En El País. Planeta Futuro del 30 de enero de 2024 se describen las consecuencias de la decisión, hace tres años del Reino Unidos de recortar su ayuda al desarrollo y, en consecuencia, eliminar un programa que permitía a los más pobres entre los pobres recibir tratamiento en 23 países africanos y dos sudasiáticos.
Los autores del artículo, Pablo Linde y Ana Carbajosa, indican que "es la historia de cómo decisiones adoptadas en contextos de presiones políticas y cálculos electorales determinan la vida de personas a miles de kilómetros de forma irreversible".
He decidido resumir esa noticia, relacionada con varias meras de Objetivo de Desarrollo Sostenible 3: "garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades".
Una las personas afectadas es David, un chico liberiano con una pierna que comenzó a hincharse hace cosa de un año, debido a un parásito a un parásito transmitido por mosquitos; unos gusanos que se alojan en los vasos linfáticos y se propagan a todo el cuerpo a través de la sangre. La dolencia se llama filariasis linfátiva, popularmente conocida como elefantiasis, una de las llamadas enfermedades tropicales desatendidas (ETD).
Según los autores del artículo "el mundo avanzaba a buen ritmo hacia su eliminación, pero ahora se está
produciendo un retroceso —azuzado no por la ciencia, sino por la
política— y pueden volver a suponer una amenaza para la salud pública".
En Liberia, los que conviven con esta enfermedad —quien más quien menos ha conocido a alguien que la padece— la suelen llamar “big foot”. Cogida a tiempo, la enfermedad se podría haber frenado. Y con un tratamiento preventivo, David nunca la habría contraído.
En total, son una veintena de enfermedades prevenibles, algunas también durables, pero que sin un tratamiento adecuado destrozan los cuerpos y las vidas de millones de personas. Son además, enfermedades de los pobres, porque afectan sobre todo a países del Sur global y desproporcionadamente a mujeres y a niños, motivo por el cual no reciben la suficiente atención ni fondos por parte de las sociedades desarrolladas ni, a menudo, de sus propios gobiernos.
La toma preventiva de medicamentos de forma masiva en las zonas afectadas, es la principal estrategia de la OMS para erradicar esta y otras ETD. Es una meta alcanzable y la medicación está a disposición de los gobiernos libre de coste. Pero es necesario llegar a toda la población en riesgo y mantener la constancia. En 2014, la crisis del ébola que sufrió el país paralizó el programa. En 2020 fue la covid. Cada año perdido es una oportunidad para que las enfermedades tomen un poco de oxígeno y avancen posiciones. En 2021 llegó el golpe definitivo con la retirada de fondos británicos. Reino Unido era el principal soporte para el proyecto de eliminación de las ETD, que padecen millones de enfermos en decenas de países africanos.
Los países afectados por el recorte británico se embarcaron en una carrera desesperada por buscar financiación para cubrir el hueco. Algunos la encontraron y otros no. En el caso de Liberia, la decisión británica mantiene en vilo a las autoridades sanitarias del país africano, que busca fondos para el programa cada temporada. Hasta el año pasado contaron con la ayuda de la ONG canadiense Sight Savers, la fundación Unlimit Health y con la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, pero esta institución terminó el año pasado una investigación y se retiró.
Karsor Kollie, responsable del programa de ETDs de Liberia, cuenta que desde 2021 han estado buscando financiadores que permitieran seguir el año pasado con el plan de eliminación de las enfermedades. Encontraron uno in extremis el verano pasado en España. Participar en este programa no era algo que estuviera en la hoja de ruta de la organización española Anesvad, pero las autoridades liberianas les convencieron de la urgencia de la financiación.
NOTA. Recibo noticias del suplemento de El País, Planeta Futuro por correo sin pagar nada. Creo que cualquiera puede hacer lo mismo.
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