Según Wikipedia, el visado de oro
es “un programa establecido en muchos países que permite obtener la ciudadanía
o residencia en un territorio a cambio de una determinada inversión”.
Los visados de oro están desde
hace décadas, aunque ha sido a partir de la crisis financiera de 2008 cuando
más se han extendido. Países afectados por la deuda ocasionada por la obligación de salvar a los bancos con
dinero público vieron en este instrumento una fuente de recursos públicos.
En total, hay más de una veintena
de países con procedimientos activos para conceder visados de oro. Incluso hay
compañías privadas, dedicadas a llevar a cabo los trámites necesarios; alguna
de ellas en el punto de mira de las autoridades por varias denuncias. Los
visados de oro ofrecen oportunidades a los delincuentes, ya que les permite
evitar la acción de la justicia
El Fondo Monetario Internacional
(FMI) no cuestiona estos programas como una vía para obtener recursos fiscales,
pero advierte que el principal riesgo para su continuidad es el descrédito que
puede acumular el país, si se cuelan demasiados indeseables, Dadas las cantidades
de dinero que se mueven por lo visados de oro, es imprescindible, dice el
Fondo, garantizar que no esconden operaciones de lavado de dinero. (El País, 13 de febrero de 2016).
Los críticos de esta práctica se
quejan de que los visados de oro son injustos,
ya que ofrecen oportunidades a los ricos que son denegadas a las personas sin
dinero. En el vigente sistema económico-social no todas las personas son
tratadas de la misma forma; no reciben el mismo trato los ricos que los pobres.
Todos los problemas con que deben enfrentarse las personas que huyen de la
guerra, del hambre o de los destrozas provocados en su país por el cambio climático
no tienen nada que con las ventajas de que gozan las personas que tienen mucho
dinero, gracias a los llamados “visados de oro”.
Además, los visados de oro han
generado controversia en algunos países, debido a la falta de transparencia
y los escándalos de corrupción. Por
ejemplo, un político austriaco dijo a un posible inversor ruso que podría tener
la nacionalidad austriaca a cambo de una inversión de 5 millones de euros y una
donación al partido. Por otra parte, en
un sistema económico que considera mercancía los bienes comunes, las
autoridades de un país no tendrá inconveniente tramitar un visado de oro a un
inversor que desea comprar, por ejemplo,
una playa o un bosque. Berna Gonzáles Harbour es autora de un trabajo titulado “La
plaza del pueblo no de privatiza”, publicado en El País de 20 de octubre de 2016. En él empieza apuntando que Grecia
estaba privatizando (debido a la crisis que estaba pasando) playas, además
aeropuertos, la compañía ferroviaria estatal y el aeropuerto del Pireo. Y
añade: “Esto no es nuevo. Lo nuevo es que si creíamos que era un problema
ajenos nos habíamos equivocado”.
¿Qué piensa la Unión Europea de
los visados de oro? El Parlamento Europeo y la Comisión Europea ya han
expresado su preocupación por estas prácticas, por las repercusiones sobre el
resto de la Unión especialmente en el caso de la ciudadanía, pues los titulares
de la ciudadanía de un estado miembro obtienen automáticamente la ciudadanía de
la Unión y, con ella, sus derechos y privilegios. El Parlamento Europeo ya ha expresado su
malestar en su Resolución de 2004.
“España es el país que ha
concedido más permisos de residencia mediante este tráfico de visados y el que
más dinero ha conseguido, por delante de Chipre y Portugal”. (Diario16, 11 de octubre de 2018)
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