A los animales de granja se les puede achacar el 14,5 de todas las emisiones de efecto invernadero provocadas por el hombre. El principal es el ganado vacuno, que a través de sus flatulencias (una importante fuente de metano) y sus excrementos, a veces dejados sin tratar y otros usados como estiércol, contribuyen a casi dos terceras partes de ese 14,5%.
Es importante el cambio de dieta. Pero todas las predicciones dicen que la demanda de proteínas animales aumentará en las próximas décadas. en lugar de disminuir. Y otra pega que tiene esa aproximación es que no tiene en cuenta es que 1.000 de los 2.200 millones de pobres del mundo dependen de sus animales para comer o ganarse la vida.
Así que la vía no es la eliminación, sino la eficiencia. Por ejemplo, se estima que las emisiones de la industria cárnica de Sadamérica podrían recortarse entre un 19% y un 30% solo con optimizar la calidad del forraje, la gestión de los pastos, la cría de los animales y el cuidada de su salud. Unas vacas más sanas y mejor alimentadas, serán mas productivas y, por tanto, más eficientes. Intervenciones parecidas en los pequeños rumiantes de África occidental podrían reducir su impacto entre un 27% y un 41%. También hay mucho margen de mejora en el tratamiento de de los excrementos, y la actividad de los 500 millones de pastores del mundo, por ejemplo, ayuda a mantener los pastizales que se estima que tienen potencial para secuestrar hasta un 9,8% del total de los gases de invernadero generados por el hombre.
Hay posibilidades de aminorar el impacto sin dejar de consumir productos animales. Pero lo que es inaplazable es recortar en el desperdicio y la pérdida de alimentos. Por que tirar un kilo de carne no solo suponer perder un kilo de proteína que nadie consumirá. Ese kilo ha supuesto también un gasto de recursos (agua, tierra, forraje ...) y la emisión de gases de efecto invernadero. Totalmente en balde.
Pero lo que sí es
inaplazable es recortar en el desperdicio y la perdida de alimentos. Porque
tirar un kilo de carne no solo supone perder un kilo de proteína que nadie
consumirá. Ese kilo ha supuesto también un gasto de recursos (agua, tierra,
forraje,…) y la emisión de gases de efecto invernadero. Todo en balde. (Fuente: Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), El Estado del Planeta, libro 2)
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