En la “entrada” de fecha 14 de enero
de 2020 empecé a comentar el artículo de Miguel Ángel García Vega sobre la
necesidad de repensar la economía liberal. Posteriormente, el 14 de enero, me
referí a economistas, que según Garcia Vega, habían presentado alguna reforma
al capitalismo. Ahora debo confesar mi extrañeza ante la ausencia de alguna
propuesta de la sociedad civil, sobre todo después de haber leído lo que ha dicho
Joseph Stiglitz acerca de que la verdadera fuente de riqueza de una nación es
la creatividad y la innovación de su gente.
Para poner de manifiesto la
creatividad y la innovación del ser humano y, por tanto, de los ciudadanos,
prometo exponer las alternativas al capitalismo, que conozco, diseñadas por
ciudadanos. Hoy voy a empezar por las “comunidades de transición”.
El capitalismo siempre ha funcionado
ignorando que los combustibles fósiles son un recurso natural no renovable y que, en algún momento, no estarían a
nuestra disposición. Se denomina cénit de petróleo al momento en el cual se
alcanza la tasa máxima de extracción de petróleo global y tras el cual la tasa
de producción entra en un declive terminal. Aunque algunos gobiernos están
permitiendo que se extraiga combustibles fósiles después de que, en ese
yacimiento, se ha llegado al cenit, no tendremos más remedio que diseñar un
mundo sin esos recursos, incluso aunque los gases procedentes de su combustión
no fueran tan dañinos como lo son.
Porque esos gases son los culpables del cambio climático, la transición
de un mundo con combustibles fósiles a otro sin combustibles fósiles, la
debemos que realizar lo antes posible: somos responsables de dejar a las
generaciones futuras un mundo donde sea posible
la vida del ser humano.
El ambientalista Rob Hopkins,
docente de una escuela de adultos en la Universidad de Kinsale (Irlanda) en
2005, abordó, junto con sus alumnos, el
problema de cómo la sociedad podía funcionar sin necesidad de petróleo. De ese
trabajo surgieron las llamadas “comunidades (pueblos o ciudades) de transición”
El objetivo principal del proyecto de las comunidades de
transición es animar a crear un modo de vida sin combustibles fósiles. Se anima
a las comunidades a buscar métodos de bajo consumo de energía, así como
aumentar su propia autosuficiencia. Una comunidad de transición no es una
comuna, ya que cada uno tiene su trabajo y sus bienes, pero sí que es un pacto
de cooperación en el que cada uno está dispuesto a ayudar a su vecino cuando
tenga algún problema, con la seguridad que los demás harán lo mismo el día que
los problemas tengan su propia cara. Su
modo de hacer está muy relacionado con la economía colaborativa: empresas de
intercambio de residuos, reparación y reciclaje de objetos antiguos en lugar de
tirarlos a la basura, etc.
Una faceta importante de las “comunidades de transición” es
la sustitución del verbo “competir” por los de “colaborar” y “compartir”.
Aunque el objetivo inicial fue diseñar una forma de vida sin petróleo, ahora es
crear un mundo mejor para nosotros y
nuestros descendientes: poner de manifiesto la posibilidad de una vida más
alegre y satisfactoria que la actual cambiando nuestra mentalidad, rechazando
el modo de vida eslavo que conduce la cultura del consumo construida por el
actual sistema económico-social, obsesionado por un crecimiento económico
ilimitado, en un planeta limitado.
El concepto se ha difundido rápidamente. Es muy difícil saber cuántas ciudades y
pueblos han suscrito un plan de comunidad de transición. Parece que en
septiembre de 2008 ya eran cientos los pueblos y ciudades reconocidos
oficialmente como comunidades de transición en Reino Unido, Irlanda, Canadá,
Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Italia e, incluso, en Chile. Barrios
de grandes ciudades han empezado a organizarse como comunidades de transición.
En España, este movimiento es todavía incipiente, sin embargo, últimamente
parece estar cogiendo mucha fuerza, junto con la economía colaborativa
Si bien el enfoque y los objetivos siguen siendo los mismos,
los método utilizados para lograrlo esos objetivos varían. Por ejemplo en
algunas partes se ha introducido una moneda local.
Existen bastantes páginas web creadas para hacer fácil la
creación de comunidades de transición, ayudar a insertarse en red y/o
intercambiar proyectos, ideas y actividades.
Se puede afirmar que las comunidades de transición, como el
resto de alternativas ciudadanas al actual sistema económico-social, son consecuencia de que cada vez más
ciudadanos han tomado conciencia de que pertenecen a la especie humana y, como
tales, se sienten responsables del bienestar de las generaciones futuras.