El contenido de este blog se ha cedido al dominio público: puede ser copiado, parcial o totalmente, sin previo permiso de la autora.


martes, 17 de junio de 2025

Arriestar la vida para poder comer. Gazatíes

      Poco después del amanecer, Ayman Abdel Bari . desale de su tienda de campaña en Al Mawast, la zona costera en el sur de Gaza que es actualmente el refugio de decenas de miles de personas que huyen de la guerra. Monta en su maltrecha bicicleta y pedales hacia el centro de la ciudad de Jan Yunis, un área declarada "roja" por el ejército israelí, es decir,una  zona de combate de la que se ha ordenado la evacuación de los civiles.

     Él sabe que cruzar esa frontera invisible podría costarle la vida. Pero el hambre no puede esperar a un alto el fuego y Bari, de 37 años, vuelve a lo que queda de su casa para recuperar las latas de alubias y lentejas que tuvo que dejar atrás cuando él y su familia huyeron prácticamente con lo puesto hace casi dos semanas.

     Los más de dos millones de habitantes de Gaza tienen hambre y medio millón de personas estarán en situación catastrófica, es decir  correrán riesgo de morir o sufrirán secuelas irreversibles debido a la falta de alimentos, si Israel no permite que entre en la Franja la ayuda humanitaria necesaria, algo que está lejos de ocurrir.

     Después de más de dos meses de asedio total, la ayuda humanitaria ha comenzado a entrar a cuentagotas, gracias sobre todo a la presión internacional. Desde finales de mayo, la entidad privada Fundación Humanitaria de Gaza, impulsada por Israel y Estados Unidos, también reparte alimentos en la  Franja, pero el sistema ha sido caótico, insuficiente y en los centros de distribución han muerto tiroteadas unas 100  personas en pocos días.

     Bari se refugia agachado en los portales de los edificios abandonados cada vez que el sonido de los drones se acerca demasiado. Explica que en una ocasión anterior, vio lo que quedaba de un hombre que había sido tomado por blanco. "El próximo podrìa ser yo, pero mis hijos están muriéndose de hambre", dice.

      Padre de cuatro niños de entre dos y nueve años, Bari ha estado sin trabajo desde que comenzó la guerra, en octubre de 2023, y ha sobrevivido gracias a la caridad de amigos y vecinos y a la ayuda humanitaria que llega de vez en cuando, sobre todo durante la tregua de casi dos meses, hasta mediados de marzo. Pero aquellos alimentos se terminaron.

     "Ya no puedo pagas la harina, que cuesta más de 20 dólares (17,4 euros) el kilo. Hemos estado hirviendo hierbas", dice, "La comida que dejé atrás puede que mantenga a mis hijos durante unos días más", agrega,

     Ese día, Bari encontró algo más que latas de comida entre los escombros: algunos utensilios de cocina, una manta, una jarra de agua... Suficiente para seguir adelante unos días. Tres horas después regresó a Aol Mawasi y suspiró, aliviado.  "Empecé a respirar de nuevo cuando vi a la gente en la calle", dice, exhausto con todavía las manos temblorosas.

     Cada vez son más los palestinos desplazados que arriesgan sus vidas para recuperar alimentos, mantas y pertenencias básicas de sus hogares situados en zonas peligrosas.  Los ataques del ejército israelí duran ya 20 meses y han causado la muerte de al menos 55.000 palestinos, según el Ministerio de Salud de la Franja, controlado por el movimiento islamista Hamás, Si bien algunas partes de la Franja están tan destramadas que es prácticamente imposible adentrarse en ellas, hay otras en las que hay  explosiones intermitentes y los drones patrullan el cielo, pero aún se puede pasar desapercibido.

     Mohammed Omar, líder comunitario gazatí, estima que decenas de personas ha muerto o resultado heridas al intentar regresar a sus hogares en zonas rojas. "Las ambulancias no pueden llegar a ellos. Las familias tienen que recuperar los cuerpos por sí mismas, en bicicletas, carros tirados por burros o lo que puedan encontrar. Algunos lo consiguen. Otros no".

     Lo anterior es nada más que una parte de un articulo publicado el El País del 15 de junio de 2025 y publicado en colaboración con Egab, que trabaja con periodistas de Oriente Próximo y África.

     Mi opinión, pensando como siempre que las guerras no son propias del verdadero ser humano, preocupado en estos años por conseguir los  ODS de la Agenda 2030. El primer objetivo es, precisamente, "poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo".

No hay comentarios: