Hace siete días – el 4 de octubre-
presenté la opinión de estudiosos de varias ramas del saber acerca las crisis
financiera, ecológica y de valores en que la humanidad de encuentra en estos
momentos y presenté la opinión de Claudio Magris sobre la exigencia de que escrutemos
el mundo hasta el fondo, “El mal radical, la radical insensatez con que se
presenta el mundo, exige que lo escrutemos hasta el fondo, para poderlo
afrontar con la esperanza de superarlo”. “El mal radical, la radical insensatez
con que se presenta el mundo, exige que lo escrutemos hasta el fondo, para
poderlo afrontar con la esperanza de superarlo”.
En ese escrutinio voy a empezar por el libro de
Willis Harman El cambio de mentalidad. La promesa del Siglo XXI (1998, Centro de
Estudios Ramón Areces). Willis Arman
fue un ingeniero futurista y autor estadounidense asociado con el movimiento
del potencial humano. Estaba convencido de que la revolución industrial tardía
se iba a enfrentar a un período de gran crisis cultural que exigiría una
profunda transformación de la conciencia humana. Para Harman todas las
sociedades se apoyan en algún conjunto de supuestos básicos, tácitos en su mayor
parte, sobre quiénes somos, en qué tipo de universo estamos y qué es, en última
instancia, lo que es importante para nosotros. Algunos de estos conjuntos de
supuestos los encontramos subyacentes a las instituciones y tradiciones,
patrones de ideas y sistemas de valores, que caracterizan a una sociedad.
Normalmente, no se formulan ni se enseñan porque no hay necesidad de hacerlo;
cada persona nacida en esa sociedad los absorbe, como por ósmosis. Se aceptan
como dadas, como obviamente ciertas. A lo largo de la historia, apenas han sido
cuestionadas por la mayoría. Por eso es
necesario analizar nuestro sistema de valores. Y, según él, “La historia nos enseña que los cambios
verdaderamente fundamentales en las sociedades no han sido provocados al
dictado de los gobiernos o de los resultados de las batallas, sino a través de una multitud de personas anónimas que han
cambiado su mentalidad, y en ocasiones solamente en una pequeña parte”.
En la contraportada del libro citado se puede leer:
“Vivimos inmersos en una de las transiciones más críticas de la historia de la
humanidad: el cambio de sistema de valores de la sociedad occidental. Ni el poder político, ni el económico, ni el
militar pueden compararse al poder de un cambio de mentalidad. Al cambiar,
deliberadamente, sus imágenes de la realidad, los seres humanos transformamos
el mundo. […] Algo tan moderado y tranquilo como el cambio de mentalidad emerge de la profundidades del
inconsciente y se extiende a lo largo y ancho del mundo cambiando todo”.
María Novo, Directora de la cátedra UNESCO de
Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible de la Universidad Nacional de Educación
a Distancia (UNED, España), dedica el primer capítulo de su libro El desarrollo sostenible. Su dimensión
ambiental y educativa (2006, Pearson Educación) a que analizar la forma
cómo el modelo científico dominante en Occidente, en la época de la Modernidad,
ha llevado el mundo a las crisis ambiental y de valores del presente.
María Novo nos muestra, en este capítulo, los pilares
de la Modernidad a través de,
principalmente, Descartes, Bacon, Galileo y Newton. En la doctrina de estas
personas es en donde se encuentra “el conjunto de los supuestos básicos” sobre
los que se apoya nuestro actual sistema económico-social: “quienes somos, en
qué tipo de universo estamos, qué es, en última instancia, lo qué es importante
para nosotros”. En ellos se encuentran las bases sobre las que se asienta la
conducta occidental de los últimos siglos en relación con la naturaleza y el
ser humano.
El pensamiento cartesiano plantea una visión
matemática de la realidad física. Las matemáticas representan para Descartes el
orden total. La economía es o debe ser una ciencia social y, sin embargo, en nuestro sistema la
economía es una ciencia matemática que resuelve prácticamente todos los
problemas mediante la utilización de hojas de cálculo.
Según la noticia “El FMI plantea a España una rebaja
de sueldos de hasta un 10% para crear empleo” (El País, 2 de agosto de 2013), “los técnicos del fondo han metido
la rebaja de sueldos del 10%, junto con otras medidas, en sus hojas de cálculo
y el resultado que les da es que se impulsaría el crecimiento, se crearía
empleo y se reduciría el déficit”.
