Para empezar, considero oportuno indicar que la agricultura es una de las actividades económicas más contaminantes, afectando tanto a la atmósfera, como al suelo y al agua. Por eso urge un cambio de modelo que apueste por la sostenibilidad. La alternativa es la agricultura ecológica más respetuosa con el medio ambiente y más saludable.
En El País del 25 de abril de este año se puede leer una noticia titulada España, el país europeo con más superficie de producción ecológica.
España había sido el mayor productor ecológico de Europa durante décadas, pero perdió esa condición en 2020 y perdió esa condición debido al empuje de Francia. Los últimos datos disponibles -desde 2023- presentados ayer en Madrid, muestran que España vuelve a superar a Francia.
La UE aprobó en 1991 el reglamento de producción ecológica, que prohibe usar químicos (abonos, pesticidas o piensos) y transgénicos, mientras que en ganadería limita al máximo los antibióticos, obliga a un alimentación natural y establece un cierto bienestar animal, lo que excluye las macrogranjas,
Todos estos elementos reducen la contaminación en tierras y aguas y aumentan la biodiversidad, aunque tienen sus peros: la mayoría se sigue exportando (lo que genera emisiones), no ha mejorado el uso del agua y tampoco ha conducido el sistema alimentario hacia un mayor consumo de verduras y productos de temporada y kilómetro 0
En 2023 empezó la nueva Política Agraria Común (PAC) [de la que dependen las subvenciones europeas a los productores], se convocaron ayudas a la producción ecológica y esto ha impulsado crecimiento que en algunas comunidades ha sido muy notable.
En la Agenda 2030, el Objetivo 2 está relacionado con la agricultura ecológica: "poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaría y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible"
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