Me propongo explicar mi punto de vista, acerca del estadio –salvaje,
barbarie o civilizado- en que se encuentra la Humanidad en estos momentos.
En la segunda edición de mi libro Imaginar y crear el futuro (Ed.Bubok, 2017) indico que, según todos
los expertos, en la evolución de la especie humana se distinguen dos procesos:
el proceso de homonización y el proceso de humanización. El primero se refiere
al conjunto de cambios experimentados por los miembros de la especie humana
hasta convertirse en homínido, es decir, hasta adquirir un aspecto exterior
similar al que tiene en la actualidad. Por otra parte, el proceso de
humanización está relacionado con la serie de logros relacionados con la
dignidad del ser humano. Gracias a este proceso, los miembros de la especie
humana, a diferencia de los restantes seres vivos, han logrado desarrollar
sentimientos “conscientes y manejables”, entre los que destacan la solidaridad,
la empatía, el amor al prójimo, el compromiso con determinadas causas, etc.
El hecho de presentar una configuración humana (gracias al
proceso de homonización) no es suficiente para considerar que algunas personas
son realmente seres humanos, porque en ellos el proceso de humanización o bien
se ha detenido en una fase muy temprana, o bien, por una causa conocida o no conocida,
ha experimentado un retroceso. El proceso de humanización permite la
transformación de los miembros de la especie humana en Seres Humanos.
Ante los graves problemas con que nos enfrentamos, en la
actualidad, Eduald Carbonell, codirector del yacimiento de Atapuerca (Burgos) y
premio Príncipe de Asturias, señaló la necesidad de “generar conciencia de
especie”. Tener “conciencia de especie” es ser consciente de las características
que diferencian a la especie humana de otras especies animales y potenciar esas
características. Desde la más temprana edad, todos los niños y niñas deben
estar orgullosos de pertenecer a la especie humana y deben saber lo que ello
significa.
Para “generar conciencia de especie”, Eduald Carbonell defiende
la estrategia de “convertir el conocimiento en pensamiento”. El ser humano,
además de ser capaz de pensar -lo que no hacen otros seres vivos- es el en la
cadena de la evolución y quizás como tal tiende a ser cada vez más humano (proceso
de humanización).
El conocimiento sin pensamiento es patrimonio de la
inteligencia artificial. Hay que distinguir inteligencia de sabiduría; la
inteligencia artificial carece de sabiduría. No es posible una sociedad
civilizada – una sociedad verdaderamente humana- sin sabiduría, sin
pensamiento.
Quienes tienen solo configuración humana, pero no son
realmente seres humanos, intentan que el proceso de humanización se detenga o
retroceda y están intentando que el conocimiento no se convierta en
pensamiento. Para hacer que los ciudadanos piensen lo menos posible se ha
instaurado un especial sistema de educación y se han fabricado artilugios de todo
tiempo para entretener nuestra mente.
Los seres humanos estamos legitimados para defendernos de
quienes, teniendo nuestra misma configuración, no pertenecen a la especie
humana, es decir, estamos legitimados para establecer un sistema económico y
social verdaderamente humano. Solo entonces podremos decir que hemos pasado del
actual estadio de barbarie al de civilizado.
El periodista y escritor Juan Arias escribe, en su libro Proyecto esperanza. Motivos para amar
nuestro tiempo (2008: 22), que “ese impulso del ser humano inteligente hacia una mejora de
la especie y, por tanto, hacia una civilización perfeccionada, es
asombrosamente poderoso” y surge “cuando la Humanidad se encuentra ante un
peligro o una tentación de retroceso”.
La Humanidad está en un muy grave peligro. Cada vez son más
poderosos los individuos que tienen una configuración humana, pero no son seres
humanos. Su valor supremo, el fin al que dirigen todas sus acciones es el
dinero; en su búsqueda están destrozando el planeta Tierra en que vivimos y
donde tendrán que seguir viviendo nuestros descendientes. ¡Ojala nuestro
impulso como seres humanos inteligentes y sabios sea tan poderoso como indica
Juan Arias!
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