Un paréntesis, para decir que he recibido de la sociedad civil Nosotros movemos Europa una carta indicándome que "El Banco Mundial invierte miles de millones de nuestros impuestos en proyectos de ganadería industrial que maltratan a los animales y dañan el medio ambiente y pidiendo mi firma para que el Banco Mundial deje de financiar la ganadería industrial.
En El País. Planeta Futuro que, también. recibo por correo, ha leído un artículo sobre la ganadería industrial. Considero que debo escribir sobre su contenido
El artículo fue escrito el 5 de octubre de 2023 por Carolina Galvanil directora ejecutiva de Sinergia Animal, una organización internacional de protección animal que trabaja en el Sur global. Sinergia Animal es miembro del Comité Directivo de Stop Financing Factory Farming y Andrea Echeverri, coordinadora de campañas de la Global Forest Coalition y activista climática centrada en América Latina.
Empiezo con el artículo. Hace un mes, cuando los líderes mundiales se reunieron en la Cumbre de Finanzas en Común, en Cartagena (Colombia), subrayaron la urgencia de abordar las crisis del clima y la biodiversidad. Los bancos multilaterales de desarrollo, con su enorme influencia, desempeñan un papel vital en la configuración del futuro de nuestro planeta. Sin embargo, para que estos bancos puedan desempeñar eficazmente este papel fundamental, primero deben demostrar su compromiso con la acción responsable, dejando de financiar la ganadería industrial.
Las consecuencias de la ganadería industria son muy malas. Este método de producción ganadera a gran escala conduce a la deforestación, el uso excesivo de agua y la contaminación, así como a la liberación de enormes cantidades de gases de efecto invernadero, sobre todo metano.
En Colombia un país famoso por su rica biodiversidad, este modelo de agricultura supone una amenaza existencial para sus ecosistemas, agravando la crisis climática y socavando la capacidad de cumplir los compromisos climáticos internacionales. Los bancos multilaterales de desarrollo, instituciones como el Banco Mundial y su parte del sector privado, la Corporación Financiera Internacional (CFI), que dicen querer salvaguardar el futuro de nuestro planeta, son actualmente cómplices de esta degradación medioambiental. Invierten miles de millones de dólares de los contribuyentes en la ganadería industrial, apuntalando un sistema fallido que socava fundamentalmente el desarrollo sostenible
Financiar la expansión de la ganadería industrial perjudica sus compromisos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Acuerdo Climático de París y el Marco Global de Biodiversidad. Se supone que estos bancos deben asignar juiciosamente el dinero de los contribuyentes a proyectos que realmente beneficien a la sociedad y promuevan la prosperidad compartida. Los bancos de desarrollo citan a menudo el objetivo de la “seguridad alimentaria” para justificar su apoyo a proyectos de ganadería industrial. Sin embargo, la realidad sobre el terreno revela a menudo una historia totalmente distinta. Estos fondos enriquecen principalmente a los tienen mucho dinero y buscan maneras de enriquecerse más.
Más de tres cuartas parte de las tierras agrícolas se destinan a la producción ganadera, sin embargo, estas tierras solo producen el 18% de las calorías del mundo y el 37% de nuestras proteínas totales. Utilizar estas tierras para cultivos destinados directamente al consumo humano podría aumentar la seguridad alimentaria mundial y alimentar a otros 4.000 millones de personas al año.
En Colombia, donde la agricultura es una piedra angular de su economía, este problema toca de cerca. Los agricultores familiares, que constituyen la mayoría del sector agrícola, se enfrentan a enormes dificultades para acceder a ayudas y recursos financieros. Los fondos de los bancos multilaterales de desarrollo, que deberían reforzar la agricultura ecológica y a pequeña escala, se desvían a grandes empresas para la ganadería extensiva, que prioriza los beneficios sobre la responsabilidad medioambiental y social y los derechos humanos, desplazando a menudo a comunidades indígenas y tradicionales
Esto agranda la desigualdad social, poniendo en peligro el trabajo de los agricultores familiares que se ven obligados a vender sus tierras o a trabajar en condiciones de explotación para estos gigantes de la agricultura. Financiando proyectos que apoyen a los pequeños agricultores —que producen alrededor de un tercio de los alimentos del mundo a—, los bancos multilaterales de desarrollo podrían asegurar el suministro de alimentos y crear millones de puestos de trabajo.
Para lograr la ambiciosa agenda clima establecida en la Cumbre de Finanzas en Común, los bancos multilaterales de desarrollo deben ahora demostrar su compromiso con el desarrollo sostenible, alineando sus políticas de préstamos agrícolas con el imperativo climático. La elección es suya: seguir inyectando dinero en las granjas industriales y poner en peligro un planeta habitable; o tomar partido por la soberanía alimentaria y el desarrollo sostenible, invirtiendo en sistemas alimentarios sanos y ecológicos que protejan el futuro colectivo.
Sin duda, deseo que la citada social civil (ONG) consiga muchas firmas para obligar al Banco Mundial a que deje de apoyar la agricultura industrial.
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