Con el objetivo de Desarrollo número 3 se pretende “ garantixar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades”, para ello hay que terminar con el sistema de patentes.
Me parece muy importante dedicar esta “entrada” –píldora para pensar- a informar de que hay centros de investigación que no patentan los resultados de su trabajo. Lo he leído en una noticia publicada en periódico El País, el 6 d enero de este año. A continuación, resumo esa noticia, que empieza recordando que el virus de la polio paralizaba o mataba a cientos de miles de niños cada año. En medio de un aplauso mundial, el virólogo estadounidense, Jonas Salk anuncio en 1953 que su equipo había logrado la primera vacuna contra la enfermedad. Preguntado en televisión sobre quién era el dueño de la patente, Salk respondió con una de las frases más famosas de la historia de la ciencia: “Bueno, ya diría que la gente. No hay patente. ¿Acaso se puede patentar el sol?.
La actual pandemia ha sido muy diferente. Los ingresos previstos de las multinacionales estadounidenses Pfizer y Moderna, más la alemana BioNTech, por las venas de sus vacunas contra el coronavirus alcanzan los 62.000 millones de euros en 2021, según un cálculo del diario Cinco Días. La microbióloga hondureña María Elena Bottazzi, en cambio, propone un regreso al modelo se Salk. Su equipo ha desarrollado una nueva vacuna contra la covid y la ofrece al mundo libre de patentes. India acaba de autorizar su uso de emergencia.
Bottazzi codirige el Centro de Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas y la Escuela Baylor de Medicina, dos instituciones privadas sin ánimo de lucro en Houston (EE UU). La investigadora, nacida hace 56 años es la ciudad italiana de Genova y criada en Honduras, afirma que la suya es “una vacuna para el mundo”. Tras India, Bottazi espera que pronto se apruebe también en otros países, como Indonesia, Bangladés y Botsuana. La inyección, denominada Corbevas, se fabrica con un proceso usado para la vacuna contra la hepatitis B, por lo que hay multitud de fabricantes capaces de elaborarla por poco más de un euro. La eficacia del nuevo medicamento llega al 90% con el coronavirus original.
“Decimos que es para el mundo porque existe la capacidad de producirla a una escala suficiente para cubrir toda la necesidad mundial. La tecnología para producirla ya existe en varios lugares del mundo. Si mañana Brasil quiere producirla, ya tiene la tecnología, las fábricas y el conocimiento. Cualquier fabricante que pueda producir vacunas para la hepatitis B puede producir esta vacuna a gran escala. Este es el concepto de la vacuna para el mundo”.
“Nuestra tecnología es abierta. Todos los procesos están publicados, no están patentados”, añade.
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