La Economía de Bien Común se define como un sistema económico alternativo
que propone construir en base a los valores humanos universales que fomentan
el Bien Común. “Situamos nuestro foco de acción en la cooperación y no en la competición,
en el bien común y no en el afán de lucro”.
El promotor de la Economía del Bien Común es el
austriaco Christian Felberg, licenciado en Filología Románica, y, en la
actualidad, profesor de Economía. Felberg parte del supuesto de que muchas
Constituciones y normas legales recogen el principio según el cual la actividad
económica debe servir al bien común. Por ejemplo, en el Artículo 151 de la
Constitución de Baviera se dice: “Toda
actividad económica sirve al bien común”.
Para Christian Felberg, cualquier sistema económico que
pretenda conseguir el bien común se debe apoyar en la “dignidad humana, la
solidaridad, la sostenibilidad ecológica, la justicia social, la participación
democrática y la transparencia”. De acuerdo con estos valores, la economía del
bien común propone un límite a la
propiedad privada, a la herencia y al tamaño de las empresas.
Según sus creadores, la Economía del Bien Común no es
el mejor de los modelos económicos, sino solo un paso hacia un futuro más sostenible,
justo y democrático. Se trata de un proceso participativo, de desarrollo
abierto, que busca crear colaboraciones
y sinergias, así como servir de plataforma para integrar otras iniciativas y
modelos alternativos que tengan una visión similar. Para ello apuesta por la
creación de redes locales de empresas, organizaciones, municipios y ciudadanos,
que lleven a la práctica los valores indicados.
El proyecto empezó a gestarse el 31 de octubre de
2008. En 2010, Felberg, junto con un grupo de empresarios, empezó a desarrollar
el modelo práctico, que ha ido puliéndose
poco a poco gracias a la participación de un círculo de empresarios cada
vez mayor.
En Viena, en julio de 2011, se constituyó la
Asociación Internacional para el Fomento de la Economía del Bien Común. En
nuestro país, se ha creado la Asociación Federal Española para el Fomento de la
Economía del Bien Común. También existen Asociaciones Regionales que tienen su propio
procedimiento de alta y gestión de socios.
Lo más importante de esta alternativa al capitalismo
es su Balance del Bien Común. Tres bancos han hecho ese Balance del Bien Común,
incluso tres escuelas superiores y la Universidad de Barcelona. La Universidad de Barcelona ha presentado a
la UNESCO una cátedra en Bien Común. La escuela técnica superior de Burgerland
planea la elaboración de un máster en Economía del Bien Común. Casi cuatrocientas
empresas han realizado el Balance del Bien Común. El mayor éxito político hasta
ahora ha sido que la Comisión Económica y Social Europea ha apoyado por una mayoria del 86% el informe de diez páginas sobre la Economía del Bien Común, Por lo tanto, la Comisión de la
Unión Europea tiene intención de incorporar la Economía del Bien Común en el
derecho europeo.
¿Qué es eso del Balance del Bien Común? La Economía del Bien Común se apoya en una
serie de indicadores que se recogen en
lo que llaman “Matriz del Bien Común 5.0” (dignidad humana, solidaridad y
justicia, sostenibilidad ambiental, transparencia y participación democrática)
que se utilizan para conocer en qué medida las empresas colaboran al bien común. Cuanto más social,
ecológica, democrática, solidaria, … sea la actividad de la empresa, mejores
serán los resultados del balance del
bien común. Las empresas que, en este
balance, consigan mejores resultados tendrán más ventajas, por ejemplo, en
forma de créditos más baratos o privilegios en compras o concursos públicos.
Los productos fabricados tendrán
una etiqueta con los resultados de ese balance.
La filósofa Victoria Camps, estudiosa de los derechos
humanos y de la bioética, afirmó en una entrevista publicada en El País el 10 de agosto de 2014:
·
”Hay alternativas [al sistema capitalista] que
habría que considerar. A mí la que más me convence hasta ahora es la llamada
economía del bien común que promueve Christian Felberg. Es una forma moderada
de corregir los despropósitos del
capitalismo e ir a un capitalismo de más
cooperación que ponga por delante el bien común. No todos los beneficios
de las empresas tienen que en el interés corporativo, sino que hay que pensar
en el bien de todos y establecer por ley”.
Desde mi punto de vista la Economía del Bien Común,
en muchos aspectos coincide con el “capitalismo constructivo” que indicaba
Umail Haque.
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