Junto
a los crímenes medioambientales están las amenazas, encarcelamiento o
asesinatos de periodistas, por el hecho de publicar, en la prensa local,
crímenes medioambientales cometidos por empresas occidentales en países en desarrollo. El 31 de
octubre de 2017, Reporteros Sin Fronteras
(RSF) y Freedom Voices Network crearon Forbidden Stories (Historias Prohibidas), un consorcio, sin ánimo de lucro, cuya
misión es el seguimiento y la publicación del trabajo de esos periodistas. Bajo
la coordinación de este consorcio, treinta medios de todo el mundo procedentes
de otros tantos países se han unido para investigar juntos estos escándalos medioambientales.
El País se ha sumado a esta una
alianza. El proyecto, de nombre Green Blood (Sangre Verde), se define
bajo el lema: “Silenciaron a los
periodistas. Pero no silenciaran las historias”.
Hasta
ahora, esos treinta medios han investigado de forma conjunta los escándalos en
los que la prensa local ha sufrido censura y violencia. La minería de arena en
India, del níquel en Guatemala y del oro en Tanzania han sido el objetivo de
estas investigaciones que El País,
junto con el resto de miembros del proyecto Green
Blood, han divulgado en los países a
que pertenecen. (El País 18, 10 y 20
de junio de 2019)
El
proyecto Green Blood casi acaba de
empezar y, supongo, que con limitados recursos económicos (Forbidden Stories es
un consorcio, sin ánimo de lucro), pero ¿qué
pensar de la destrucción de la Amazonía, uno de los más importantes pulmones de
la Humanidad o el bosque de Bralowieza (Polonia),
Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO?
Lo único que se interpone entre los árboles y las taladoras es la voz de
la gente.
La Organización No Gubernamental (ONG), WemoveEU,
ha pedido a los ciudadanos europeos que
actúen para que dejen de funcionar importantes empresas textiles con claros
vínculos con las fábricas de viscosa en Asia, que provocan una contaminación
devastadora del agua y crean problemas de salud de las personas.
Y
¿qué pensar de las atrocidades que cometen en el Congo los traficantes de
coltán, que los países desarrollados utilizan para fabricar móviles y tabletas?
(Se aconseja leer “Una luchadora contra la tecnología
de sangre”, El País, 24 de junio
de 2019).
Son únicamente unos pocos ejemplos de cómo la búsqueda de materias primas en países con peores condiciones laborales y menores controles ambientales están llevando a abusos ecológicos de todo tipo. Es así como grandes empresas están obteniendo materias primas básicas para la tecnología, electrodomésticos, teléfonos móviles y, en general, productos que se venden en occidente. Algunas de esas empresas utilizan otras interpuestas para evadir los certificados de respeto al medioambiente.
El problema es mucho más importante de lo que parece: nos conduce directamente al precipicio. Nuestros descendientes no tendrán aire puro para respirar, ni agua limpia para beber, ni suelo fértil para cultivar alimentos.
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