Tim Jackson, economista, profesor de desarrollo
sostenible en la Universidad de Surrey (Reino Unido) y autor del libro Prosperidad sin crecimiento. Economía para
un planeta finito (2011), comenta la experiencia adquirida durante los años
en los que tuvo que participar en numerosas reuniones relacionadas con el
cambio climático. Al final la respuesta era siempre la misma: “esto perjudica
al crecimiento económico”.
Para las élites que gobiernan la globalización el
crecimiento económico es un fin en sí mismo, es como un dios al que hay que
adorar, tener contento por encima de cualquier circunstancia. Basta leer cualquiera de los informes del FMI.
Para medir el crecimiento económico se utiliza el Producto
Interior Bruto (PIB). El problema del PIB como parámetro para medir el
crecimiento económico es que no
distingue entre aquellas actividades económicas que realmente mejoran la
calidad de vida de la sociedad y aquellas negativas, que empeoran dicho
estándar. Por ejemplo, se incluyen en el PIB los gastos militares. Una forma de
elevar el crecimiento económico es la fabricación y posterior venta de armas. (Para
disimilar, algunos hablan de creación de puestos de trabajo). Destaco la contribución del gasto militar al
PIB de un país por sus terribles consecuencias y porque el gran poder de
determinados grupos de presión hace prácticamente imposible renunciar a este
gasto. No cuentan los niños inocentes que mueren en la guerra, tampoco los daños al medio ambiente.
En su libro Libres.
Ciudadanas del mundo, en las páginas dedicadas a Marilyn Waring,
señala: “La estimación aproximada del coste
de la provisión de agua potable y sanidad para los seres humanos y de otras
especies animales es de veinte mil millones de dólares: menos que el gasto
correspondiente de armamento durante quince días; sin embargo, la mitad de la
población del planeta carece de tales recursos”. Dada su calidad de presidente
de la Fundación Cultura de Paz, Federico Mayor Zaragoza, repite, una y otra vez,
en su blog: “Cada día se gastan más de
3.000 millones de dólares en armas y gastos militares al tiempo que mueren de
hambre unas 20.000 personas, la mayoría niños y niñas de uno a cinco años de
edad”.
He dicho “fabricación y venta” porque solo
contribuyen al PIB aquellas actividades, no importa que sean buenas o malas, en
las que haya transferencia de dinero, sean objeto de mercado.
Otro ejemplo de esta sinrazón es la inclusión dentro
del PIB actividades como la prostitución, el contrabando o las drogas. En 2014
se pudo leer en un periódico nacional una noticia titulada “El PIB subirá hasta
un 4,8%al sumar prostitución, droga y otros cambios”. (El País, 2 de junio de 2014)
Muy difícil alcanzar los objetivos de desarrollo
sostenible si usamos únicamente el PIB para medir el progreso de nuestras
economías. De aquí el título del libro
de Tim Jackson: Prosperidad sin
crecimiento. Economía para un planeta finito.
En un mundo en que empiezan a escasear los recursos
naturales, con graves problemas de contaminación del suelo, del agua y del aire
y con todos los problemas derivados del
aumento global de la temperatura, se hace necesario, urgente, pensar si no
deberíamos sustituir el concepto de crecimiento económico por el de sostenibilidad.
David Pilling, editor para África del diario Financial Times, es autor de trabajo periodístico publicado en El País, 3 de febrero de 2019, titulado “El
crecimiento mal entendido. El PIB y su grave error” en el que, tras mencionar “el daño catastrófico que los
residuos plásticos causan en nuestro entorno, y en particular en los océanos” y
después de señalar que “el plástico es solamente una parte pequeña –muy
visible- de un problema mucho más profundo, cuya raíz entronca con una
concepción errónea de lo que es el progreso económico”, se plantea si en un
mundo en que empiezan a escasear los recursos naturales, con graves problemas
de contaminación del suelo, del agua y del aire y con todos los problemas derivados del aumento
global de la temperatura, se hace necesario, urgente, pensar si no deberíamos
sustituir el concepto de crecimiento económico -medido por el PIB- por el de sostenibilidad.
Además, se indica en el periódico, David Pilling es autor de un libro titulado El delirio del crecimiento, publicado
por Taurus el 24 de enero de 2019, que se puede descargar gratis en Internet y
que se considera de lectura obligatoria por todo aquel que quiera contribuir a
la construcción de un mundo mejor. “El
escepticismo sobre el PIB es un primer paso inestimable cuando se trata de
hacer las cosas mejor”. Angus Deaton, Premio Nobel de Economía.
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