Hace unos días se celebró la 50ª edición del Foro Económico
Mundial (WEF, por su siglas en inglés o Foro de Davos por el nombre de la
ciudad en que tiene lugar. Habiendo tenido acceso al comunicado de las grandes empresas
de EE.UU. reunidas en torno a la Business Roundtable y lo que escribió en diciembre de 2019 Klaus Schwab,
fundador de Davos, es, a mi juicio, obligatorio conocer cómo transcurrió este
año el Foro Económico Mundial.
El fundador de Davos escribió en diciembre de 2019: “El
capitalismo descuidó el hecho de que una empresa es un organismo social además
de un ente con fines de lucro. Esto, sumado a las presiones ejercidas por el
sector financiero con respecto a la obtención de resultados a corto plazo, hizo
que estuviera desconectado de la economía real. Somos muchos los que hemos
visto que esta forma de capitalismo ya no es sostenible”.
En el artículo “El Foro de Davos somete a examen el
futuro del capitalismo” (El País 20
de enero de 2020) se recuerda ese texto de Klaus Schwab y se indica que el Foro
de este año se va dedicar a lo que han denominado “el capitalismo de los grupos de interés (stakeholder
capitalism), para apostar por un modelo
económico integrador y sostenible que corrija
los problemas que ha creado el propio capitalismo y que se han agudizado desde
el estallido de la crisis que se inició en 2008”. A los empresarios que
acudieron a Davos se les planteó un
nuevo manifiesto que establecía la
necesidad de “las firmas paguen un porcentaje equitativo de impuestos, tengan
tolerancia cero a la corrupción, respeten los derechos humanos en sus cadenas
de suministro y compitan en igualdad de condiciones”. Es necesario
“reinventar el capitalismo en el siglo XXI para le gente, el planeta y
la prosperidad”, dijo Arancha Gonzáles Laya, antes de ser nombrada ministra de
Asuntos Exteriores.
En el citado artículo periodístico se indica que Juan Costa, socio de EY Global - una de las
más importantes firmas de servicios profesionales del mundo - había subrayado
la necesidad de “cambiar el modelo de creación de valor y adaptarlo a las
políticas públicas”, de forma que vaya más allá del PIB. Costa recordó que hay gobiernos,
como el neozelandés, que ya han aprobado un “presupuesto del bienestar”.
Para terminar, la periodista, autora de ese artículo
indica que entre los puntos destacados del manifiesto se incluye “la necesidad
de ajustar la remuneración en los niveles ejecutivos de las compañías, cuyos
salarios se han disparado desde la década de los setenta”. Y expresa lo que
parece su opinión: “No parece, sin embargo, que los
visitantes habituales a Davos estén dispuestos a abordar ese debate por mucho
que lo plantee el Foro Económico Mundial. Ni siquiera las personas con un
patrimonio superior a los 1.000 millones
de dólares que acudirán hasta la estación de esquí suiza”.
No sé que pensar.
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