La radical
separación que nuestro vigente sistema
económico-social establece entre ética y economía es, a mi juicio, análoga a la
que el sistema establece entre la economía y las
características del planeta Tierra en el que vivimos.
En 1966,
Kenneth Boulding, economista británico (1910-1993) publicó La economía futura de la Tierra como una nave espacial. En este
ensayo, Boulding utilizaba la metáfora ”nave
espacial Tierra”, para poner de manifiesto los límites del planeta que
habitamos, tanto por su incapacidad para recibir recursos del exterior como de
expulsar residuos producto de sus actividad económica. El planeta Tierra se caracteriza porque
constituye un sistema cerrado para los materiales y abierto a la entrada de
energía solar.
Esa nave
espacial proporciona a sus habitantes diversos recursos, unos renovables y
otros no renovables. La cantidad de recursos naturales renovables puede
mantenerse prácticamente constante
debido a su funcionamiento en ciclos -ciclo del agua, ciclo del nitrógeno,…-
Sin embargo, si el nivel de utilización de un
recurso natural renovable es superior al de regeneración, podría llegar a
agotarse.
Los recursos naturales no renovables, como su nombre
indica, se encentran en una cantidad que disminuye con su uso
sin que sea posible su regeneración. Son
recursos naturales no renovables el petróleo, el gas natural, los minerales,
los metales,… Todos ellos están distribuidos
por el mundo en forma regular, por ejemplo, existen países que tienen mucha
plata, pero no tienen cobre; lo mismo sucede con el petróleo y el gas natural.
Por último,
existen recursos inagotables, como la energía solar y el viento, debido a que
la Tierra en un sistema cerrado, pero no aislado.Son recursos que, a pesar de ser inagotables, el actual sistema económico, prácticamente, no ha aprovechado.
Kenneth Boulding
afirmaba: “Todavía hoy estamos muy lejos de haber efectuado las correcciones morales, políticas y
psicológicas que están implicadas en esta transición desde el plano ilimitado a
la esfera cerrada”. Por ejemplo, según él, dadas las características de la nave
espacial en la que nos desenvolvemos, debería distinguirse la parte del PIB que está relacionada con los materiales existentes en
la nave que son renovables de aquellos que no lo son y cuyo consumo da lugar a
residuos que, en general, no sirven para nada. Cualquier cambio tecnológico que
suponga conservar los recursos naturales es claramente un adelanto.
¿Es ético
maximizar el bienestar de esta generación a costa de las generaciones
futuras? Es lo que Miguel Delibes y
Miguel Delibes de Castro en su libro La
Tierra herida. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos?, llaman ética
intergeneracional.
Ramón Tamames,
catedrático de Estructura Económica de la Universidad Autónoma de Madrid, en un
artículo publicado en El País el 21
de agosto de 1983, reflexiona sobre este tema. Habla de una ética que consiste,
ante todo, en dejar de tratar a la Naturaleza no como un objeto de explotación
sin límite. Señala cómo en la actualidad, “el gran holocausto del patrimonio vegetal y
animal del mundo prosigue día a día, año a año: en términos de bosques húmedos
tropicales que desaparecerán para siempre, dando paso a la más pavorosa
desertización; al igual que la sabana africana, que se ve más y más erosionada,
y lo mismo que la lluvia ácida castiga a los bosques europeos y de
Norteamérica. Sin olvidar los fenómenos de la sobrepesca, del sobrepastoreo,
etcétera, por no hablar de recursos aparentemente tan distantes como la
ozonosfera, la Antártida, etcétera, hoy en día también en grave situación de
amenaza”.
En la misma
línea, Tamanes recuerda, entre otros, “los trabajos de Meadows para el Club de Roma -el célebre libro Los
límites al crecimiento-. […] Como
tampoco, cabe olvidar el previo estudio de Barbara Ward y René Dubos, en el que
constataron, llevándolo al propio título de su obra, el dato tantas veces
olvidado de que vivimos en Una sola Tierra”.
“Ciertamente,
se ha adelantado mucho en la senda de las formulaciones precisas que relacionan
el campo de la Economía con el de la Ecología, pero es mucho lo queda por
andar”. Ramón Tamames considera
prioritario el “movimiento por la paz, como única forma para el bienestar de
toda la Humanidad, que sin la cual dejaría sin sentido la ética ecológica, que
cada vez más hemos de inculcar en nuestra educación y en nuestra experiencia
cotidiana”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario