El contenido de este blog se ha cedido al dominio público: puede ser copiado, parcial o totalmente, sin previo permiso de la autora.


martes, 3 de octubre de 2023

Poner freno a la perdida de la diversidad biológica. Importancia

     Como respuesta a la Conferencia de Estocolmo, que tuvo lugar del 5 al 16 de junio de 1972. con la participación de representantes de 113 Estados y 400 organizaciones no gubernamentales como observadores, se creó el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que junto a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UNCN) y la World Widlife (WWL) elaboraron y presentaron en 1980 su Estrategia Mundial de Conservación (EMC) que proporciona tanto como marco intelectual como una guía práctica  para todas las tareas de conservación que es necesario emprender.     

     Uno de los planteamientos de  la EMC establecen tres  finalidades fundamentales. Una de esas finalidades era la necesidad de "poner freno a la pérdida de la diversidad biológica, uno de los aspectos más destacados de los problemas mundiales que urge que el ser humano debe resolver antes del año 2030.

     Miguel Delibes de Castro, eminente biólogo, indica: "Supongamos que mientras volamos en un avión a once kilómetros de altura nos anuncian que está a punto de agotarse el combustible y que sea soltado algunos remaches del aparato. Probablemente si la mayoría de los pasajeros se preocupará casi de la primera información, pues quedarse sin queroseno en pleno vuelo parece un peligro inmediato e irreparable. Al fin y al cabo, pueden pensar, ¿qué nos importan en estos momentos dramáticos unas tuercas de más o de menos.  Pero es una cuestión de plazos y de proporciones. Si las tuercas y los remaches que se sueltan dejan de funcionar, llegará un momento en que la segunda amenaza será tan grave, o más, que la primera. 

     Los animales, las plantas, los hongos y los microorganismos, todo ello se conoce con el nombre de biodiversidad, son como las tuercas y los tornillos de la maquinaria de la vida,  Millones de individuos de millones de especies, interactuando de múltiples maneras entre sí y con el soporte físico de la Tierra, hacen que las condiciones del planeta sean favorables para la vida, de tal manera que su ausencia pone en peligro nuestra propia supervivencia, Aunque no parezca, es un problema gravísimo.

     Para la humanidad, la importancia de los servicios que prestan los sistemas naturales es evidente. Por ejemplo, quítale al suelo los miles de bacterias, hongos, ácaros, insectos, gusanos, etc., que viven en cada centímetro cúbico y el suelo dejará de ser fértil, porque esos organismos son los que descomponen los residuos, en ocasiones nocivos, y los convierten en nutrientes para las plantas”. 

     Asimismo, el suelo vivo da soporte a la vegetación y actúa como una esponja reteniendo agua dulce, que más tarde mana en forma de fuentes y regatos. Si atentáramos contra las especies que vivifican el suelo, si las elimináramos, nos  quedaría tan solo una superficie yerma, tan inerte e improductiva como el cemento, sobre la que no podríamos vivir. También son animales,  plantas y microorganismos los que depuran el agua dulce, absorbiendo y modificando los productos perjudiciales. Los bosques retienen el suelo disminuyendo el riesgo de avalanchas, mientras que los carrizos y las empañadas de las lagunas  y marjales frenan las aguas y evitan inundaciones. Un grupo de investigadores estimó hace años el valor económico del conjunto de esos servicios entre el doble y el triple de producto global bruto, es decir, todo el dinero que se mueve en el mundo cada año”.

     Otra cosa. No es casual que donde hay flores también haya insectos Ambos se necesitan, no pueden vivir separados. Las plantas y los insectos han evolucionado juntos desde hace cientos de millones de años, y si existen muchas especies de insectos es porque  hay muchas especies de plantas y a la inversa. Eso supone que, una vez admitido que las plantas nos ayudan a vivir, por fuerza hemos de reconocer también la importancia de los insectos. ¿Cuál es su papel en la naturaleza? Desempeñan muchos papeles, pero uno de ellos, y no de los menores, es la polinización. Nos centraremos en ese. Los insectos que en los días tibios viajan de flor en flor, atraídos por su color, su olor y, en último extremo. por el  néctar u otro alimento que esperan conseguir de ellas, transportan en su cuerpo de unas a otras el polen que debe fecundarlas. Hace más de tres siglos lo describió poéticamente sor Juana de la Cruz al escribir: “Ayudando el uno al otro /  con mutua correspondencia, / la abeja a la flor fecunda, / y ella a la abeja sustenta".

     Los expertos han calculado que, del cuarto de millón de especies de plantas con flores que hay en el mundo, cerca del noventa por ciento necesitan de los servicios se al menos un animal para ser polinizadas. Los pies de estas plantas que carezcan de ese mensajero en el momento oportuno no producirán frutos ni semillas. A mucha distancia de los animales está el viento, un polinizador mucho menos eficaz que, no obstante, es utilizado para la fecundación por veinte mil especies vegetales. Un estudio de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) presentado a finales del siglo XX consideró el caso de mil trescientas treinta especies de plantas de interés en la agricultura, y encontró que siete de cada diez necesitaban el transporte de polen de unas flores a otras (no se autofecundaban) y, de ellas, solo dos por ciento usaban el viento para hacerlo. Todas las restantes dependían  para su fecundación exclusivamente de los animales”.

     En los trópicos, la variedad de animales que transportan polen es muy grande e incluye, por ejemplo, a pájaros, como los colibríes y también, por raro que parezca, a más de un centenar de especies de  murciélagos. En nuestras latitudes, sin embargo, la polinización es, sin discusión, una tarea de insectos, Muchos de esos insectos son himenópteros, el grupo que incluye a las abejas, las avispas y las hormigas, pero también hay muchísimos escarabajos, moscas, mariposas, etcétera”.

       La verdad es que se ignoran muchas cosas de la biodiversidad.  Existen, tirando por lo debajo y sin contar a las bacterias, entre doce y más de treinta millones de especies, y solo tenemos catalogadas a un millón y medio),  que no se puede ni siquiera imaginar el papel de cada una de ellas en la dinámica de los sistemas vivos, y menos aún. Por supuesto, insinuar si alguna es sustituible por otras y en su caso por cuales.  Por cierto, que de esa ignorancia se aprovechan hábilmente los antiambientalistas para negar el valor de la diversidad los seres vivos.  (Miguel Delibes y Miguel Delibes de Castro. La Tierra herida. ¿Que mundo heredarán nuestros hijos, 2005, ediciones Destino)

No hay comentarios: