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miércoles, 17 de noviembre de 2021

COP26. Grupos de presión

 En la obra de Miguel Delibes y Miguel Delibes de Castro La Tierra Herida ¿Qué mundo heredaran nuestros hijos? (2005, Círculo de Lectores) en el apartado “Ética y medio ambiente”, Miguel Delibes, padre, pregunta a su hijo: “¿Sugieres, acaso, que en este conflicto  ( ) n hay intereses egoístas, problemas éticos? ¿Crees que nreo hay culpables?- Su hijo, Miguel Delibes de Castro contesta: “De ninguna manera, Hay intereses poderosos y bien  conocidos detrás de los que pretenden que las cosas sigan como están. […] El lobby más poderoso de aquel país (Estados Unidos) hoy por hoy, es el de las empresas del petróleo y del gas. Todos sabemos cómo se  las gastan (el grito de  “no más sangre `por petróleo” es de una crudeza y realismo que sobrecogen). Este lobby capaz de encender guerras, de sufragar gastos militares para garantizarse el petróleo de Oriente. […] ¿cómo va a ratificar el Protocolo  de Kioto? ¿De verdad podemos creer que le preocupa más el futuro de la humanidad que sus propios intereses. […]  Claro que, por otra parte, cabe decir que si bien Estados Unidos no lidera el cambio mundial hacia una economía basada en energías diferentes, sí que  se posiciona para cuando ese cambio sea inevitable, apostando en la sombra por el avance en las tecnologías de las energías renovables. Seguramente, como cantara Luis Eduardo Aute, “pretende no perderse ningún tren”.

En líneas generales, lo que dice Miguel Delibes de Castro, coincide con lo que escribe  LLuis Bassets, bajo el título “La gran estafa” publicado en el periódico El País del día 14 de noviembre de 2021. “Primero se rechazaba la idea misma del cambio climático. Luego que tuviera que ver con la actividad humana y con la industrialización. Interesaba disculpar a los extractores de combustibles fósiles. A la vista de los hechos comprobados, más tarde se trató de combatir las políticas medioambientales: o eran erróneas o demasiado caras, más costosas que los perjuicios que pudiera producir el aumento de temperatura del planeta. Ante la doble evidencia científica, sobre el incremento de temperaturas y sobre la capacidad para frenarlo, todo se centra ahora en evitar las medidas drásticas que pudieran dañar los enormes intereses, especialmente de los productores de petróleo, gas y carbón. O  al menos aplazarlas, para sacar provecho de las reservas existentes. Hasta agotarlas si es posible, de forma que el cambio de modelo energético sea entonces obligado y aceptable”.

“La mayor delegación de Glasgow era la formada por los grupos de presión de los productores de combustibles fósiles, más de 500 personas. Observadores perspicaces han señalado el cambio de perfil de los asistentes: si en París en 2015 eran sobre todo ministros, científicos y militantes, en Glasgow son líderes empresariales, financieros y banqueros centrales”, escribe Bassets.

Y continúa: “El aumento insostenible de la temperatura del planeta se da por descontado.  Ahora solo se trata de negocios. De los que proporcione el cambio de época, mientras se exprime el limón de la época que termina. De lo que den de sí  las transferencias de los países ricos que ya han consumido su cuota de en emisiones a los pobres que todavía necesitan crecer. Y de evitar las indemnizaciones exigibles a los contaminantes que han engañado y aplazado decisiones con su negacionismo doloso”.

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