En primer lugar, es necesario que lleguemos al convencimiento de que no es la ciencia la que puede resolver todos los problemas humanos; el único que puede resolverlos es el mismo Hombre.
Decía Max Born, Premio Nobel de Física, que "la Ciencia distingue entre lo posible y lo imposible, pero la razón debe distinguir entre lo sensato y lo insensato". Por ejemplo, la inteligencia nos ayudará a encontrar nuevas fuentes de energía, pero debe ser la razón la que debe decir la última palabra, indicando qué fuentes es más sensato, útil o conveniente utilizar.
Sin duda ninguna, determinada región o país y, sin embargo, no serlo para otro país o región. Si bien para la Ciencia la universalidad es una virtud necesaria e imprescindible; para la tecnología esta característica constituye un grave defecto. Hecho interesante porque uno de los defectos que se indica posee la tecnología contemporánea es el foso cada vez mayor que establece entre los países desarrollados y subdesarrollados; foso cada vez mayor a medida que la tecnología se hace más complicada, y que hace que los países en desarrollo deban importar maquinaria, especialistas y todo.
Existen poderosas razones para afirmar o intuir que el hidrógeno será el combustible del futuro; podría sustituir una parte de las redes eléctricas, y sería utilizado ya directamente en forma de calor, ya transformado en electricidad en el mismo lugar de consumo, sin contaminación.
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