Como ya he indicado en una “entrada” anterior, en 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el “desarrollo sostenible” una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) constituyen un llamamiento universal a la acción para poner fin a la extrema pobreza, proteger el planeta y mejorar las vías y las perspectivas de las personas en todo el mundo.
Actualmente, en algunos lugares, se está progresando, pero, en general, las medidas encaminadas a lograr los Objetivos todavía no avanzan a la velocidad ni en la escala necesarias. Quedan menos de diez años para alcanzar los objetivos que se señalan en la Agenda 2030. En la Cumbre celebrada en septiembre de 2019, los lideres mundiales solicitaron un decenio de acción y resultados en favor del desarrollo sostenible y prometieron movilizar la financiación, mejorar la aplicación a nivel nacional y reforzar las instituciones para lograr los ODS en la fecha prevista, el año 2030, sin dejar a nadie atrás.
El Secretario General de las Naciones Unidas hizo un llamamiento para que todos los sectores de la sociedad se movilicen en favor de una década de acción en tres niveles: acción mundial para garantizar un mayor liderazgo, más recursos y soluciones más inteligentes; acción a nivel local que incluya las transiciones necesarias en las políticas, los presupuestos, las instituciones y los marcos reguladores de los gobiernos, las ciudades y las autoridades locales; y acción por parte de las personas, incluidos la juventud, la sociedad civil, los medios de comunicación, el sector privado, los sindicatos, los círculos académicos y otras partes interesadas, para generar un movimiento imparable que impulse las transformaciones necesarias.
¿Todos los países tienen que tomar las mismas decisiones para cumplir los ODS?
“No. Cada país analiza los 17 objetivos para determinar cómo plasmarlos en plnes de desarrollo viables. Se trata de evaluar la utilización de los recursos nacionales para conseguir un cambio, pero a partir de sus propias prioridades, necesidades, capacidades, recursos, estrategias, con sus fases de desarrollo y medidas de implementación”.
“Ningún objetivo está aislado de los demás y, por eso hay que abordarlos de forma integral. Por ejemplo, luchar contra el desempleo no es posible sin atajar las desigualdad de género. Combatir el hambre no lo es sin conservar la biodiversidad. Regular los movimientos migratorios no tiene sentido si no se trabaja por evitar los desastres que produce ej cambio climático o los confitos que muchas veces impulsan la migración. Sin una energía no contaminante no puede haber una ciudad sostenible… Etcétera”.
Fuente. Colección de libros realizada, en 2018, conjuntamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el diario EL PAIS sobre los grandes retos de la humanidad en el siglo XXI, libro 1, página 114
No hay comentarios:
Publicar un comentario