¿A
qué se debe el comportamiento de las empresas multinacionales indicado en la
“entrada anterior? Todos estos comportamientos están relacionados con los
pilares sobre los que se sustenta el actual sistema económico-social.
Siguiendo
la tradición de años anteriores, el Consejo Social de la Universidad de
Valladolid organizó en el otoño del año 2001 una nueva edición de los ciclos de
conferencias “Aula Universidad-Sociedad”. En esa ocasión, el tema general fue
“Ética para la sociedad civil”. Uno de los participantes en ese ciclo fue el
profesor Titular de Filosofía Moral en la Universidad de Valencia, Jesús Conill
Sancho con una conferencia titulada “El horizonte ético de la economía”. En esa conferencia, el profesor Conill Sancho
señaló que todo sucede como si hubiera
una insuperable separación entre el mundo de la economía y el mundo ético, como
si fueran totalmente e irremediablemente incompatibles”.
Esta
separación entre economía y ética nos está llevando al precipicio. Por ejemplo,
¿se ha pensado despacio lo que significa para la Humanidad la destrucción de la
Amazonia por grandes empresas agroindustriales, empresas mineras, explotadores
de madera y hidroeléctricas? Lo único
que interesa a esas empresas multinacionales son las ganancias económicas; para
ellas no existen derechos humanos, ni cambio climático, ni consideraciones medioambientales,
ni solidaridad, ni empatía. ¿Cómo resolver todos los problemas consecuencia de
la separación de ética y economía? Al tratarse de empresas transnacionales no
existe ninguna institución o gobierno con autoridad y fuerza suficiente.
En
más de una ocasión he mencionado la necesidad de un gobierno mundial o,
incluso, una ONU modificada adecuadamente. Hoy me voy a dedicar a lo que indica
Jeffrey D. Sachs, una de las principales
autoridades mundiales en economía y política sanitaria, en su libro Economía para un planeta abarrotado (2008,
Barcelona, Random House Mondadori), concretamente en su último capítulo “El poder de actuar al unísono”: no habla de gobierno mundial, pero sí de
“cooperación a escala mundial”.
Sachs
empieza ese capítulo citando dos versos del poeta Wallace Stevens
Tras el último “no” viene un “sí”,
Y de ese sí que depende el porvenir
del mundo.
Y
afirma que “ese es el reto de nuestra generación”. Nuestros problemas son
solubles, pero mientras intentamos resolverlos, oiremos un millón de noes. “No
es preciso cambar”; “no, no podemos cambiar”; “no, tenemos que prepararnos para
la guerra”; “no, no podemos correr el riesgo de buscar la paz”. Pero tras el
último “no” vendrá un “si”.
Dejando
a un lado el pesimismo de mucha gente, Sachs indica que “nuestra tarea es
lograr la cooperación a escala mundial”, única forma de resolver los actuales
problemas, todos ellos mundiales” que
debe resolver la Humanidad para alcanzar un mundo sostenible.
Encontraremos muchas críticas, pero seremos perseverantes.
¿Con
qué objetivo debemos lograr la cooperación a escala mundial? Sachs recuerda que ya hemos diseñado unos
objetivos globales, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y que, por
lo tanto, de lo que se trata es de que cada uno de nosotros, en nuestra vida
personal, nuestro trabajo y nuestros compromisos, tenga en cuenta esos
objetivos. “Lo que parece imposible al principio, porque exige miles de millones
de acciones fragmentarias y descoordinadas, tomará en última instancia la forma
de un movimiento global para alcanzar la paz, la properidad y la sstenibilidad
medioambiental. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son alcanzables, con un
coste muy bajo y con unos beneficios muy
superiores a lo que en la actualidad suele imaginarse. Hay que “resistir a los
noes hasta alcanzar el último sí”.
A
continuación, Sachs pasa revista a “los actores implicados” en ese proceso,
pero dejo ese tema para otra ocasión. Ahora únicamente voy a copiar la última frase del capítulo: “Nuestra
es la generación que puede aprovechar la ciencia y una nueva ética de la
cooperación global para legar un planera saludable a las generaciones futuras”.
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