El sinhogarismo en España es un problema cada vez más grave. La última encuesta del INE, de 2022 contó 28.552 personas sin hogar, frente a las 22.038 de 2018, un aumento de cerca del 25%. Ademas, esta cifra solo tiene en cuenta a los atendidos en centros o servicios sociales: 21.00 eran hombres y 6.652 mujeres, El número de mujeres, así como el de familias en situación de exclusión residencial encabezadas por ellas, han pasado del 19,7%, (en 2012) al 23,3% (en 2022).
La esperanza de vida de las personas que viven en la calle es unos 30 años menor que la de quienes disponen de hogar. Su perfil ha dejado de responder al estereotipo del hombre de entre 40 y 60 años con adicciones o problemas de salud mental y sin vínculos familiares. Hoy, el sinhogarismo afecta a colectivos más diversos y vulnerables. Casi la mitad en España son extranjeros que solo son el 14% de la población. Además, uno de cada cinco jóvenes LGTBIO+ en la UE ha vivido alguna forma de sinhogarismo, según la Agencia de los Derechos Fundamentales. No se trata solo de historias individuales, sino de una consecuencia directa de desigualdades estructulares vinculadas al género, la orientación sexual o el origen social.
¿Cual es la solución al problema? Existe un amplio consenso en que lo más eficaz eE el modelo Housing First, de Finlandia, Su planteamiento es claro: primero se proporciona una vivienda estable y permanente, y después se ofrece el acompañamiento necesario -social, médico o psicológico- A diferencia de otros enfoques, no exige que se preparen para acceder una vivienda, se les ofrece un hogar desde el inicio. A partir de ahí se trabaja en su recuperación
Gracias a este modelo el país escandinavo ha logrado reducir drásticamente las personas sin hogar. Según la red europea Housing First, entre 2008 y 2020 el sinhogarismo finlandés se redujo a cerca de la mitad, y el de larga duración cayó más de un 70%. El año pasado, la cifra oficial era de 3.806 sin hogar, una cifra baja frente a los más de 20.000 de los años ochenta.
Otro enfoque muy efectivo es la detección y atención temprana Cuanto más se retrasa la intervención, más difícil es revertir la situación. En la Arrels Fundació trabajan con personas que llevan décadas en la calle, Fernández advierte que vivir sin hogar no solo implica un< pérdida material, sino un grave deterioro emocional y psicológico: "A partir de los seis meses, cae la autoestima, la autopercepción y la capacidad de pedir ayuda".
La legislación tampoco está preparada para responder al sinhogarismo. Antoni Milian, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Autónoma de Barcelona- impulsa por primera vez una ley que reconoce el derecho de las personas sin hogar a disponer de un lugar digno donde vivir. y que obligue a la Administración a garantizarlo. "Debería ser un derecho subjetivo, algo que la Administración esté legalmente obligada a cumpli", dice por teléfono. El Artículo 47 de la Constitución reconoce el derecho a una vivienda digna, pero no es un derecho exigible, sino un principio rector:"No se puede acudir a los tribunales y reclamar que el Estado proporcione una vivienda".
Para Fernández, lo que falta es "valentía política. El sinhogarismo no debe tratarse como un asunto de servicios sociales, sino desde la convicción de que no puede haber ni una sola persona viviendo en la calle. Cada vez que en un paseo vemos a alguien durmiendo en la calle, debemos tener claro que no .está ahí porque quiere. (Fuente: El País, 8 de junio de 2025).
Recuerdo que en la Agenda 2030 hay un objetivo -ODS 11- que indica la necesidad de "lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenible". Ese objetivo. España debe alcanzar antes de´año 2030, es decir, como máximo dentro de menos de cinco años
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