En noviembre de 2010, Esperanza Aguirre, entonces
presidenta de la Comunidad, en la inauguración de XX Encuentro Financiero
Internacional de Caja Madrid, dijo que los mercados financieros “están
gobernados por leyes tan insobornables como las leyes de la física, la química
y la biología. Quienes hablan de la dictadura del mercado no se dan cuenta de
que cometen el mismo error que los que pretenden abolir por decreto la ley de
la gravedad”.
Soledad Gallego, en La gran evasión como daño colateral (El País, 15 de febrero de 2015) recuerda el papel de las
matemáticas en el imperante sistema económico-social y señala “a las
matemáticas no se les pide moral y trasmiten a los profanos una rotunda
sensación de cosa inapelable”. Debido a que a las “matemáticas no se les pide
moral”, en nuestro sistema económico la ética se considera una interferencia en
el funcionamiento de los mercados.
Alfredo Pastor, que fue profesor del Instituto de
Estudios Superiores de la Empresa (IESE) y con una gran experiencia docente en
aulas de varias universidades, escribió un libro titulado La ciencia humilde. Economía para ciudadanos en el que, según él,
pretendía demostrar cómo la economía está al servicio del ciudadano”. Evitando
las demostraciones difíciles y prescindiendo de muchos detalles, este profesor
hace que el lector vea “más fácilmente cuáles son los límites de la economía” y
da a entender que “el vasallo es la economía y el señor el ciudadano”, de
hecho, Pastor, inicialmente, había pensado en otro título: El buen vasallo.
Como indiqué el día 17 de este mes, la Academia
Sueca, a la hora de conceder el Premio Nobel de Economía 2019, mostró su
rechazo a la consideración de que la economía era una ciencia matemática.
Si nos fijamos en Descartes, encontramos una visión
del mundo en la que lo verdaderamente importante es lo que haga nuestra mente a
través de operaciones intelectuales que han quedado desprovistas del influyo de las emociones y los sentimientos.
De acuerdo con esa visión del ser humano, el vigente sistema económico-social supone que el ser humano se comporta
como una “máquina de calcular”, Homo
economicus. Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, en un libro titulado Los tontos racionales. Una crítica sobre los
fundamentos conductivistas de la teoría económica, sostiene que los
principios de este Homo economicus
son los de “un imbécil social, un
tonto sin sentimientos, un ente ficticio sin moral, dignidad, inquietudes, sin
compromisos”. ¿Dónde han quedado los resultados de las investigaciones en
Psicología y Neurociencia? ¿Dónde las neuronas espejo? El Homo economicus carece de solidaridad, de empatía, de ética, …
En cuanto los animales, según Descartes, son una
especie de autómatas que funcionan simplemente por reacción mecánica a los
estímulos, del modo que lo haría una máquina. Consecuentemente, el conocimiento
matemático de los mecanismos de
funcionamiento de estas “máquinas” por
parte de los seres humanos daría a estos la posibilidad de manejar a todo lo
vivo a su alcance. De aquí la poco, o nula, preocupación por el medio ambiente.
“En el año 1727 moría Newton, reconocido y venerado
por todo el mundo científico. En esos momentos, de forma generalizada y
especialmente en Inglaterra, sus planteamientos desbordaban ya el propio ámbito
de la Ciencia y eran considerados como una
evidencia que bien podía guiar la visión general del mundo. La mayor parte
de los científicos y filósofos que le sucedieron siguieron defendiendo, en
líneas generales, su visón mecanicista y
la consideración de la naturaleza como una máquina”. “Pero, como la
historia nos demuestra, las ideas científicas no se convierten en visones del mundo, salvo cuando encuentran acogida en los
procesos sociales y políticos. […] Esto ocurrió con los planteamientos
cartesianos, con el empirismo y con el reduccionismo mecanicista. Su extensión
se hizo efectiva cuando atravesaron las barreras de la filosofía y de la
ciencia y fueron bien acogidos en los territorios de la sociología y de la
economía”. (M. Novo, 2006:13)
Se explica así el lento avance en alcanzar los
Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es urgente cambiar de mentalidad si
queremos dejar a nuestros descendientes un planeta habitable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario