La Academia Sueca ha concedido el Premio Nobel de Economía
a Abhijit Banrjee, Esther Duflo y
Michael Kremer, “por su aproximación experimental al alivio de la población
global”. Los dos primeros son profesores en el Massachusetts Institute of
Technology (MIT) en Estados Unidos, y el tercero posee una plaza en la
Universidad de Harvard.
En la concesión de este Premio hay que distinguir dos
aspectos, ambos de gran importancia, uno,
el objeto de estudio, la pobreza y otro,
la forma cómo se ha llevado a cabo ese estudio.
Reducir la pobreza es un reto descomunal y de gran
importancia. “A pesar de la mejora en
los estándares de vida, más de 700 millones de personas todavía subsisten con
ingresos extremadamente bajos. Cada año,
unos cinco millones de niños menores de cinco años fallecen por enfermedades
que podrían a menudo ser prevenidas o curadas con tratamientos baratos. La
mitad de los niños del mundo todavía abandona la escuela con unas capacidades
básicas de lectura y aritmética”, recalca la nota de la Academia Sueca.
En cuanto la forma cómo se ha llevado a cabo el
estudio, la Academia Sueca señala que los galardonados han introducido una
nueva forma de dar respuestas fiables a esos problemas. Básicamente, se hacen
preguntas sobre cuestiones concretas que pueden responder con experimentos
concretos. En otras palabras, han tenido en cuenta que la economía es una
ciencia social y no matemática. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha
tomado gran parte de las decisiones durante la crisis financiera de 2008 utilizando
hojas de cálculo. Más recientemente, en el informe anual del FMI 2018 se indica
que “está elaborando hojas de cálculo para indicar de qué forma cada país puede
mitigar los efectos del cambio climático”. En este caso, las personas a las que se ha concedido el Nobel de economía no han empleado ninguna hoja de cálculo, sino experimentos
de campo. Como dijo Esther Duflo en una entrevista telefónica: “se trata de
llevar a cabo el laboratorio a la realidad para ver qué acciones públicas son
las que funcionan, evaluándolas una a una de forma exhaustiva para luego
analizar cómo pueden funcionar de forma combinada”.
Santiago Carbó, en un artículo de opinión publicado
en la misma página en la que se indica a quienes se han concedido el Nobel de Economía
(El País, 15 de octubre de 2019), señala:
“La ciencia económica dio un paso de
gigante desde finales del siglo pasado cuando abrazó la psicología y los
entornos experimentales. […] Los Nobel de Economía son, cada vez más signo de
nuestro tiempo” La Economía es una ciencia social, no una rama de la matemática,
como ya he dicho.” En la economía hay variables que no suelen estar en los
modelos econométricos, como la dignidad y la esperanza”.
Según el jurado, durante los últimos 20 años, “sus
hallazgos –los hallazgos de estos investigadores- han mejorado dramáticamente
la capacidad práctica para combatir la pobreza”. Se indica en la noticia que “en
unos experimentos en Kenia con una ONG, Kremer (uno de los investigadores
premiados) empezó comprobando que los libros de texto y las comidas gratis no
ayudaban a mejorar los resultados escolares. En cambio, Banerjee y Duflo (los
otros dos investigadores) concluyeron que lo más efectivo eran programas de
apoyo a estudiantes, ayudantes para los profesores y centrarse en los niños con
más necesidades”.
“Gracias al trabajo de Banerjee y Duflo, las tutorías
de refuerzo se han extendido a 100.000 escuelas en la India, beneficiando a más
de cinco millones de alumnos. Y estas investigaciones se han prodigado en áreas
como la sanidad, el acceso al crédito 0 la adopción de técnicas agrícolas. En
general, sus estudios certifican que ampliar el acceso a agua potable es una de
las inversiones más rentables para los países en desarrollo”.
“Según sus conclusiones, poner más recursos o
recortar el número de estudiantes por profesor tiene un impacto limitado en la
educación. Por el contrario, funciona
mucho mejor si se establecen los incentivos adecuados para los profesores. […] Entre
sus descubrimientos está que los microcréditos apenas sirven para aumentar la
inversión o el consumo”.
Duflo destacó que “esta ciencia también debería
aplicarse para la pobreza del mundo desarrollado, en especial tras la Gran
Recesión”.
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