Desde hace muchos siglos la humanidad viene sufriendo
el azote de enfermedades infecciosas. Hoy, en pleno siglo XXI, un minúsculo
virus puede colapsar el planeta entero: no solo
afecta a la salud de las personas, sino también, al transporte, la
economía y la política mundial.
El coronavirus de Whuan nos recuerdan que, desde hace
tiempo, se sigue avisando de la llegada
de un virus pandémico con consecuencias
globales. Aunque personalmente, no he tenido ocasión de leerlo, creo que
puede interesar consultar el libro de José Antonio López, Virus: ni vivos un muertos.
Interesante es recordar que una importante
consecuencia del cambio climático es la pérdida de diversidad biológica. Pues
bien, ”los virólogos están demostrando que cuando disminuye la biodiversidad de
un entorno, algunos tipos de virus no solo se adaptan a las nuevas condiciones,
sino que son aupados a una especie de posición dominante. Y si estos virus
dominantes se encuentran cerca de una aldea o un campo de cultivo, salta al ser
humano con facilidad”.
En palabras de la bióloga estadounidense Felicia
Keesing la biodiversidad tiene un
“efecto diluyente”, es decir, reduce el
peligro de aparición de nuevas enfermedades infecciosas. Para evitar pandemias es necesario preservar
la biodiversidad. O sea, existe una clara relación entre el cambio climático y
la pandemia del coronavirus.
Domingo Jiménez Beltrán,
exdirector de la Agencia Europea de Medio Ambiente y asesor del Observatorio de
la Sostenibilidad, apunta: «Mi
impresión es que tanto el CC (cambio
climático) como el ahora CV (coronavirus) nos han cargado de razón para cambiar
nuestro modelo de producción y de consumo, incluido nuestro modelo de turismo».
[…] «El coronavirus se suma al cambio climático como argumento insoslayable para el necesario cambio total y
hacia mejor, hacia un sistema más sostenible y gobernable que, además, tiene
ventajas no solo ambientales, sino también, socioeconómicas».
Sostiene Jiménez Beltrán que, lejos de retrasar la
acción, el coronavirus ha incrementado lo que él mismo llama “el climax para el cambio”. En el libro
de Miguel Delibes y Miguel Delibes de Castro La Tierra herida. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos? (2005:164)
se puede leer: “Todos los expertos coinciden en que la ciencia es incapaz de
predecir el mundo que vendrá, porque depende en gran medida de las decisiones
que, individual y colectivamente, tomemos los humano”. Es decir “la historia
está en nuestras manos»,
Será posible que la tragedia diaria nos impida ver en estos
momentos más allá. Después del confinamiento decretado para hacer frente a la
pandemia de coronavirus, ¿cambiaremos finalmente nuestra actitud frente al
cambio climático y a las emisiones de CO2 y de NO2 o nos
olvidaremos de ello hasta nuevo aviso?
Las penurias económicas derivadas de la pandemia de Covid-19 ¿serán
capaces de que demorar la acción contra el cambio climático y ralentizar la
transición energética? ¿Será el coronavirus más fuerte que los ciudadanos?
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