Según el diccionario de la Lengua Española (RAE), una
“externalidad” es el “perjuicio o beneficio experimentado por un individuo o
una empresa a causa de acciones ejecutadas por otras personas o entidades”. Si
ese “perjuicio” supone la “destrucción
del medio ambiente, hablamos de “ecocidio”, mientras que hablamos de “homicidio” si causa la “muerte de una persona”.
Estos conceptos están relacionados con el libro que
acaba de publicar Stephan Lessenich, La sociedad de la externacionalización (Herder), “un libro incómodo, que tira del
velo que nos ponemos para no querer ver aquello que intuimos, pero que
preferimos ignorar”. (El País,
Entrevista a Stephan Lessenich. 20 de junio de 2019).
Stephan Lessenich, sociólogo
alemán, estudia “las desigualdades y los equilibrios de poder pero lo hace
desde lo global y desde una conciencia universal. Defiende que de poco sirve
luchar por el bienestar de los ciudadanos en Alemania, si se hace a costa del
trabajo esclavizado y del expolio de recursos naturales en países lejanos, ya
sea la producción de soja en Argentina o
la confección de textiles en Asia”. De
la confección de textiles en Asia ya he hablado en otra "pildoras-para-pensar",
apoyando la protesta de la ONG WeMove EU contra la forma cómo y dónde se
fabricaba la viscosa. Ahora puedo añadir que, aunque la investigación ha
puesto de manifiesto que existen
procesos sostenibles que podrían aplicarse en la producción de vistosa, esta
fibra vegetal sigue fabricándose fuera de Occidente a costa de una gran
contaminación e impacto sobre la salud de las poblaciones cercanas a las
fábricas. (https://fashionunited.es/noticias/moda/la-viscosa-una-fibra-sostenible/2017070724133).
Amancio Ortega está llevando a cabo
una externalización, es decir, según la RAE, destruyendo el medio ambiente y
atentando contra la salud de personas en Asia, y no en España. Y lo hace por
dinero: fabricar viscosa en España sería mucho más caro, sino imposible. Es
solo un ejemplo, de los múltiples ecocidios y homicidios que diariamente comete
Occidente. Lo más frecuente es que un
crimen ambiental (ecocidio) vaya acompañado de un homicidio.
“El sistema [capitalismo globalizado] te
fuerza a hacer daño a otros aunque no quieras”, dice Stephan Lessenich.
“Expresidente de
la Sociedad Alemana de Sociología (2013-2017) y profesor en la Universidad de
Munich, Lessenich traza una imagen
demoledora de la cara oscura de la
modernidad occidental y defiende que solo cambiando la manera en que
consumismos y producimos dejaremos de “vivir por encima de las posibilidades de
los demás”.
En la entrevista indicada, Lessenich dice: “Sí, llevamos décadas así. Lo nuevo es que tenemos una intensificación de la
externalización y esto a pesar de que hay una creciente retórica de
sostenibilidad, de ayuda al desarrollo y de atacar los efectos perversos de la
globalización. Los indicadores de consumo, de energía, de extracción de
recursos naturales indican que vamos a peor. Además creo que ahora asistimos a
un efecto bumerán. La externalización está volviendo a Occidente en forma de
migraciones y de cambio climático. La gente viene por las enormes diferencias
de ingresos o porque ya no puede vivir de la tierra que trabajaba”.
“El auge de Los Verdes aquí en Alemania es un indicador importante que nos dice que
mucha gente piensa que no podemos seguir así. Pero a la vez, significa que la
gente piensa que se puede dar la vuelta a la situación sin cambiar nuestro modo
de vida ni el modo de producción y consumo de la sociedad. Los Verdes hacen se
alguna manera populismo ecológico,
porque dicen ‘sí, vamos a atajar el cambio climático, pero usted no tiene que cambiar
su estilo de vida. Igual volará un poco menos, pero no dejará de viajar en
avión”.
Dice Lessenich: “Tenemos que cambiar la manera de
consumir y de producir. Tenemos que consumir menos, producir menos, es una
cuestión de tener menos”.
Sobre el mismo tema, unos días más tarde, 25 de
agosto de 2019, El País publicó un
trabajo de este mismo sociólogo, “Fin a la hipocresía colectiva”. En ese
artículo empieza diciendo que en toda Europa, la gente se está dando cuenta que
el capitalismo, que ha conducido a “niveles inéditos de prosperidad económica y
estabilidad política, está llegando a
sus límites y no se prolongará indefinidamente. Ahora que la creciente
migración global está llegando a las puertas de Europa, ahora que millares de
personas mueren ahogadas en el Mare
Nostrum, ahora que el cambio climático se está notando no solo en algún
atolón lejano del Pacifico, sino también en nuestras latitudes, ahora es el
momento en el que finalmente nos damos cuenta de que estamos viviendo como en
otro mundo, en un lugar que hasta ahora estaba protegido de la miseria del resto del globo”.
Y termina diciendo: “Lo que se necesitaría para salir
del dilema de la externalización es renunciar a la vida a la que estamos acostumbrados
[…]. Hemos incorporado colectivamente las normas del individualismo liberal […]. En consecuencia,
lo que se necesitaría para salir del dilema de la externalización sería algo
equivalente a una revolución cultural. […]
Las cosas solo cambiarán si colectivamente decidimos dejar de producir millares
de cosas que restringen o anulan las libertades de otros. Lo que hará falta es
un nuevo contrato social: justos convenimos que no queremos seguir viviendo a
costa de otros.
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