ODS 10: “Reducir las desigualdades en y entre los países”. Hoy me voy a referir a los pobres que hay en los países ricos.
“Para los pobres siempre llueve sobre mojado. Fueron los que primero perdieron sus empleos en la crisis de 2008, los que más tardaron en recuperar sus ingresos en la década siguiente, los que más se infectaron durante la pandemia por las condiciones en las que vivían y porque desempeñaban trabajos más expuestos, y ahora, cuando todavía no se habían recuperado de la última crisis, son también quienes más sufren el azote de la inflación. Que el IPC de enero registrara un aumento del 6% respecto de hace un año no significa lo mismo para todos. Para los casi 10 millones de españoles en riesgo de pobreza, puede significar bajar un escalón más hacia la exclusión social. Y para quienes ya no llegan a final de mes y se encuentran en situación de pobreza severa, un aumento del precio de los alimentos o de la energía puede significar no poder pagar el alquiler”.
Antes de la pandemia, en el punto álgido de la recuperación económica, había en España 4,5 millones de personas en situación de pobreza severa. Eran un millón más que cuando estalló la crisis de 2008, lo que demuestra que es más fácil caer en la pobreza que salir de ella. Pobreza severa significa vivir con unos ingresos por unidad de consumo inferiores al 40% de la mediana de la renta nacional. Dicho así, es un concepto bastante obtuso. Se entiende mejor si se traduce a parámetros de economía doméstica. Como explica en su último informe la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, en 2020, con datos de renta de 2019, se consideraban en pobreza severa los hogares que ingresaban menos de 6.417,3 euros al año por cada unidad de consumo. “De acuerdo con el baremo que maneja la OCDE, una familia de dos adultos y dos niños equivale a 2,1 unidades de consumo. Eso significa vivir con menos de 281 euros mensuales por persona. Y en el caso de un hogar unipersonal, 535 euros mensuales”. Calculen ustedes que se puede comprar con esas cantidades.
Como se dice en el informe, el drama de la pobreza severa es “la exigencia permanente de tener que escoger entre necesidades indispensables, entre comida y calor, entre cultura y pañales, entre ordenador y zapatos”. Significa también adentrarse en lo que los expertos denominan “las trampas de la pobreza”. Si los alimentos son más caros, se sustituyen poa alimentos procesados baratos, que suelen ser más insanos y de peor calidad, lo cual lleva a tasas más altas de obesidad, diabetes y patologías que agravan la vulnerabilidad social.
Es cierto que la mitad de los parados son pobres y que el 31,6% de las personas en pobreza severa estaba en paro, pero también hay pobres entre quienes tienen trabajo. Por supuesto, crear empleo es una forma de combatir la pobreza, pero eso no resuelve el problema de los que ya tienen trabajo pero no cobran suficiente. Además la pobreza severa no es toda la pobreza. Como indica el último informe AROPE para 2020, “el 27,4% de la población menor de 18 años es pobre, también lo son el 14,6% de las personas ocupadas el 36,3% de la población extranjera proveniente de la UE y hasta el 9,9% de las personas con educacion superior”.
NOTA. La Unión Europea propuso el indicador AROPE (At risk of poverty and/or exclusion) para evaluar el grado de cumplimiento de los objetivos de inclusión social propuestos en la Estrategia EU2020 y que hace referencia al porcentaje de población que se encuentra en riesgo de pobreza y/o exclusión social.
Fuente. El País, del 14 de febrero de 2022, “Inflación, la puntilla de los pobres” autora Milagros Perez Oliva
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