¿Cuántos hombres, mujeres y niños han muerto intentando llegar a Europa? ¿Cuántos niños vagan, sin sus padres, por países desconocidos para ellos, a merced de todo tipo de peligros? Huyen de las guerras, de la represión, de la pobreza, de la carencia de un futuro decente.
Los países europeos no han sido capaces de encontrar una solución civilizada a estas mareas migratorias que solo piden una oportunidad de vivir decentemente.
Los flujos humanos se han dado en múltiples ocasiones. Nadie se cree que una Unión Europea de 500 millones de habitantes no pueda asumir entre un 0,5 y un 1% más de población. ¿Qué ha fallado? A mi juicio, se ha exagerado el concepto de identidad nacional y, sobre todo, no se ha asimilado correctamente la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Independientemente de que se acepte o no el concepto de identidad nacional, la mejor solución es atender al origen de estos flujos migratorios, la guerra y el hambre, es decir, llevar a cabo una eficaz ayuda al desarrollo y desechar la guerra como medio de resolución de conflictos.
Kark Jaspers, eminente psiquiatra y filósofo alemán, dictó en la Universidad de Heilderberg, un curso sobre "la culpa y la responsabilidad política de Alemania", cuyo texto se publicó en el libro El problema de la culpa. ¿Eran todos los alemanes culpables de las atrocidades del régimen nazi? Para que tales atrocidades hubieran tenido lugar, la mayoría de la población debió colaborar, unas veces de forma activa y otras de forma pasiva. Jaspers distingue cuatro tipos de culpa: culpa criminal, moral, política y metafísica. La culpa metafísica puede ser colectiva y heredada, y está relacionada con la responsabilidad. En palabras de Jaspers, "hay una solidaridad entre hombres como tales, que hace que a cada uno responsable de todo el agravio y de toda la injusticia del mundo, especialmente de los crímenes que suceden en su presencia o con su conocimiento. Si no hago lo que pueda para impedirlos, soy también culpable".
A esa responsabilidad se refiere la Declaración de Responsabilidades y Derechos Humanos proclamada, en 1998 en Valencia, en el marco de la UNESCO y con el apoyo de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, para conmemorar el cincuenta aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En esta Declaración, se proponen, sistemática y exhaustivamente, los deberes y responsabilidades, colectivos e individuales, que resultan necesarios para la implementación efectiva y universal de los derechos humanos.
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