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martes, 31 de mayo de 2022

Objetivo de Desarrollo Sostenible 2

Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, y promover la agricultura sostenible.

En realidad, este Objetivo no es más que insistir en la necesidad  de “poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo”, es decir “para no quedar a nadie atrás, una forma de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 1, es decir: nos recuerda que existen en el mundo muchos millones de personas con hambre crónica, y que la malnutrición afecta a una de cada tres personas. El ODS 2  se propone acabar con esta lacra y reformar el sistema alimentario mundial para nutrir a los millones de hambrientos en un contexto en que la población humana no deja de crecer.

El propósito específico formulado en el ODS 2 advierte que los desastres naturales, los conflictos y las plagas suponen un reto crucial para lo producción agrícola, la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible. Lograr un mundo sin hambre significa garantizas alimentos para los diez ml millones de personas que seremos en el planeta en 2050, sin dañar las tierras, el agua, los bosques, etc.

A diferencia de otras especies animales que pueden llegar a pasar meses sin ingerir alimento, nutriéndose de las reservas de sus últimas comidas, el ser humano necesita comer regularmente. Esa es una de las acepciones de la palabra “hambre”, ese recordatorio permanente de que necesitamos comida que nos llega cada cuatro, seis, ocho, diez horas.

La falta de energía por la poca ingesta de alimentos hace que las personas se debiliten. Los hace más vulnerables a contraer enfermedades, agota antes sus fuerzas y les dificulta la realización de muchas actividades físicas o mentales. Esa subalimentación es una condena a vivir una vida peor; supone depender de otros, de llevar una vida supeditada a la búsqueda de alimento, de tener dificultades para concentrarse y rendir en el estudio o el trabajo, …

Pasar hambre en los primeros años –o ser hijo de una mare hambrienta-  coartara para siempre el desarrollo del menor sentenciándole, con mucha probabilidad, a vivir una vida la -mitad –o dos tercios o una cuarta parte- de lo buena de lo que podría haber sido.  Limitará el crecimiento físico y el desarrollo cerebral   y estas limitaciones ya no se podrán superar.  La dificultad para estudiar lastrará su futuro, recortará sus medios para ganarse la vida. Es  el círculo perverso del hambre y la pobreza que no solo encadena a quienes la sufren, sino también a las siguientes generaciones.

He leído que hoy hay 815 millones de personas que pasan hambre en el mundo. La mayoría (519,6 millones) se encuentran en Asia. Es decir, el continente asiático concentra a casi dos tercios de los hambrientos del mundo

 

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