Los bosques cubren casi el 31 % de la superficie de nuestro planeta y albergan más del 80 % de todas las especies terrestres de animales, plantas e insectos. Sin embargo, el deterioro de la biodiversidad se está produciendo a un ritmo más rápido ahora que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad.
A escala mundial, una quinta parte de la superficie terrestre del planeta está degradada, un área casi del tamaño de la India y Rusia juntas. La degradación de los suelos empuja a las especies a la extinción e intensifica los efectos del cambio climático.
La biodiversidad y los servicios de los ecosistemas que respalda también pueden sentar las bases de las estrategias de adaptación al cambio climático y reducción del riesgo de desastres, ya que pueden generar beneficios que aumenten la resiliencia de las personas.
¿Qué supone la pérdida de los bosques?
La pérdida de los bosques implica la desaparición de los medios de subsistencia de las comunidades rurales, el aumento de las emisiones de carbono, el deterioro de la biodiversidad y la degradación del suelo. Aunque el ritmo de pérdida neta de bosques sigue siendo elevado, los datos de 2020 muestran que la proporción de bosques en áreas protegidas y bajo planes de gestión a largo plazo aumentó o se mantuvo estable a nivel mundial y en la mayoría de las regiones del mundo.
Un efecto irreversible de la actividad humana sobre el medio ambiente es la extinción de especies, lo que altera el equilibrio de la naturaleza y hace que los ecosistemas sean más frágiles y ofrezcan menos resistencia a las perturbaciones. Según un reciente informe de la ONU sobre biodiversidad, cerca de un millón de especies animales y vegetales están en peligro de extinción, en muchos casos en las próximas décadas, más que en cualquier otro momento en la historia de la humanidad.
¿Cómo afecta eso a la salud?
Una mayor demanda de proteínas animales, el aumento de una agricultura intensiva e insostenible, el uso y la explotación crecientes de la fauna salvaje y la crisis climática favorecen la aparición de enfermedades zoonóticas ―aquellas que pueden transmitirse entre animales y seres humanos― como la COVID-19.
Unos dos millones de personas mueren cada año a causa de enfermedades zoonóticas desatendidas, la mayoría en países de ingresos bajos y medios. Estos mismos brotes pueden causar graves enfermedades, muertes y pérdidas de productividad entre las poblaciones ganaderas del mundo en desarrollo, un grave problema que tiene sumidos en la extrema pobreza a cientos de millones de pequeños ganaderos. Las enfermedades zoonóticas han generado, solo en las dos últimas décadas, pérdidas económicas de más de 100 000 millones de dólares. Todo ello sin contar el coste de la pandemia de la COVID-19.
¿Qué podemos hacer?
Reciclar, seguir una dieta basada en productos locales de origen sostenible y consumir solamente lo que necesitamos son algunas de las cosas que podemos hacer para ayudar.
Debemos ser respetuosos con la fauna y únicamente participar en actividades de ecoturismo gestionadas de forma responsable y ética para evitar perturbarla.
Las áreas protegidas bien gestionadas contribuyen a la salud de los ecosistemas, lo que a su vez contribuye a la salud de las personas.
Por ello, es fundamental que las comunidades locales
participen en el desarrollo y la gestión de estas áreas protegidas.(Fuente: https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/biodiversity/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario