Poco después del amanecer, Ayman Abdel Bari . desale de su tienda de campaña en Al Mawast, la zona costera en el sur de Gaza que es actualmente el refugio de decenas de miles de personas que huyen de la guerra. Monta en su maltrecha bicicleta y pedales hacia el centro de la ciudad de Jan Yunis, un área declarada "roja" por el ejército israelí, es decir,una zona de combate de la que se ha ordenado la evacuación de los civiles.
Él sabe que cruzar esa frontera invisible podría costarle la vida. Pero el hambre no puede esperar a un alto el fuego y Bari, de 37 años, vuelve a lo que queda de su casa para recuperar las latas de alubias y lentejas que tuvo que dejar atrás cuando él y su familia huyeron prácticamente con lo puesto hace casi dos semanas.
Los más de dos millones de habitantes de Gaza tienen hambre y medio millón de personas estarán en situación catastrófica, es decir correrán riesgo de morir o sufrirán secuelas irreversibles debido a la falta de alimentos, si Israel no permite que entre en la Franja la ayuda humanitaria necesaria, algo que está lejos de ocurrir.
Después de más de dos meses de asedio total, la ayuda humanitaria ha comenzado a entrar a cuentagotas, gracias sobre todo a la presión internacional. Desde finales de mayo, la entidad privada Fundación Humanitaria de Gaza, impulsada por Israel y Estados Unidos, también reparte alimentos en la Franja, pero el sistema ha sido caótico, insuficiente y en los centros de distribución han muerto tiroteadas unas 100 personas en pocos días.
Bari se refugia agachado en los portales de los edificios abandonados cada vez que el sonido de los drones se acerca demasiado. Explica que en una ocasión anterior, vio lo que quedaba de un hombre que había sido tomado por blanco. "El próximo podrìa ser yo, pero mis hijos están muriéndose de hambre", dice.
Padre de cuatro niños de entre dos y nueve años, Bari ha estado sin trabajo desde que comenzó la guerra, en octubre de 2023, y ha sobrevivido gracias a la caridad de amigos y vecinos y a la ayuda humanitaria que llega de vez en cuando, sobre todo durante la tregua de casi dos meses, hasta mediados de marzo. Pero aquellos alimentos se terminaron.
"Ya no puedo pagas la harina, que cuesta más de 20 dólares (17,4 euros) el kilo. Hemos estado hirviendo hierbas", dice, "La comida que dejé atrás puede que mantenga a mis hijos durante unos días más", agrega,
No hay comentarios:
Publicar un comentario