Una chica de 23 años, Ana, que estudiaba psicología, asistía a un concierto en Rio de Janeiro, Durante la octava ola de calor de este año en Brasil, Ana solo vio la primera canción del espectáculo. En la segunda se desmayó. Moriría poco después de un presunto paro cardiorrespiratorio causado por el calor extremo, Cuando Ana se encontró mal, la sensación térmica en el estadio rozaba los 60 grados.
Si el calor extremo fue el causante de la muerte de Ana, habría que hablar, se indica en la noticia, habría que pensar de cómo estancar los incendios que en este momento queman la selva amazónica y el Pantacal, de cómo reducir la deforestación en todos los biomas, de cómo impedir que el Gobierno de Lula abre un nuevo frente de explotación de petróleo en la Amazonía, de cómo detener las corporaciones de combustibles fósiles, de cómo garantizar que la COP-28 logre avances reales y urgentes...
"Resulta chocante la dificultas de entender que, si no se toman medidas inmediatas oara frenar el calentamiento global, llegaremos a un punto en el que servirá de nada tener dinero para comprar agua porque ni siquiera habrá agua para comprar", se dice en la noticia.
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