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domingo, 19 de mayo de 2019

Economía del Bien Común


La Economía del Bien Común es, por ahora, la mejor vacuna  contra lo que el abogado José María Soroa denominaba "cáncer de la democracia", porque además de ser un sistema económico que gira alrededor de la cooperación y no de la competencia, pone un límite  a la propiedad privada, es decir a la máxima cantidad de posesiones que puede tener un ciudadano. 
 La Economía del Bien Común quiere convertirse en una palanca de cambio a nivel económico, político y social, un puente entre lo viejo y lo nuevo. Para ello apuesta por la creación de redes locales de empresas, organizaciones, municipios y ciudadanos, que fomenten y lleven a la práctica los valores de una economía más solidaria, digna, sostenible, justa y democrática.
Su promotor,  Christian Felberg nació en Salzburgo (Austria), empezó estudiando en Viena y Madrid Filología Hispánica, pronto se interesó por otras materias y desde el otoño de 2008 es profesor de Economía en la Universidad de Viena. Entre otros postulados, esta austriaco defiende sustituir el Producto Interior Bruto (PIB) como parámetro de medida de la riqueza por el Balance del Bien Común que prima valores como la solidaridad, la sostenibilidad ecológica, la justicia social, la participativa democrática  y la transparencia.
Felberg recuerda que Aristóteles diferenciaba dos formas de entender y practicar la economía. En la oikonomia, el fin es el bien común, la buena vida para para todos, para lo cual el dinero es un medio. Si el dinero se convierte en el fin, por definición no es economía, si no el arte de enriquecerse.  En este caso, “el éxito se mide de acuerdo con parámetro financieros y monetarios, como los beneficios y el PJB”.
La Economía del Bien Común se apoya en una serie de indicadores que se utilizan para conocer en qué medida la empresa colabora al bien común.    Cuanto más ecológica, democrática y solidaria sea la actividad de la empresa, mejor será el resultado del Balance del Bien Común. Si los indicadores son positivos, estas empresas tendrán ventajas, por ejemplo, en forma de créditos más baratos o privilegios en compras públicas y concursos públicos.
La implementación del modelo teórico tuvo lugar en octubre de 2010 con un grupo de empresas que voluntariamente cumplían una serie de requisitos.
La filósofa barcelonesa Victoria Camps,  en una entrevista publicada en El País (10 de agosto de 2014), a la pregunta ¿considera que está en cuestión el sistema capitalista?, contestó:  “Hay alternativas que habría que considerar. A mí la que más me convence hasta ahora es la llamada economía del bien común que promueve Christian Felber. Es una forma moderada de corregir los despropósitos del capitalismo e ir hacia un capitalismo de más cooperación que ponga por delante el bien común. No todos los beneficios de las empresas tienen que revertir en el interés corporativo, sino que hay que pensar en el bien de todos y establecerlo por ley”.
Además, Felber y su equipo han difundido el concepto de “municipio del bien común”, al cual, según datos de 2014, se han suscrito 20 municipios de Austria, Alemania e Italia; en España se empezó poniendo en marcha un municipio de la Comunidad Valenciana.
Para el diseño de un municipio del bien común, a través de participación ciudadana, se eligen de 10 a 20 factores que los ciudadanos de ese municipio consideren que determinan su calidad de vida. Sobre estos factores se realizan encuestas cada año; su evolución condiciona las políticas públicas a llevar a cabo.  Una de las principales funciones de un “municipio del bien común” es dar a conocer y promover los principios en los que se basa este movimiento, dando ejemplo con sus prácticas y favoreciendo a las empresas que más contribuyan al bien común. La Economía del Bien Común pretende convertirse  en un movimiento político que presiona al gobierno para que sus principios teóricos se plasmen definitivamente en leyes.  
En una entrevista, publicada en periódico El País (17 de enero de 2018), Felberg  indica, entre otras cosas, 1) Hay 500 empresas que ya aplican el balance del Bien Común. Pertenecen a todas las ramas y tienen todo tipo de formas legales: entidades privadas, sin ánimo de lucro y públicas, de distintos tamaños.   2) 50 municipios en Europa y algunos en Chile funcionan como municipios del Bien Común. 3) Unas 200 universidades están elaborando proyectos de investigación y enseñanza. Ya se ha creado la primera cátedra en la Universidad de Valencia y hay tres escuelas técnicas superiores en Austria y Alemania que han realizado el balance del Bien Común al igual que la Universidad de Barcelona. 4) En la Comunidad Valenciana se preparan dos leyes que buscan crear un registro con las empresas que  sigan los requisitos de la Economía del Bien Común.

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