Miles de hombres, mujeres y niños engrosan la lista de las que pueden ser consieradas las últimas víctimas de la guerra en Gaza. Son aquellas cuyos cuerpos no han sido recuperados o localizados. Las que llevan semanas o meses pudriéndose debajo de los escombros de los edificios bombardeados por el ejército de Israel. Las que son abandonadas en calles y carreteras, a veces comidas por animales hambrientos allí donde las tropas impiden el acceso. Las que se han evaporado sin dejar rastro..
El número que ofrece el cuerpo de Defensa Civil, encargado de los rescates, apoyado por instituciones como la Media Luna Roja, es, al menos, de 7.000. Son los muertos y desaparecidos no registrados, los que quedan fuera de los casi 29.000 oficiales contabilizados por las autoridades sanitarias de la Franja, en manos de las autoridades de Hamás. (Fuente: El País, 18 de febrero de 2024)
Estos datos son suficientes para darnos cuenta que, desgraciadamente, hay personas, con forma humana pero que con sus actos no pertenecen a la especie animal Homo sapiens, una especie datada de inteligencia. Es muy importante saber las características de esa especie animal. Una especie animal sujeta a un proceso de "humanización", por el cual es cada vez más "humano". Lo malo es que en ese proceso el ser humano puede retroceder. Ello a pesar que posee lo que se llaman "neuronas espejo" (no es la única especie animal que las posee). Gracias a esas neuronas espejo el ser humano es empático, social y solidario.
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