La energía hidráulica se obtiene a partir del agua de los ríos, aprovechando su fuerza para convertirla en electricidad, a menudo tras la creación de grandes presas y embalses. El impacto medioambiental que tiene construirlos la convierte en una renovable cargada de polémica.
Es una energía limpia puesto que no produce emisiones toxicas durante su funcionamiento.
Sin embargo, la construcción de grandes embalses puede inundar importantes extensiones de terreno, lo que podría significar pérdidas de tierras fértiles y daño al ecosistema, dependiendo del lugar donde se construyan. Otro ejemplo: para construir las Presa de las Tres Gargantas en China se desplazó a más de un millón de personas.
Además cuando las compuertas se abren y cierran repetidas veces, el caudal del río se puede modificar drásticamente causando una alteración en los ecosistemas.
En la actualidad, esta energía se enfrenta a un problema generado por el cambio climático: las sequías y las variaciones de las lluvias.
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