En el periódico El País
del 22 de junio se publicó un trabajo que llevaba por título “93.000 personas
han muerto por la polución en diez años” y
subtítulo “”Investigadores de la Escuela Nacional de Sanidad calculan
cuántos fallecimientos prematuros causan
las emisiones de los coches en las ciudades españolas”.
Ese trabajo empieza con la siguiente sentencia de la bióloga
Cristina Linares. Investigadora de la Escuela Nacional de Sanidad, elegida este
año para formar parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
de las Naciones Unidas: “Hay que restringir el tráfico. No es una propuesta,
sino un llamamiento desesperado a la acción”. A continuación, se presentan los
resultados de tres investigaciones que analizan datos del período 2000-2009,
facilitados por el Instituto Nacional de Estadística y el Ministerio de Medio
Ambiente.
1.-Solo el dióxido de nitrógeno ha sido culpable de 6.085 muertes
evitables cada año en España, según uno de los trabajos, publicados en la
revista especializada Environment International
. “Los diésel son los que más dióxido de nitrógeno emiten” lamenta Linares.
2. A los 6.085 muertes anuales por dióxido de nitrógeno se
suman 499 por ozono troposférico, según un segundo estudio publicado en Atmospheric environment. El ozono a
nivel del suelo -ingrediente de las nieblas tóxicas características de las
megalópolis- se forma por una reacción con la luz solar de las emisiones de
vehículos e industrias. El exceso de ozono genera problemas respiratorios, como
el asma, y puede provocar enfermedades pulmonares.
3. Un tercer trabajo, publicado el año pasado en la revista especializada
Envirionmental Pollution cifró en
2.683 las muertes prematuras anuales debidas a la contaminación por partículas
en el aire, también procedentes de los tubos de escape.
En la misma publicación se indica que “la Agencia Europea del
Medio Ambiente ha cifrado en 30.000 las muertes
prematuras cada año en España a causa de la contaminación, más del
triple que los 9.300 fallecimientos anuales” indicados anteriormente y se explica
el porqué de ese baile de cifras.
Los estudios citados solo tienen en cuenta la mortalidad a
corto plazo, dejando fuera los casos de cáncer
Julio Díaz, jefe del departamento de Epidemiología de la
Escuela Nacional de Sanidad, “se muestra atónito por la falta de concienciación
de las autoridades y de la sociedad en su conjunto ante el problema de la
contaminación. Este científico propone reforzar el transporte público,
multiplicar los aparcamientos disuasorios en las afueras y evitar que los
coches entren en la ciudad “con peajes o como sea”.
¿Cómo ha reaccionado la industria automovilística? De
momento, algunas de esas industrias –recuérdese el caso de Volkswagen- han
hecho trampas para aumentar las emisiones sin que se notase. En esta ocasión,
el mismo periódico en el que se publicó el trabajo anteriormente señalado, día
30 del mismo mes –ocho días después- iba acompañado de un cuidadoso folleto de
98 páginas, “El motor. Así nos moveremos –por tierra, mar y aire en las grandes
ciudades”, en el que se ofrecía un “análisis a fondo con los mejores modelos de
cada categoría”, “los anuncios de automoción con más gancho de los últimos
años” y “camiones y autobuses eléctricos para no contaminar”. Nada relacionado
con las emisiones y su influencia sobre la salud de las personas. Pura
propaganda para evitar descenso de ganancias económicas.
En el libro Imaginar y crear el futuro (2ª ed, Madrid,Bubok, 2017:34), indico que José Vidal-Beneyto, catedrático de Sociología, en su columna periondístiva en El País del 16 de febrero de 2008, después de relatar la propaganda promovida, con gran éxito, por General Motors, Firestone y Standard Oil para acabar con los tranvías en las ciudades americanas y sustituir su transporte por autobuses y coches particulares, se preguntó: ¿Cómo es posible que un genocidio de tal magnitud haya quedado impune?
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