas del gigante del turismo. Y la Autoridad Financiera del país, junto con
la Comisión de Economía del Parlamento, anunciaron que están estudiando abrir
una investigación completa, en la que situarían el foco no solo en los pagos a
sus ejecutivos sino en la labor de las dos auditoras que controlaron la empresa.
“Deben responder a cuestiones muy serias, sobre sus prácticas contables, su
política de retribuciones y sobre la estrategia financiera de la compañía”,
advirtió la diputada Rachel Reeves, miembro de la Comisión de Comercio del
Parlamento”.
¿Conseguirá España
recuperar los 300 millones de euros que va a destinar a paliar las consecuencias
del cierre de Thomas Cook”. En el vigente sistema económico-social, las grandes empresas multinacionales tienen un gran poder.
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