En un trabajo periodístico “Desigualdad económica:
¿qué hay de nuevo?” para El País (2
de junio de 2019), Moisés Naím señala que, no hacía mucho, el fundador de Bridgewater, uno de los fondos
de inversión más grandes del mundo, Ray Dalio, dijo: “Soy capitalista y hasta yo digo que el
capitalismo está roto. Si el capitalismo no evoluciona, va a desaparecer”. Según la revista Forbes, Dalio ocupa el puesto número 60 en la lista de las personas
más ricas del planeta.
Por otra parte, también según Moisés Naím , Jamie Dimon,
jefe del gigantesco banco JPMorganSchase, cuyo sueldo el año pasado fue de 30
millones de dólares, también anda preocupado por la salud del capitalismo. “Gracias
al capitalismo, millones de personas han salido de la pobreza, pero eso no
quiere decir que el capitalismo no tiene defectos, que no esté dejando mucha
gente atrás o que no debe ser mejorado”.
¿Cómo es que los titanes de la industria, cuyos
intereses están muy unidos al capitalismo, lo estén criticando de esa manera?
Naím indica que “en el mundo académico hay las mismas
preocupaciones” y señala a Paul Collier, importante economista, profesor de la
Universidad de Oxford, citado varias veces en este blog por su libro El club de la pobreza (Turner, 2009). Paul
Collier ha publicado recientemente (año
2018) un libro El futuro del capitalismo,
en el que advierte que “el capitalismo
moderno tiene el potencial de elevarnos a todos a un nivel de prosperidad sin
precedentes, pero actualmente está en bancarrota moral y va encaminado hacia
una tragedia”.
La crítica más común es la gran desigualdad económica
a que conduce el capitalismo: pequeñas élites donde se concentran ingresos y
riqueza (el famoso 1%) y grandes masas condenadas a la pobreza. Moisés Naím indica que esta crítica “se había
atenuado gracias al éxito que tuvieron países como China, India y otros en
reducir la pobreza”, debido, según él, “en gran medida, a la adopción de
políticas de liberalización económica que estimularon el crecimiento, el empleo
y aumentaron los ingresos”.
Pero la crisis financiera de 2008, más bien, las políticas aplicadas para
solucionar el problema, está haciendo insostenible la desigualdad entre ricos y pobres. Para terminar, Naím dice: “El impacto de la inteligencia artificial en la
desigualdad es aún incierto, pero todo indica que será enorme. Y esta novedad
puede hacer obsoletas todas nuestras ideas acerca de las causas de la desigualdad
y sus consecuencias”.
El hecho de que en este texto se citara el libro de
Paul Collier El futuro del capitalismo, me
ha recordado a Paul Mason, columnista de The
Guardian y una de las caras más conocidas del canal británico Channel 4, autor de un libro titulado Postcapìtalismo. Hacia un nuevo futuro
(Paidós. 2016), en el que se plantea la posibilidad de que el capitalismo haya alcanzado sus límites y esté mutando en
algo totalmente nuevo. En la
Introducción, Paul Mason indica que “lo que comenzó en 2008 como una crisis
económica mutó con los meses en una crisis social y ahora ha pasado a ser una
crisis global”. En esa Introducción
señala: “La élite y sus partidarios cierran filas en defensa de los mismos principios nucleares:
las altas finanzas, los bajos salarios, el secretismo, el militarismo, la
propiedad intelectual y la energía basada en el carbono. La mala noticia es que
controlan casi todos los Gobiernos del mundo; la buena, que en la mayoría de
países gozan de muy escasa aceptación o popularidad entre la gente”; e indica: “Casi inadvertidamente, franjas enteras de la vida económica están empezando a
moverse a un ritmo diferente en los nichos y huecos que deja abiertos el propio
sistema de mercado. Allí han proliferado –muchos de ellos como resultado
directo de la descomposición de antiguas estructuras tras la crisis de 2008-
monedas paralelas, bancos de tiempo, cooperativas y espacios autogestionados; y
los economistas profesionales apenas se han percatado de ello”. Los medios la han llamado economía
colaborativa. También se habla de “procomún” y de “producción entre iguales”,
pero pocos se han molestado en preguntarse qué significa para el capitalismo en
sí.
Es lo que Jeremy Rifkin, en su libro La sociedad de coste marginal cero
(Paidós, 2014), llama “procomún colaborativo”, del que, en este blog, ya he hablado en varias ocasiones. Según
Jeremy Rifkin: “La transición de la era capitalista a la Edad Colaborativa va
cobrando impulso en todo el mundo, y es de esperar que lo haga a tiempo de
restablecer la biosfera y de crear una economía global más justa, más humanizada
y más sostenible para todos los seres humanos de la Tierra en la primera mitad
del siglo XXI”.
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