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lunes, 7 de abril de 2025

Gracias a la inmigración

     La Boveda de Toro, como tantos otros oueblos de la España vaciada, fue un lugar de vida que alcanzó los 2.000 vecinos.  Hoy, en este municipio de Zamora viven solo 700 vecinos, pero hay decenas de familias latinoamericanas que están rompiendo esa tendencia que deja casas, escuelas y negocios vacíos.  El pueblo crece. Puede verse en el mestizaje de los niños que salen en estampida de cole. en el seseo entremezclado con el acento local y en el plátano macho que se vende en el colmado. La clave está en una empresa cerealista.

     Desde 2023, decenas de peruanos y colombianos están siendo ubicados en casas rehabilitadas tras lustros abandonadas.  Son los suficientes como para que, ante la creciente demanda y las reticencias de muchos vecinos a arrendar o vender sus viviendas aún cuando se caen a pedazos.  Los migrantes celebran la adaptación allí donde asoma la despoblación.

     Los camiones cargan cereal en las naves de Comcertrans (Grupo CT), una empresa que comercia materias agrarias al por mayor y que se ha convertido en una fuente constante de empleo. Un operario barre mientras otro mueve el grano  Sebastián Cardona, colombiano de 26 años, cuenta que faena desde hace unos días - con contrato de trabajo. "Estoy demasiado contento", celebra. Cardona, recibió la oferta de empleo y volvió a su país para hacer los trámites necesarios después de empalmar 10 meses de empleos pagados en b. Vive con su  esposa y sus dos hijos, de ocho y dos años. "Están muy amañadas en el pueblo, en el colegio, haciendo amigas y mi esposa es feliz, quiere trabajas donde sea", celebra. La  familia de Cardona y su esposa suma ya 10 miembros en el pueblo, entre hermanos, parejas, abuelas y niños. (...)

      La peruana Ana Huambachano ha pasado de dormir con su hijo de ocho años en un parque de Madrid a vivir de alquiler en una casa renovada de La Bóveda. Su marido, camionero, cumplimentó los papeles y recalaron de Zamora con dos de sus hijos. De aquella etapa habla con dolor. "Aquí hay otros trabajadores que antes vivían en sótanos se Almería y solo les dejaban estar allí de la medianoche a las seis de la mañana", explica. La mujer estudia un curso de cuidados sociosanitarios para atender a los muchos ancianos del pueblo.  "Sale algún trabajo en negro, pero no quiero estar cruzada de brazos, sino hacer las cosas bien para traer a mi madre y a mis otros dos hijos", afirma. "La gente nos quiere y nosotros a ellos, un señor de 97 años que ayudo a acostarse me llama "hija" y ne abraza cuando le digo que saqué buenas notas", comenta orgullosa.(Fuente: El País.17 de marzo de 2025)

     Verdaderos seres humanos felices, inteligentes y dotados de empatía y solidaridad.


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