La cumbre del clima que se celebra en Bakú seguía el 23 de noviembre sin cerrar un acuerdo sobre la financiación climática. Debía de haber terminado el día anterior. pero los negociadores de los países participantes en esta cita siguen enfrascados en las discusiones sobre quién debe aportar los fondos para que los países con menos recursos puedan reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y también protegerse frente a los impactos de un cambio climático del que son los menos responsables.
La presidencia de esta cumbre en la tarde de ese día convocó a los representantes de los países presentes para mostrarles una nueva propuesta de pacto ante el rechazo generado por el anterior borrador.
El debate de la financiación es uno de los más complejos en las negociaciones climáticas y llega ahora en un momento convulso por el ascenso de los populismos de derechas, muchas veces negacionistas, en EE UU y en varios países europeos. La UE y Estados Unidos son históricamente los grandes financiadores climáticos, es decir, los que han movilizado a través de ayudas públicas y créditos de todo tipo para ayudar a los países en desarrollo. Hasta ahora, la mera que había de financiación era movilizar 100.000 millones de dólares anuales.
La presidencia de la cumbre difundió un borrador en el que proponía que la financiación climática global aumente en 2035 a 1,3 billones de dólares anuales. El borrador concretaba una obligación específica para las naciones desarrolladas: deberán movilizar 250.000 millones anuales, también para 2035.
Azerbayán es un Estado petrolero y eso explica que el acuerdo haya ignorado el compromiso de eliminar los combustibles fósiles en la declaración final.
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