Sucedió a raíz de la crisis financiera de 2008, pero
no fue hasta 2011 cuando se empezó a hablar de ello, cuando el 4 de septiembre de ese año (en El Pais) se pudo leer un reportaje antes publicado en el periódico Der Spiegel.
En ese trabajo se informa que en la Bolsa de Chicago
“la mayor Bolsa de materias primas del mundo se decide sobre los precios de los
alimentos, y con ellos sobre el destino de millones de personas”.
Según un experto en materias primas, “esto es el
capitalismo en estado puro”. “No creo en la política, sino en el mercado, que
siempre tiene razón” ¿La escalada de los precios de los alimentos? “Son una
simple expresión de la oferta y la demanda”. (Según Joseph E. Stiglitz, en su libro El malestar en la globalización que en
el fundamentalismo del mercado, se supone los mercados funcionan perfectamente
y la demanda debe igualar a la oferta). Que los más pobres no puedan comer:
solo son “efectos colaterales”. Capitalismo canalla.
Los autores de este trabajo dicen: “El pan del mundo
atrae a inversores a los que les interesan poco los cereales. Lo importante es
ganar dinero. Estamos hablando sobre todo de los fondos de pensiones que manejan
cifras milmillonarias”. (Conviene recordar que para hacer frente a la crisis,
el FMI indicaba la necesidad de llevar a cabo reformas estructurales, es decir,
privatizaciones, en educación, sanidad y pensiones; y cuantos ciudadanos
han perdido el dinero aportado en esos fondos de pensión). Según el Índice de
Precios de los Alimentos de la FAO, el coste de los productos alimenticios
experimentó un alza del 39% en el curso de un año. Los precios de los cereales
subieron un 71%, al igual que los de aceites y grasa destinados a la
alimentación”. Puede que eso no tenga importancia para los ricos, pero para los
pobres que dedican a comer el 70% de su magro presupuesto, es “una amenaza
existencial”.
El economista jefe de la Conferencia de Naciones Unidas
sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), tras el
desplome financiero de 2008, empezó a seguir la evolución del mercado de
monedas, materias primas, deuda pública y acciones. Las curvas mostraban un
sorprendente parecido. Entonces constituyó un grupo para investigar el
fenómeno, que aportó unos “resultados explosivos”: el mercado de materias
primas no funciona, en todo caso, no funciona como, según los modelos
económicos, lo hace un mercado en el que los precios se forman a través de la
oferta y la demanda.
Según el informe presentado por
este grupo de trabajo, las actividades de los actores financieros “empujan los
precios de las materias primas mucho más allá de los niveles que justificarían
los datos fundamentales del mercado”. Así se produce una distorsión de los precios.
En el portal de Economía
Solidaria, el 12 de noviembre de 2012, se publicó un gran trabajo sobre este tema.
En el último apartado, señala que el informe de la UNCTAD se expone que es
necesario “restablecer el funcionamiento normal de los mercados de materias primas
mediante una rápida y eficiente actuación
política” y considera imprescindible
una mayor transparencia en estos mercados, así como el cumplimiento de
unas reglas más severas de los distintos actores que participan en los mismos”.
Y añade: “En esa misma línea, se expresaron los discursos de apertura de la cumbre
de Davos, que condenaron el comportamiento de los especuladores, pero no acordaron
ninguna solución a un problema gravísimo para el futuro de millones de personas
y ética y moralmente nauseabundo”.
“Ante esta realidad, Flassbeck,
director de UNCTAD, expuso un plan de choque para deshacerse de los
especuladores de alimentos, la peor plaga de las cosechas”. “Estima
imprescindible poner las materas primas y cosechas a salvo bajo el estricto
control de la ONU, que sería el
organismo que determinaría precios de las materias primas acordando el mismo
con los productores, comerciantes y consumidores. Únicamente estos tendrían
cabida en ese mercado. Los especuladores estarían vetados. No habría sitio para
los mercaderes del hambre”.
“Los mismos bancos, fondos de alto
riesgo, compañías de seguros, que causaron la crisis de las hipotecas subprime son quienes hoy especulan con
la comida” escribe Esther Vivas, Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales
de la Universidad Pompeu fabra, en “Los porqués del hambre”, (El País,
30 de julio de 2011).
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